Desperté. Eché un vistazo alrededor pero no se podía diferenciar nada en la oscuridad plena. Me atreví a moverme incómoda entre los libros cuando perdí el equilibrio y caí al suelo.
–¡Auch! –gemí al sentir el impacto. El sonido del golpe retumbó en las paredes invisibles de la habitación. Me levanté dolorida, pues había caído sobre el lomo. Tal vez me lo habría roto.– ¿Hay alguien ahí?
Silencio. No respondió nadie.
–¿Hola?¿Hay alguien?–repetí.
–¿Quién anda ahí? ¡Preséntate! –una voz anciana, femenina y desgastada rompió el silencio– No me gusta hablar con nadie sin saber quién es.
–S-soy Hänsel y Gretel pero me puedes llamar Gretel –tartamudeé; llevaba décadas sin hablar con nadie– ¿Y usted quién es?
La curiosidad me mataba y aquello que fuese lo que me había hablado no contestaba. Después de un largo silencio por fin respondió a mi pregunta:
–Querida, soy el libro de los libros, el más antiguo. El que enseñó al hombre cómo es la vida y qué se debe hacer en ella. Guardo en mí los milagros de la misma y los hechos más fantásticos y a la vez reales que jamás hayan existido y existirán. ¿Sabes ya quién soy? –no tenía ni la menor idea, así que negué. Ella bufó– Soy La Biblia, ¡es obvio!
Me sentí avergonzada de no haber reconocido un libro de tal importancia, pues como bien dijo, es el libro de los libros. Salí de mis pensamientos al oír otra voz al fondo de la habitación que gritaba:
–¡Por los rayos y los truenos! ¿Quién osa despertarme de mis sueños? –dijo una voz melódica.
–Este... ¡Soy Gretel! ¿Quién eres tú? –pregunté, curiosa.
–¿No lo notaste por mi forma de hablar? Soy El gran libro de los poemas, ¿si no quién más? –contestó mientras se acercaba a mí.
Me ríe ligeramente por su divertida forma de hablar tan poética, pero como noté que se lo tomó mal me callé enseguida.
–¿Por qué despertaste, pequeña Gretel? –me preguntó La Biblia.– Pongo en hesitación que puedas volver a dormir después del golpe que te has dado.
No sabía el significado de ese extraño palabro ,"hesitación". Nunca antes lo había oído, así que pregunté por él.
–Hesitación: suspensión o indeterminación del ánimo entre dos juicios o dos decisiones, o bien acerca de un hecho o una noticia. Sinónimo de "duda" (de dudar). –soltó una novedosa voz proveniente de detrás mía. Me giré (aunque de poco servía en la oscuridad) y este se presentó:– El Diccionario de la Real Academia Española a su servicio, señorita Gretel, al igual que al de todos nuestros compañeros de estanterías. –Le oí bajar de su estantería y acercarse a nosotros mientras decía esto último. –No he podido evitar entreoír vuestro diálogo y he decidido, si no supone molestia alguna, intervenir.
–Buena definición, Diccionario –agradecí– Biblia, estaba incómoda entre los libros desde hace ya mucho tiempo, por eso desperté. Creo que me he roto el lomo.
–¿Alguien dijo "roto"? –intervino otro libro– ¡No hay nada que se le resista a El manual de reparación de libros! –dijo en un tono divertido y cargado de energía.
Se me escapó una risita y al intentar moverme solté un gemido. Tal vez fuera más grave de lo que pensaba. Quizá fuera algo serio y no solo un pequeño rasguño, pero no quería deshojarme. Unos cuantos libros más bajaron de sus respectivas estanterías y se acercaron a mí guiándose por mi voz para saber cómo me encontraba. Habría que subir las persianas para que El manual me echara un vistazo.