Si se veía por la ventana de la habitación se notaba que llovía, el cielo estaba triste.
Y Sehun también.
Con pereza de levantarse de la cama se quedó un rato en ella, recordando aquellos momentos que pasó con su novio. Soltó una maldición al viento, por llevarse su sonrisa. Luhan era el Sol para Sehun, cada vez que lo miraba sentía como flores crecían en su interior. Luhan lo hacía mejor persona, no, lo hacía querer ser mejor persona. Para él. Para hacer su mundo más bello. Cada vez que lo estrujaba en sus brazos o cuando besaba sus labios, incluso cuando se unían y eran uno; Sehun sentía que aquel era su lugar en el mundo, se sentía como su hogar. Todo era malditamente correcto, o por lo menos así se sentía.
¿Qué es un alma gemela?
Y Sehun contestaba que no lo sabía con exactitud, pero que Luhan era la suya.
Se sentó en la cama mientras observaba las gotas chocando de manera violenta contra su ventana.
¿Eres tú, mi amor? ¿Estas llorando por mi? ¿Por nosotros?
Quién lo viera pensaría que él era un ser patético, porque en realidad lo era. Patético y desdichado, un simple tipo que perdió al amor de su vida, la persona con la que quería pasar el resto de sus días, su prometido, su todo.
Hoy hace exactamente cuatro años que la vida decidió arrebatarle lo más preciado que tenía. Un conductor ebrio y un camión no eran justamente una buena combinación y Luhan pagó las consecuencias de aquello.
Se puso unos pantalones y una camisa, se lavó la cara y todo sus llaves. Caminó hacia su auto y condujo hasta el cementerio. En la radio sonaba una de las canciones favoritas de Luhan. Qué irónico. El destino parecía reírse en su cara, y él solo podía atinar a acostumbrarse y vivir con ello.
Aparcó el auto y caminó hacia la tumba de su amado.
Dejó un ramo de rosas blancas compradas anteriormente. Eran sus favoritas.
Recuerda esa vez que era de madrugada y estaban acostados sobre la cama de Luhan, hablando banalidades. Habían empezado a salir hace unas semanas y Sehun quería saber más sobre Luhan, sus miedos y metas, sus gustos y las cosas que odia, si le gustaba el té o el café o incluso si prefería un día soleado o nublado; entre las cosas que le comentó aquel día, había hablado sobre las rosas blancas. Le hacían recordar a la juventud, al amor y a él. Sehun lo había besado hasta cansarse luego de aquella confesión. Su vida no podía ser más perfecta.
Pero lo perfecto es efímero, o así lo creía.
Lo extrañaba, maldita sea, lo extrañaba muchísimo. La vida sin él no era vida, despertarse todos los días no tenerlo a su lado era el mismísimo infierno. Vivir una vida donde Luhan no estaba era frustrante y aterrador. Se sentía solo y cada día que pasaba era una lágrima más derramada.
¿Como seguir si lo único que te mantiene con vida ya no está?
Habría susurrado un "te amo" como solía hacer, y le contaría sobre su semana, se lamentaría por no haber venido desde hacía meses pero era por el trabajo, siempre era por el trabajo. Que lo perdonara y que no volvería a pasar. Le diría que estaba comiendo bien y que estaba progresando, o lo intentaba. Le desearía suerte y le mandaría besos a dónde sea que esté, y se iría a su departamento. A derramar lágrimas invisibles, porque ya no quedaban más.
Pero Sehun ya no lo haría, jamás.
Sólo se dirigió a su auto, decidido a seguir con su vida. No olvidaría a Luhan, pero tendría que aprender a sobrevivir sin él.
Pero nunca nada es lo que esperamos, y quizás el destino tenga una leve obsesión por los choques automovilísticos y ellos.
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four ; hunhan [one-shot]
Short Storydonde se cumplen cuatro años de la muerte de luhan y sehun no puede superarlo. © gualu; 2016