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Una tormenta azotaba en la hermosa ciudad de Londres, el cielo rugía con fiereza debido a los truenos pero, a la vez, formaba un espectáculo luminoso y centelleante con los rayos. Las calles estaban desiertas, y las viviendas estaban a oscuras por a una falla eléctrica que se produjo al empezar la tormenta.

En el 221B en Baker Street el sonido de un melancólico violín se hacía presente, acompañando el sonido de lluvia y truenos.

Sherlock tocaba con maestría ese hermoso instrumento, tenia los ojos cerrados y una cara que denotaba la concentración empleada en fabricar esas bellas notas.

Sentado en su lugar habitual estaba John que, con ayuda de unas velas, leía un libro sobre medicina moderna, deleitándose silenciosamente con el sonido producido por el contacto de los dedos del detective y el instrumento de madera.

De vez en cuando John interrumpía su lectura y observaba a su compañero. Le fascinaba la manera en la que la ropa de Sherlock se pegaba a su cuerpo, haciendo notar su delgadez. Amaba ver como los oscuros rizos del detective se movían levemente cuando movía sus brazos demasiado. Pero, si había algo que le gustará a John más que otra cosa era su rostro, tan sereno y concentrado, dandole un aura pulcra e inocente.

Eso, eso sin dudas era lo que John más disfrutaba de ver a Sherlock tocar el violín.

-Cuando era pequeño -dijo Sherlock dejando de tocar el instrumento de madera -me asustaban los truenos, creía que era el viento del este viniendo por mi -.

El doctor se enternecio al escuchar aquello. Se imagino a un pequeño Sherlock acurrucandose en su cama e intentando disipar el temor a los ruidos en el exterior.

-Te gusta verme tocar ¿no es así? -cuestiono Sherlock, John solo asintió y agradeció la tenue luz de las velas que le impedían al detective notar su cara sonrojada.

-¿John? -dijo Sherlock

-¿Si? -contesto John.

-Quiero que veas algo, ven -pidió él rizado.

John dejo su libro a un lado y se levanto de su cómodo asiento, se acerco a la ventana y miró a su compañero.

-A ti te gustan estas cosas y me pareció bien mostrartelo. Aunque, como ya dije, estas cosas me parecen irrelevantes -dijo Sherlock y se alejó de la ventana para que John pudiera observar cómodamente.

El doctor se acercó más a la ventana y pudo ver a la hermosa ciudad de Londres bañada en una bruma plateada causada por la lluvia. El cielo teñido en un color rojizo y opaco, de vez en cuando los rayos se dejaban ver maravillando a John aún más. Esta era una vista digna de fotografía.

John miró a Sherlock, el cual, lo observaba con una pequeña sonrisa en su rostro.

Sin pensarlo dos veces, John, poso su mano sobre la nuca de él único detective consultor del mundo, éste, coloco su mano derecha en la cintura del doctor, mientras que con su mano izquierda sostenía su arco y violín.

-En este preciso momento podría declarte mi amor hacia ti de una forma cursi y estúpida, o podría simplemente besarte y ahorrarnos el drama -susurró John.

Sherlock sonrió y sin romper el "abrazo" dejó el violín junto con su arco en la mesa más cercana.

-Mejor nos ahorramos el drama -susurró Sherlock.

El rubio sonrió y unió sus labios con los del detective. Se movían a un compás lento y profundo, disfrutando el momento. Afuera, la tormenta azotaba cada vez más fuerte conforme el beso ascendía. Habían esperado tanto este momento, las sensaciones y sentimientos de ambos hombres estaban en sus niveles máximos.

Se amaban con locura, pero, por alguna extraña razón ninguno de los dos lo admitía. Hasta ese momento. El beso ascendía de tono cada vez más rápido y para cuando Sherlock y John se dieron cuenta ambos estaban sin aliento y con los labios hinchados.

-John, si te dijera que tengo miedo del viento del este, ¿Dormirías conmigo esta noche? -pregunto el detective en un susurro.

-Sí -contesto John para después unir sus labios otra vez.

Violín y lluvia || JohnLockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora