Mi camarada y yo soñamos juntos.
Es mi primer camarada. Siempre ha estado aquí, pero no le había visto antes. No veía nada, antes. Pero ahora, mis ojos ya están terminados y ya puedo ver lo que hay a mi alrededor. Y está mi camarada. Es divertido, porque es rojo, un poco transparente y flota como yo. Estamos atados juntos por un grueso cordón que me sale del vientre. Es muy raro.
De vez en cuando, oigo voces en mi cabeza, grandes voces, gritos que me dan miedo, pero mi camarada me tranquiliza, late regularmente, emite ruiditos que solamente yo comprendo, porque es mi camarada.
A veces, me dejo llevar por las mareas de este mar. El agua es caliente y salada, me gusta. Y cuando nado, siento que él está sobre mí. Nadar me agota, por eso duermo mucho.
Y sueño. Sueño formas, colores, veo rostros, que asocio a sonidos, a ruidos. Y también sueño con música. Es mi camarada que duerme conmigo y me acuna con su ritmo, siempre regular.
Tengo también una familia. Conozco muy bien a mi mamá aunque nunca la haya visto. Es muy bonita y me quiere mucho, y reconozco su voz cuando me habla. Conozco menos a mi papá, quizá porque es mudo, porque nunca habla. Y las voces que oigo gritar no pueden ser mi papá. No, no.
Pero cuando sueño, lo veo bien. Es alto y fuerte, y me quiere mucho.
La última vez, soñé que hacíamos un gran viaje lejos, muy lejos, donde no había agua salada, donde había que respirar y al principio hacía daño. Me desperté sobresaltado, pero mi camarada me tranquilizó. Me explicó, con sus pequeños ruiditos, que era algo normal, que eso le pasaba a todo el mundo.
Un día soñé que una gruesa aguja pinchaba mi universo. Me hirió en la pierna y grité muy fuerte, pero nadie me oyó, porque grité bajo el agua. Entonces noté que mi mamá no estaba bien. Apenas se movía, cuando antes estaba siempre corriendo y haciendo cosas, lo sé porque mi camarada me lo dijo. Pero después de la aguja nada. Y luego vino otra aguja y aún otra más. Y cada vez me pinchaban y yo lloraba. Por suerte, mi camarada estaba allí para consolarme. En mi sueño lo veo brillante, lleno de lucecitas que parpadean aquí y allá. Ayer, en un sueño, conocí su nombre. Se llama Placenta. Es un bonito nombre. Lo sé porque oí como mi mamá gritaba su nombre. Ella debió telefonear a alguien porque yo oía una voz, muy fuerte y muy aguda. Hablaba de Placenta y también de Deficientepsíquico. Quizá sea mi nombre. También es un bonito nombre, Deficientepsíquico. Quizá un poco largo. Ella dijo que mi padre era una porquería. Eso me gustó, quería decir que papá estaba allí. Luego, tuve algo de miedo. Dijo algo así como que no había tenido dinero para hacerse análisis.
Cuando yo sea mayor, mi mamá tendrá siempre dinero.
Y ahora, sueño que mamá me lleva en sus brazos. Yo la abrazo muy fuerte y no quiero que se vaya. Nunca. Quiero estar siempre con mi mamá.
Mi mamá está muy triste, lo noto en mi sueño. Pone las manos en su vientre. Es mi universo, su vientre. Y yo quiero abrazarla. Mi mamá me dice que será mejor así, que ella no podría mantenerme. No se qué dice. Ahora nos dormimos. Todo va bien.
Cuando me despierto, ya no estoy en el agua caliente y salada. Todo está duro y frío. Pero no me asusto, sé lo que es. Estoy en el cubo de la basura. Mi camarada Placenta, rojo y viscoso a mi lado, me lo ha dicho.