CAPITULO I

86 7 3
                                    

Mi discapacidad
Me levanté con el suave despertar de los primeros rayos de sol entrando por mi ventana, con un suave tono rosado debido a las cortinas.
-Ya es hora de despertar Anne.- dijo una voz que reconocí al instante.
- Hola tía.- respondí a aquella mujer.
-¿Cómo te encuentras hoy, te ayudo a levantarte?-preguntó, a lo que yo respondí.
- Si no es mucha molestia.- dije mientras se formaba una sonrisa, la primera de esa mañana y una de las muy pocas que dedicaba.
- Nunca lo sería.- me responde del mismo modo.
Me siento en mi cama, intento tener cuidado y me coloco en el bordillo de mi cama, al mismo tiempo mi tía saca de un pequeño armario una silla de ruedas, mi silla de ruedas.
Me ayuda a levantarme, me pongo ropa limpia con su ayuda, hoy decidí llevar un jersey blanco con pantalones negros y zapatillas de deporte blancas.
Después con cuidado me apoye en la silla mientras mi tía vigilaba cada movimiento, por si acaso sucedía algo, cuando estuve completamente sentada me entregó mi cartera con todos los materiales de la Universidad y algo de dinero para comprar comida.
Me despedí de ella con un cálido beso en la mejilla, me fui hacia el ascensor y pude entrar sin muchos problemas por parte de la silla.
- Puertas abriéndose.- dijo la voz mecánica del ascensor, dándome una vista del vestíbulo. Avancé por la rampa hasta llegar a la puerta principal, la abrí y me fui rumbo a la universidad, me quedaba bastante cerca la verdad, lo cual me viene de perlas pues no tengo que sobre esforzarme, no es por mi, es más bien por mi tía, a veces pienso que me sigue viendo como una niña de 4 años, sin embargo dentro de unos meses cumpliré los 18, este invierno, la verdad desde que estoy en silla de ruedas mi vida parece haber dado un giro de 360 grados.
Ahora la gente parece menos agresiva que antes, aunque hace ya de eso algún tiempo, ahora tengo a dos amigas muy especiales a mi lado, Andrea y Cristina, Andrea es muy guapa tiene un gran talento, la música es muy organizada y saca unas excelentes notas. Por otro lado Cristina es algo traviesa, le gusta mucho el fútbol, pero eso no le quita lo femenina, le gusta mucho ir de compras y desde el accidente siento que nos hemos abierto mucho entre las tres.
Justo en este instante siento que puedo escuchar sus voces en mi cabeza, de hecho son ellas mismas quienes a unos metros por detrás de mi me llaman llenas de alegría, aunque me da la sensación de que no es por la Universidad.
Me pregunto que tendrá preparado el destino para nosotras hoy, sonrio ante ese pensamiento y me giro viendo a mis mejores y únicas amigas.
Continuará

TU ERES LA RAZÓN DE MI SONRISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora