En el espejo

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Nuestra historia

Se mira en el espejo otra vez. Va a encontrarse con un grupo de amigos esta noche y todo sería normal si no supiera que Simón estará allá también. Es un chico nuevo en la escuela pero de tercer año de bachillerato. Ella y su grupo lo han recibido muy bien a pesar de que son de último año y eso no es muy común que pase. Está casi decidida que esa es la ropa que finalmente llevará. Se mira por última vez. Por un momento se contempla para asegurarse que se ve perfecta. Claribel, o Clari, como la llaman sus amigos, tiene unos ojos pardos claros. Sería falta de justicia decir que son bonitos. Son tan hermosos, cristalinos, profundos y vivaces que no hay ser viviente que los pueda pasar por alto. Hacen juego con una piel canela y un pelo negro rizado que la hacen ver tan única y tan salvaje a veces, lo cual va de la mano con su carácter tan extrovertido y explosivo si las cosas no van como planea.

Ya está casi lista. Toma sus cosas pero no encuentra el cargador de su teléfono móvil. Aprieta el teléfono y con un gruñido pronuncia el nombre de su hermano menor: ¡Marcoooos! El es un año menor que Clari y es compañero de Simón en tercer grado de bachillerato. ¿Cómo se llevan Clari y Marcos? Eso depende del día en que preguntes. Estas ultimas semanas, muy mal. No podrían ser más diferentes en su personalidad. Marcos es muy aplicado en los estudios. Si no obtiene una A+ en una asignatura es casi una crisis existencial. Al igual que Clari, tiene ojos pardos y piel canela. Es fuerte y alto, pero no juega ni a las canicas. Nada que tenga que ver con actividad física. ¿Qué hay de las chicas? A pesar de ser tan apuesto y tener dieciséis años no ha tenido su primera novia ni se ha dado el primer beso. Su timidez y falta de confianza en si mismo, a pesar de ser tan inteligente, no lo hacen atractivo para muchas chicas. Y si hay alguna interesada, él mismo la aleja con su actitud cerrada y negativa. Su responsabilidad en la casa y en la escuela lo hacen el favorito de sus padres (sobre todo de su madre, su padre es más imparcial). Esto es otra causa de fricción entre Clari y Marcos, pero eso es harina de otro costal.

Clari sale como un bólido de su habitación para buscar su cargador en el cuarto de Marcos. Empuja la puerta con furia al mismo tiempo que le grita a su hermano para que le devuelva su cargador. Vaya sorpresa la que se encuentra.

--¡Pero qué cochino eres! ¿Cómo puedes...? ¡Oh, Dios mío, de nuevo! ¿Eres algún tipo de enfermo? Ok
--¿Es que a caso no puedes tocar? ¿No sabes respetar la privacidad de las personas?

--¿Privacidad? Tú sí que no sabes lo que eso significa. Apuesto a que tienes mi cargador aquí.

El alcanza el cargador que estaba al lado de su cama cargando su celular para dárselo a Clari. Está enojado, avergonzado, histérico pero ni aun así se atreve a insultarla.

--¿Estás loco? ¿Cómo te atreves a tocar el cargador con tus asquerosas manos luego de estar...? Oh Dios mío, quédatelo, enfermo y mira a ver si buscas ayuda.

Clari va a dar la vuelta para marcharse cuando ve en los ojos de Marcos una intención no muy noble. Se apresura a salir y en ese mismo momento Marcos le lanza el cargador que solo alcanza a golpear la puerta que apenas se cerró tras ella. Marcos se queda solo en su habitación con una variada mezcla de emociones. Esta no era la primera vez que su hermana encontraba en semejantes acciones. Hace unas dos semanas ella entró a su baño buscando algo cuando pensaba que él no estaba en la casa. El olvidó cerrar la puerta de su habitación y ella corrió la cortina del baño lo que casi les dio un infarto...a ambos. Después de haber recuperado la compostura, ocurrió algo que no pasaba desde cuando eran niños y eran inseparables. Se sentaron a conversar y él se abrió con ella como cuando venía desilusionado porque alguna niña no quería ser su novia o cuando los demás niños no querían jugar con el por ser demasiado inteligente. El le contó sus luchas y de cómo había caído en este hábito que lo esclavizaba al punto de sentir que lo hacía aunque no quisiera, era una compulsión. Ella lo escuchó y le sugirió buscar ayuda porque otro hombre podría explicarle mejor cómo entender su cuerpo y los cambios que le ocurrían.

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