Primer Introducción

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Soushi Yuma


Era un día lluvioso e inquietante. Salía de su departamento en dirección al instituto, llevaba su uniforme y un paraguas, monótono, nada fuera de lo habitual. Se le hacía tarde así que tomó un atajo para poder llegar a tiempo; se metió en una pequeña calle, doblo a la derecha, siguió caminando, saltó una pequeña barda, y sucesivamente llegó a un camino junto a una pequeña colina frente a aún río.

El viento sopló alborotando aun más su cabello, claro, si es que eso era posible. Siempre había sido muy descuidado en cuanto a su  apariencia, cualquiera que le viese por primera vez incluso pensaría que tan solo es uno más de esos chicos busca-pleitos, de aquellos de los que no le hacen nada bien a la sociedad, y si tuviera que dimitir a ello, él en realidad preferiría no hacerlo, pues al fin y al cabo, aquella persona no estaría tan equivocada.

Siguió su camino ya más despreocupado, aquella gélida brisa matutina le había recordado quien era y sobre todo quien fue, pero también le hizo notar más la inminente lluvia, aquella que parecía querer decirle algo, esa que parecía incitarle a hacer algo, la lluvia... 

No supo por qué con exactitud, solo se encontró a sí mismo frenando y mirando hacia atrás, algo ahí le llamaba, y no sabía qué. Dirigió su mirada a la pequeña colina que se situaba después del puente que conecta al otro lado de aquel parquesillo, en donde pudo diviso a una muchacha sin protección alguna bajó la gélida lluvia situada a la orilla de la colina, era extraño, mas a pesar de no poder ver su rostro, le parecía, tan frágil y tan triste, simplemente le era una vista desoladora y dolorosa, que no pudo evitar que este hecho por alguna razón le intrigara e incluso una sensación que no supo describir se extendió por su ser. 

No era caspas de hacer absolutamente nada, era como si al contemplar dicha imagen quedase hipnotizado, arrastrado por una corriente de melancolía que no creía ser capas de volver a vivir en todo su tiempo. En ese momento la chica volteo y ambas miradas se cruzaron desde la distancia, la agraciada joven de ojos turquesa parecía haber estado llorando, algo que él ya había imaginado de cierta forma. La chica al verle, le regalo una sutil pero cálida sonrisa, la cual lo dejo sin palabras, de alguna forma le pareció ser una sonrisa muy bella; sin embargo, al mismo tiempo melancólica, como aquello que lo había invadido minutos atrás. 

Este meditó unos segundos sobre lo que debía de responder le, sinceramente se hallaba confundido, así que solo resolvió en hacer una pequeña inclinación y seguir con su camino. Al marcharse empezó a trotar y luego a correr,  ya que aparté de que ya se la había hecho bastante tarde, le había dejado el paraguas que llevaba consigo a la joven de inigualables orbes de lluvia color turquesa.

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