Capítulo V

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La región de Ridgeway era próspera, constaba con grandes hectáreas de plantación que se podía observar a grandes kilómetros de distancias, pues el camino de Londres a esa región era entre montañas, y desde ahí se podía observar la hermoso valle de Ridgeway, así como los vetustos árboles que formaban una espesa vegetación.

Cuando el carruaje de Mr. Runnell salió del bosquecillo y se pudo contemplar una colina, el intenso prado salpicado de flores, la cual descubre una suave pendiente hasta llegar a un enorme castillo, emplazado sobre la loma, la edificación se veía imponente en medio de aquel verdor. Mucho más allá observó el pequeño pueblecito a no mucha distancia del castillo, este castillo debió ser propiedad del Duque de aquellas regiones.

Su lacayo le señaló una pequeña residencia de piedra, , provista de una dos cabañas a sus lados y otra edificación en madera que debía ser las caballerizas, este le informó:

—Señor esa es su villa después que bajemos estas pendientes.

—Tan próximo al castillo.

—Desde aquí todo se ve cerca, pero en verdad hay mucha distancia.

—En ese caso envía por mi caballo deseo conocer el área.

—Tenga cuidado señor, por aquí hay muchas pendientes peligrosas.

—No se preocupen, deseo dar un paseo, y no creo que retorne de una vez, ordena que todo esté listo a mi llegada.

—Si señor.

Mr. Runnell decidió tomar su caballo y continuar el recorrido en este.

La briza de finales de octubre ya estaba fría, las hojas de los árboles estaban tornándose de diferentes colores y matices, dando a la vista una hermosa recreación y al ambiente una impresionante y majestuosa solemnidad.

Dejó que el carruaje avanzaba hacia la villa, y el se quedó en esa posición contemplando el paisaje, y se dijo que su padre se había perdido de disfrutar de una vida en tranquilidad y de paz por lo que le ofrecía la ciudad, dejándose llevar de la ilusión que esta brindaba, sin ver en verdad lo que importaba, que era su tranquilidad y salud; Tal vez si él se hubiese enlazado con otra dama, su padre aún estuviera vivo, de inmediato movió la cabeza para apartar aquellos pensamientos, se marro fuerte la capa y comenzó a mover su caballo de forma impetuosa sobre el prado, dejando de atrás de él la senda que daba a la villa.

Perdido en sus pensamientos cabalgó algunas millas sin rumbo, cuando de pronto el caballo se vio cabalgando por una alta pendiente a toda velocidad, sin poder detener sus pasos, Mr. Runnell trató de detenerlo pero ya era demasiado tarde, eso hizo que el caballo por instinto frena de golpe, haciendo que el volara por encima de este y callera encima de las raíces de un árbol.

Mr. Runnell no recordó más, hasta que abrió los ojos en una cama y a su lado un anciano le limpiaba la cara:

—¿Dónde estoy?

—Está en la casa parroquial.

—¿Por qué estoy aquí?

—Al parecer se cayó de su caballo y tiene una herida en su rostro, otra en la cabeza, y su hombro derecho esta muy grande.

Cuando escuchó los sonidos de caballos y carruaje una vez más, se desplomó y no supo de nada, en aquel momento entró en la casa parroquial un caballero bien vestido:

—Buenas Tardes Mr. Brown..

—Buenas Tarde Mr. Dowage, le envié a notificar de este caballero, pues al parecer es conocido del Duque, pues traía con él una carta firmada por Lord Ridgeway.

Pacto de Amistad 2 (Amor en Silencio II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora