Capitulo 37

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A veces no nos damos cuenta de las injusticias de la vida hasta el momento en el que las vivimos. Todo el día había pasado perfecto pero no todo lo que había en mi interior era felicidad, para nada. Cada sonrisa y cada mirada dolía como un millón cuchillos, aunque al mismo tiempo me hacía sentir la chica más feliz de mundo. Contradictorio, pero cierto. Era injusto verla sentada allí y no poder alcanzarla de la manera que yo había querido desde el primer momento en el que la conocí. Era injusto no poder lanzarme a sus brazos y sin ningún tipo de trapujo decirla cuanto la quería, cuantas cosas sentía por ella.

Era injusto, pero es más injusto saber que te estas arriesgando a perderla de nuevo, y eso era algo que no quería. Se trataba de ser egoísta o no serlo. De alcanzar lo que yo quería o de aguantarme y llorar cada noche como lo había hecho hasta ahora. Quería sus besos, sus abrazos y sus palabras, quería que mi nombre saliese por su boca desde el primer momento de la mañana, quería llamarla de cualquier otra manera más que de su precioso nombre y demostrarla que a ella la tengo puesta en el pedestal más alto de mi corazón. Pero eso supondría que al día siguiente su cabeza lo tirase todo por la borda, y muy a mi pesar, tirarme a mi con todo ello.

La miraba mientras seguía observando a los perros ladrando y aullando bajo el molesto frío de Nueva York. Esa era ella, de las personas a las que miras y ya no les puedes quitar el ojo de encima, como algo mágico.

_____: ¿Qué quieres hacer ahora? - me preguntaba sacándome de todos mis pensamientos.

Camila: Cualquier cosa que quieras.. - carraspeaba mi garganta para intentar calmar mi voz tras todo aquello que había estado pensando - Cualquier cosa que quieras está bien.

_____: Había pensando en dar una vuelta hasta las 21:00 de la noche.. - explicaba con una de sus manos sosteniendo su propia mejilla.

Camila: ¿Crees que nos dará tiempo a volver a casa para antes de que acabe el año? - reí tras escuchar su gran plan.

_____: Supongo.. - respondió mirando por el ventanal sin hacerme mucho caso - ¡Camarera! - gritó demasiado alto haciéndome reír y al resto de la gente mirarla como si estuviese loca.

Camila: Estás loca.. - continué riendo hasta que la camarera llegó dando por pagado todo nuestro pedido.

_____: Ven. - se levantó deprisa agarrando mi mano y sacándome de ahí.


Caminamos durante varias horas por gran parte de Nueva York, y ya comenzaba a anochecer, pero seguimos parando una y otra vez a comprar más de un dulce que ella quería. Me sorprendió como aun teniendo todos sus recuerdos patas arriba, podía recordar al pie de la letra el mapa del lugar, y como me guiaba por toda la ciudad como si de una guía turística se tratase. Lo explicaba todo al detalle, y aunque ella no era muy fan de estudiar parecía que había estado estudiando aquel estado durante años.

Cuando me quise dar cuenta habíamos parado en una floristería.

Camila: ¿Qué hacemos aquí? - pregunté curiosa observando la gran variedad de flores.

_____: Ven. - tiró de mí hacia dentro de la tienda sin darme explicaciones.

Comenzamos a pasar por grandes estanterías llenas de flores, que impregnaban el lugar. Había flores de todo tipo; Gardenias, Copihues, Lavanda, Margaritas, Rosas, Pensamientos... Pero ella se paró frente a un tipo en concreto.

Camila: Orquídeas. - dije sonriendo.

_____: Son muy bonitas, pero hay de muchos colores. - las miraba indecisa hasta que se decidió por una - La azul, quiero la azul.

Polaroid  || Camila Cabello & TuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora