¡Buenas tardes! Ya llegué. Es tan bello escribir capítulos cortos. Y pues nada, disfruten y no queden demasiado impactadas por las «parejas» que armé.
Ser madre no siempre es glamuroso
—¿Está bien que nos hayamos alejado de ellos? —preguntaba Shiho a quien había sido el de la idea de dejar a atrás a esos adultos.
—Bueno, ellos se veían ocupados teniendo su charla y mi madre me ha enseñado que es de mala educación interrumpir cuando esos casos ocurren.
Sus curiosas ojos lo observaban todo. Había mucha gente. Y el ambiente estaba impregnado con el olor de comida.
—¿Y si nos perdemos? —Como bien podía seguía el paso del Yato.
—Mi madre es excelente encontrando las cosas cuando ni papá ni yo lo hacemos. Seguramente nos encuentre. —Su estómago rugió de nuevo—. Es cierto... La comida se echó a perder y tampoco tengo dinero...
—Mira, ahí dice que la comida será totalmente gratis si logras terminarte un tazón gigantesco de fideos en menos de cinco minutos. —Detuvo al chico para que viera el anuncio que recién había sido puesto fuera de un establecimiento de ramen.
—Eso suena a una tarea bastante simple.
—Y también te obsequiarán un helado gratis si lo consigues.
—El postre siempre es lo mejor de la comida. —Ambos pequeñines entraron sin pensárselo, logrando captar la atención de todos los comensales y del dueño—. Quiero participar por la comida gratis.
—Pequeño, eso es demasiado para ti. Podrías terminar con dolor de estómago... ¿No prefieres que le llame a tu mami para que venga por ti? —interrogaba uno de los clientes.
—¿Temen perder contra un niño como yo? —Sonrió sin tapujo, con una arrogancia digna de alguien que llevaba la sangre de Kamui—. Si tienen miedo, puedo entenderlo.
—¡Tráiganle el bol de tallarines! —ordenaba el dependiente—. Espero que seas un hombrecito de palabra.
Anonadamiento era lo que todos los presentes experimentaban. Ese niño había devorado por completo el plato de ramen; y ni siquiera habían pasado ni tres minutos.
—¡U-un monstruo!
—¡Es un baúl sin fondo!
—En verdad que tenías hambre. —Shiho dio un largo silbido ante una proeza de semejante índole.
—¡La comida de la Tierra es la mejor! —Se encontraba satisfecho; su enorme barriga lo dejaba claro—. ¡Y el postre se ve increíble! —Nada como un parfait de chocolate con fresas para finalizar la comida.
—Eres un adicto a los dulces como mi papi...
Habían perdido la noción del tiempo que llevaban haciendo fila para una de las pastelerías más concurridas de todo Edo mientras soportaban el inclemente sol. Y aunque ambas mujeres estaba deseosas por irse y no esperar más, se mantuvieron firmes y aguantaron.
—¿Realmente crees que es una buena idea hacerlo de ese modo? —preguntaba Tsukuyo con indecisión.
—Así será más efectivo. No podrá fingir demencia —mencionó su acompañante sin soltar el parasol carmesí que sujetaba con su mano derecha.
—Cierto es que cuando le dije que tendríamos a Shiho hizo que no escuchaba absolutamente nada. Que si estaba tomándole el pelo. Que si le daba diabetes sería por mi culpa. —Y conforme iba exteriorizando sus penas iba enfureciéndose más y más hasta el punto de querer ir a masacrar a cierto samurái bueno para nada—. ¿En qué maldito momento acepté convertirme en su esposa? O más bien, ¿en qué instante terminé fijándome en un idiota como él? ¡Ojalá tuviera una máquina del tiempo para advertirle a mi yo del pasado todo lo que pasará por seguir a ese imbécil de permanente natural!
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~Shiny Days~
FanfictionKamui, quien por tanto tiempo renegó sobre los lazos familiares, ha logrado alejar ese punzante estigma de su vida, formando al fin una pequeña pero sólida familia. Sin embargo, ¿consideró alguna vez que criar a sus hijos podría ser incluso más comp...