Un último soplo de vida

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La miro de reojo, tiene sus ojos clavados en mí. La odio. Nunca he sentido tanto odio por una persona. Vuelvo a mirarla pero esta vez giro toda mi cabeza, vocalizando bien le digo que me deje en paz. Sus ojos se vuelven hacia abajo.  Por fin. Le echo un vistazo rápido, y me doy cuenta de que llora. Siento pena pero a la vez rabia, ha sido muy cruel conmigo este último mes, pero me vuelvo a hacer las mismas preguntas: ¿Y si me quiere de verdad? ¿Y si fue un error dejarla? ¿Y si ella es la persona indicada? ¿Y si le tendría que dar otra oportunidad? ¿La amo? Todas las preguntas las contesto igual: NO. No me quiere, no fue un error, no es la persona indicada, no tengo que darle otra oportunidad,  y no la amo. La última es la más dolorosa, porque sé que dentro de mí hay algo que me dice que vuelva con ella, que la quiero, pero no estoy seguro.

La clase esta callada, miro a mi alrededor y veo varios móviles en funcionamiento y deberes sin hacer, lo normal. Al pobre profesor de literatura no le escucha nadie, excepto los cuatro chicos de delante que han venido tarde y no pueden distraerse ni un segundo, porque lo que caracteriza a ese profesor es que solo pregunta a los cuatro primeros, el resto podemos estar tranquilos si hacerle caso. Esta vez le había tocado a Erika con k, Nico, David y Marcos. A los pobres les toca escuchar la vida de Federico García Lorca.

Me vuelvo hacia atrás, la observo, ella está entretenida mirando a través de la ventana. Se muerde el labio inferior y suspira. Sus ojos azul cielo me envuelven. Es guapa, su cabello es marrón claro y ondulado, sus labios son rojizos y su piel es suave. Definitivamente le gustaba demasiado para negarlo, pero no podía volver con ella, no podía permitir que su dignidad se rebajara tanto, pero sin embargo no podía luchar contra sus sentimientos. Estaba echo un lio.

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