NOCHE DE LUNA LLENA.

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NOCHE DE LUNA LLENA.

La fría noche de otoño era alumbrada por la inmensidad de una plateada luna llena, la claridad casi como el día permitía a un hombre de largos cabellos negros y facciones duras observar nítidamente el rostro de su acompañante. La chica era hermosa, la más bella que alguna vez en su vida haya visto, y la que para su dicha era la mujer que lo amaba desde hacía ya varios años.

Habían elegido la noche para celebrar el primer aniversario de su boda, porque la oscuridad fue su amparo y su cómplice durante los años que se amaron a escondidas. El césped estaba cubierto por una fina capa de rocío, mientras ella se apegaba al pecho de él arrebujada bajo la gruesa capa negra que caracterizaba el vestuario habitual del hombre desde que lo conoció. Esa noche de luna le recordaba el momento justo cuando él, muy a su manera le declaró su amor.

Los recuerdos entre ellos eran muchos, algunos hermosos y otros no tanto. Hermione Granger, ahora Snape; recordaba la primera vez que a sus 12 años lo había visto: le pareció inquietante, misterioso e imponente; ahí desde la fila de estudiantes esperando a ser seleccionados y luego pudo ver la mueca de disgusto al ver a la mesa de estudiantes de su casa.

Esa misma noche supo quién era él: Severus Snape, Jefe de Slytherin y por mucho el maestro más intransigente de la historia de Hogwarts, el terror de todo el estudiantado del colegio. Al escuchar esas palabras de la boca de Percy Weasley se juró a sí misma llenar todas las expectativas de ese hombre que había captado toda su atención; ni siquiera el mismísimo Albus Dumbledore con su estrambótica túnica púrpura o Filius Flitwick con su reducida estatura consiguieron distraer su mirada de ese hombre enigmático de mirada dura y facciones inexpresivas.

Paralelamente, en ese mismo castillo, muchos niveles abajo, en lo profundo de las mazmorras; un maestro no podía borrar de su mente la mirada inteligente y curiosa de una niña de cabellos rizados con una sonrisa franca y cálida adornada por grandes y blancos incisivos; la verdad no sabía que le había impresionado más: si la seguridad de la niña al sostenerle la mirada en la que adivinó una inteligencia poco común o el poco habitual gesto de que un estudiante le brindara una sonrisa; él era el bastardo murciélago de las mazmorras, ni siquiera los alumnos de su propia casa le sonreían. Granger, Hermione había dicho el sombrero; analizando el nombre se daba cuenta que era una nacida de muggles como lo fue Lily, su amor de adolescente.

Esa noche ambos se habían hecho un propósito: ella superar los parámetros del inflexible maestro; él demostrarle que nada ni nadie podía con Severus Snape.

La primera y todas las siguientes clases fueron siempre una tácita competencia entre ellos; y por más que él rebuscara respuestas amargas, no podía evitar asombrarse y reconocer que la Gryffindor era la mejor estudiante que había pasado por sus aulas. Para ella la experiencia, si bien fue desagradable en muchas ocasiones, nunca logró eliminar esa sensación de curiosidad que despertó en ella la primera vez que lo vio; por el contrario con el pasar de los años había aprendido a admirar el infinito conocimiento de su maestro.

Conforme los años pasaron, la niña de cabello indomable se fue convirtiendo en una chica muy hermosa; cada vez que ese pensamiento asaltaba la mente de Severus, procuraba descartarlo y de ser posible mortificar a algún Gryffindor. ¿Cuándo lo había descubierto? No fue como la mayoría al verla ataviada para el baile de Navidad durante el torneo de los tres magos; si no un poco antes cuando se quejó de que Draco Malfoy le había hecho crecer los dientes aún más con un maleficio. Le resultó dulce, tierna y a la vez hermosa; esos pensamientos lo aterraron y es la principal razón que le hubiera respondido con una frase hiriente. Eso no podía estar pasando, mucho menos a él; menos ahora, hacía muchos años no experimentaba esa sensación; él ya no era un adolescente, ya no era un niño, debía alejarse, alejarla por su propio bien. Tenía una misión que cumplir y ella podría salir lastimada.

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