75. Nuestro plan suicida

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Loki acarició mi mejilla y de ahí pasó a mi nuca, tumbándose de lado en la cama. Me lanzó una mirada que me decía que empezase a explicar.

-Yo... -inspiré profundo, estaba hecha un lío y no sabía bien cómo decirlo- Cuando venía a por tí, me crucé con él. Me empezó a decir que Odín te había llevado aquí. Le grité y él se enfadó -expliqué con la voz aún temblorosa-. Luego... no sé... no sé qué hice, pero entré en su mente y... lo vi todo. El veneno y a él al lado de esa cosa intentando traerla a la Tierra y...

-¿Lo... viste? -me cortó con desconcierto.

-Sí, eran... como imágenes una detrás de otra -abrí mis ojos-. Oh, cielos... Ahora todo cuadra... -susurré, él me miró frunciendo las cejas- Cuando estaba en SHIELD, vi pasar a un agente una vez, pero su imagen... titiló y apareció... él -expliqué.

-¿Por qué no me lo contaste? -preguntó de nuevo algo molesto, esto me empezaba a resultar familiar.

-¡Pensé que me estaba volviendo paranoica! -levanté los brazos dramática y desesperadamente. Me tocó y bajó las manos, relajándome. Respiré, esto me podía.

-Lo sé, tranquila -su tono de voz era confuso, parecía tranquilo y ansioso a la vez-. Tenemos que encontrar algún modo de salir de aquí. Deben saber que es el culpable, tiene que recibir un castigo ejemplar -miró alrededor, pensativo, y se quedó con la mirada en la puerta.

-Como no seduzca al guardia... -susurré, a él se le iluminó la cara y me miró- ¿No estarás pensando en...? ¡No, no, no! ¡No iba en serio!

-Por supuesto que no harás tal cosa -negó serio, respiré y hundí mi cabeza en la almohada para mirar al techo-. Pero puede que sí haya una manera... -dijo misterioso, me miró con las cejas alzadas. Fruncí el cejo intentando entender y abrí mucho los ojos al hacerlo.

-No es una buena idea -negué asustada.

-Sé que te dije que no lo haría más, pero debemos salir de aquí -miró a la nada, en sus ojos había sed de venganza y eso me aterraba. Mucho. Bufé.

-Vale, pasamos al guardia. ¿Y luego qué? -pregunté, él seguía mirando a la nada con rabia. Tenía algo de miedo de sus planes, veía algo de locura en sus ojos. Me mordí el labio, nerviosa.

-Tengo una idea... -dije siguiendo su juego y suspirando, me miró- Pero debes fiarte de mí.

-Siempre lo hago.

* * * *

La puerta metálica se abrió con unos fuertes ruidos mecánicos. El guardia asintió y yo miré hacia atrás. Loki asintió y el guardia se puso recto. Tardó un poco en cerrar de nuevo la puerta y yo caminé despacio, buscando al general. Esto era una idea nefasta, una auténtica locura.

Funcionaría.

-¡Vaya! ¿A quién tenemos aquí? -del otro pasillo salió él, con esa siniestra curva en los labios. Tal y como pensé, directo a mí.

-Déjame en paz -puse mi cara de odio.

-Veo que no aprendes muy rápido -mis nervios aumentaban según pasaba el tiempo y yo tenía que obligarme a controlarlos. Acercó su mano a mí, yo me aparté brusca y le di un manotazo en el brazo, apartándolo.

-No me toques -le envié una mirada de asco, el gruñó con rabia y la mandíbula desencajada. Me cogió por el cuello y no me dio tiempo a pararlo.

-Tú y yo tenemos cosas pendientes -dijo muy cerca de mi cara, la giré.

-¿Vas a volver a envenenarme? -apreté los dientes, él me llevó hasta una zona donde aparentemente no había nadie y me tiró al suelo con brutalidad.

-Chica lista. Ese arrogante principito te ha servido para algo, al fin y al cabo -respondió.

-¿Por qué? -pregunté tocándome el hombro, me había hecho algo de daño al caer.

-Deberías saberlo. ¿O acaso no lo viste al entrar en mi memoria? -abrí la boca y de inmediato la cerré-. Eso no te lo ha enseñado él, ¿verdad? Te diré una cosa -se agachó en cuclillas y me miró-, no te puedes fiar de él.

Se levantó y me miró con odio y rabia, pero no me achanté. No podía hacerlo, debía mantener los nervios bajo control.

-Dime, Aura... ¿Qué tal tu perrita? -preguntó, me hirvió la sangre en ese momento y pensé varios insultos- Cierto... muerta. ¿Sabes quién la mató? Te daré una pista.

Sacó una enorme flecha marrón de su espalda y mi pulso se paró. Era la misma flecha que le había atravesado el tórax. Respiraba cada vez más deprisa. Apreté muy fuerte mis puños, tanto que me estaba clavando las uñas en las palmas de las manos y los nudillos se me empezaban a poner blancos.

-Pobrecita, pierdes todo lo que te importa -tocó la punta manchada aún de líquido rojo.

Sangre. Su sangre.

-Tú... La asesinaste tú -gruñí en un tono bajo, sonrió.

-Sí, bueno. Matar, asesinar, como prefieras -siguió tocando con sus dedos la punta de metal-. La verdad es que no era mi intención en un principio, mi objetivo eras tú. Siempre fuiste tú. Pero ni siquiera esos salvajes que metí en tu querida base terrestre me sirvieron -se agachó y rozó la flecha por mi cara-. Lo reconozco, eres un hueso duro de roer -me aparté brusca y el roce me produjo un pequeño corte en la mejilla.

-Eres un cobarde -gruñí. Estaba empezando a perder el control, la rabia me consumía.

-El cobarde aquí es tu noviecito -se levantó-. Pero debes agradecérselo. De no haber sido por él, tú estarías ya muerta. Aunque... si no hubiera eliminado a mi mascota en Midgard, no habrías pasado por el dolor del veneno.

Otra vez. Empezaba a notar esa ira por dentro, esos malditos "recuerdos". Sentí la tentación de dejarlos y matar a ese hombre como había hecho él. Quería vengar a mi amiga. Todo era su culpa, el que casi muriera varias veces y que ella lo hiciera de verdad.

-Supongo que esa bruja no cumplió su parte -confesó bajo, pero le escuché.

Eso bastó para intentar centrarme de nuevo. La venganza no era mi estilo, teníamos un plan y estaba funcionando. Estaba confesando. «Sólo uno poco más», rogué.

Entre mundos. La nueva era de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora