Los agentes de la Saga LOTTO, deben recordarse cada tanto que son humanos con necesidades. Ellos han renunciado a los lazos con los que nacieron para un mundo mejor pero, existe algo que ni siquiera un Dios ha rechazado: El pecado que conduce al amo...
Los grandes y templarios pasillos de MAZE estaban más desolados que nunca, pero ello, no permitía al Líder caminar por ellos como un gato silencioso. Vigilaba, calculaba que sería media noche con cada fibra del cuerpo alerta. No se perdía. Había crecido allí y vivió suficiente tiempo en aquel lugar para saber todos los caminos, como los secretos. Dobló en un pasillo más allá de lo conocido, ese olor suave pero embriagador de ámbar era lo que invadió sus sentidos. Hoshi repasaba con su afilada mirada cada lugar, cada rincón pero también, tenía ojos en la espalda por eso no le fue difícil saber qué hace minutos una sombra lo seguía. Dobló de nuevo, todo el mundo descansaba en sus habitaciones pero estaban lo suficientemente lejos para escucharlo luchar, así que le tendió una trampa a ese fantasma que lo seguía ligero. Giró sobre sus talones al sentirlo cerca y aquella sombra comenzó a correr en otra dirección.
Un tigre persiguiendo a un ratón.
La adrenalina lo invadió, sus pasos resonaban en los pasillos y el viento que causaba al correr, movía salvajemente las antorchas de aquel lugar. Su sangre hervía y no de rabia, si no de placer. Como lo supuso, el intruso dobló en un pasillo sin salida y quedó admirando la gran pared subterránea que le impedía el paso, por ello, el Agente Diamond se acercó silenciosamente pero confiado. El ambiente había cambiado de golpe, él podía oler el miedo en su presa y se aprovecharía al máximo.
—Me extraña... —dijo con una seductora voz, tan grave de sí mismo, que haría temblar a cualquiera. —Que viviendo en este lugar no recuerdes mis trampas. Minghao.
El menor ni se molestó en girarse, pensó que su líder estaba lo suficientemente lejos pero se equivocó cuando notó sus manos rodeándole para apegarlo a su pecho. No se movió, como un roedor que queda paralizado ante el gran gato, solo podía contar con quedarse quieto notando como su respiración no dejaba de agitarse. Sus nervios comenzaron a jugarle una mala pasada cuando notó la fría nariz de Hoshi detrás de su oreja izquierda, guardando en su memoria olfativa el olor de su pelo, de su nuca. Minghao tuvo que cerrar los ojos, rogando que calmarse pero no podía. Los brazos fuertes de Hoshi, lo poseían con fuerza y su nariz recorría desde su nuca hasta su oreja, pasando suavemente por la línea del cuello que –por causas de fuerza mayor- inclinó hacia el lado derecho, dándole más centímetros de piel. Hoshi no dejó pasar esta oportunidad y siguió inhalando el perfume del menor hasta llegar a su hombro.
Sabía que Minghao había caído, pero necesitaba jugar más con su ratón, aprovechar cada milímetro de él y a su manera; así que volvió en el camino inverso por aquel camino que trazó con su rostro para llegar de nuevo a la oreja del menor. Soltó el agarre con sumo cuidado, ya no lo apresaba, ahora solo lo sujetaba de las caderas.
—Hueles a gloria Minghao. —la voz que salió de su boca, fue una explosión de masculinidad y pasión que solo lograron en Minghao un placer infinito. Hoshi mordió el lóbulo de su oreja con suavidad.
Sabía que Hoshi tenía ganas de jugar y por eso su cerebro le dio una advertencia, el mayor comenzaba a subir sus manos por debajo de la ropa, tocando su piel y en esa acción dándole golpes eléctricos. Reaccionó queriendo escapar pero Hoshi presionó para atraerlo a si mismo pero, lo giró para tenerlo frente a frente. Minghao trago en seco, los ojos afilados de su amante desprendían las llamas de las antorchas que solo iluminaban el corredor sin salida como el resto del laberinto. Sus manos no se movían, había caído en la trampa del tigre y más allá.
Hoshi por su parte observó inseguridad en el menor, tal vez él iba demasiado rápido o no le agradaba el lugar pero tenía que demostrarle lo contrario ¿Lo buscaba para luego dudar? No, eso era jugar con fuego y si lo dejaba pensar, esto no saldría como él quería. Así que, sacó una de sus manos de la tensa piel del menor para tomarle la cara, casi acariciándole la barbilla, pero atrayéndola a él para besar esos labios que eran la causa de su locura. Cálidos como el fuego, húmedos como el suelo mojado por la lluvia así eran los besos entre ellos y el mayor sintió entre sus brazos como el menor se relajaba. Bien hecho, ahora podría seguir con sus malvados planes sin dejar pasar los martilleos de sus corazones.
Minghao llevó sus manos a la nuca del mayor sin cortar el beso dinámico que ambos tenían, las respiraciones agitadas iban en aumento, Hoshi mordía cada tanto el labio inferior de Minghao. Lo estaba poseyendo.
Cada vez más cerca del éxtasis.
Hoshi tuvo que frenar su posible choque con el muro con una mano, el beso ya era pasional y Minghao comenzaba a bajar las manos en una delicada línea por su pecho. Esto solo lo provocó aún más, así que colocó una rodilla entre las piernas del menor para evitar su escape, sentirse a través de la ropa y comenzar con el trabajo de sus dedos que iban directo a la hebilla del cinturón contrario. Para permitirse respirar, Minghao sabía que el mayor había bajado el beso hasta su cuello y eso solo significaba que el también tenía que dar un poco de si y comenzar a desvestirlo con agilidad. Hoshi estaba vestido con la camisa del uniforme solamente, los pantalones de vestir color azul marino y los zapatos de cuero negro, asi que fue fácil desabotonarle cada botón para tener acceso directo a su piel. Recorrió su torso con sus dedos y no evitó bajar un poco más, hasta donde se encontraba el cierre del pantalón y lo que se encontraba debajo.
Maldijo el momento en el que Hoshi jadeó cerca de su oreja de nuevo, ni siquiera habían comenzado pero ambos estaban desbordando de pasión.
—No me desvistas por completo, no hay tiempo. —le dijo con las palabras cortadas por su propia respiración. Lo atacó de nuevo con un beso demandante, y sacó el exceso de ropa que molestaba. Su Minghao era muy obediente, solo se dedicó a acariciar la zona más sensible de su cuerpo, para provocarlo más.
Mala idea, no debes provocar tanto a un tigre.
Hoshi tomó ambas piernas del menor, desnudas, acariciándolas cada vez que pudo. Sus bocas no se separaban pero tampoco era la idea, quería unirse por completo pero para eso, la locura del líder de Maze tenía un momento de lucidez y siempre aparecía cuando de no hacer sufrir a The8 se trataba. Lo apegó contra la pared para que tuviera algo de apoyo extra, cortó ese beso celestial y se dedicó a repasar con su boca los hombros suaves de The8 que ahora lamia tres dedos que Hoshi le dejó enfrente de la boca.
Gimió al sentir el tercer dedo en su interior, Hoshi cuidaría siempre de él hasta en sus encuentros clandestinos. El cielo estaba cerca, pero él amaba el camino al infierno que transitaba de la mano con el mayor.
—SoonYoung... —su espalda se arqueó pero ambas frentes se chocaron, mirándose a los ojos a la vez que el mayor sacaba los dedos del interior de su amante y se movía para introducir su miembro.
En aquel laberinto sin salida, Hoshi se encargó de gritar el nombre de Minghao y que el menor gritara el suyo. La temperatura no podía ser más elevada, o a si lo sentían ellos, que volvían a besarse antes de llegar al clímax, Hoshi había usado su mano libre para ayudar al miembro de Minghao de igual manera, sin bajar el ritmo, sin dejar de amarlo en cada centímetro de que se movía. El infierno no tardó en llegar y los liberó a ambos en un orgasmo que los dejó, a ambos, más que satisfechos. Hoshi se retiró besando suavemente a The8 que no tardó en corresponder.
—Vale la pena una vida contigo a miles sin ti. —le susurró.
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