Era un 31 de Octubre, en la casa de Cecilia, estaba la extraordinariamente linda Mérida. Y como simpre, estaba acompañada de Daniela (la principal razón por la cual no me acercaba a hablarle). Me acerqué (me temblaban las piernas) la saludé:
-Hola
-Hola
-Me llamo Ricardo
-Ya lo sabía, ¿por qué te notas tan nervioso?
-Es que...
-Solo dilo tonto (ella también estaba nerviosa)
-Es que me enamorado de alguien y quiero saber que hacer para conquistarla
-Claro, cuentas con mi confianza
-(Fue nuestro primer encuentro*ahora si*)
Pasabamos días enteros charlando acerca de la niña imaginaria que "supuestamente me gustaba", sin saber ella que hablaba de si misma. Un día decidí contarle la verdad:
-La verdadera razón por la que te hablo no es para que me des consejos
-Entonces, ¿para qué me hablas?
-Es que desde la primera vez que te ví acabé perdidamente enamorado. Cuando estabamos en el salón de clases, yo no veía a Daniela sino a tí
(Se desconectó)
*Al siguiente día*
La ví en la mañana siguiente en la secundaria, moría de pena, ya que no sabía que me contestaría depués de mi anterior declaración amorosa. Decidí quedarme callado.
El día transcurría normal, yo con mis labores de representante y ella de una alumna normal
Pasé días sin hablarle, hasta que me harté del silencio y decidí retomar la rutina de hablar con ella todo el día