Bajo al hall del hotel con una sonrisa de oreja a oreja, tengo que admitir que he estado desde que me he despertado pensando en Matt, además, he soñado con él durante toda al noche. Me hace mucha ilusión volver a verle, anoche fue encantador. Ha sido abrir los ojos y aparecer una sonrisa en mi cara, hacía mucho tiempo que no me pasaba eso.Miro mi vestido, es sencillo, para poder andar a gusto pero si me hago una foto no parecer un troll. Es azul con un estampado floreado, me llega justo por las rodillas y tiene el escote fruncido palabra de honor. Me miro mis piernas, largas pero completamente blancas, debería de haber tomado el sol antes de venir aquí. Me río yo sola por mi pensamiento, para qué negarlo, si hubiese tomado el sol es imposible que tuviera algo de color, en todo caso estaría roja, en mis veintiséis años nunca he conseguido tener siquiera un atisbo de color que no fuera un rojo cuál cangrejo Sebastián de la Sirenita, ni con rayos uva lo conseguí.
Me retoco un poco nerviosa el pelo y el sencillo maquillaje y voy a la puerta, aún quedan diez minutos pero llevo preparada ya más de media hora. Me muero de ganas de verle y me he despertado súper pronto para estar lo mejor posible, aunque parezca que llevo un look completamente casual he estado más de una hora peinándome y maquillándome, y otro tanto eligiendo el modelito. Llevo el pelo a ondas, me lo he hecho con la plancha pero me las he despeinado un poco para que parezca natural.
Cuando salgo me sorprende ver que ya está aquí, me encanta, eso quiere decir que igual que yo tiene ganas de verme.
_ No te hagas ilusiones estúpida, sencillamente es puntual, como todos los ingleses –me grita mi asqueroso subconsciente-.
Antes de que me vea me fijo en él, ser tan guapo tendría que estar prohibido. Va con una camiseta parecida a la de ayer, pero esta vez granate y de manga corta, con unos pantalones vaqueros un poco ajustados que hace que no pueda dejar de mirarle ese increíble y respingón culo. Esta apoyado en la entrada de piedra del hotel mientras habla por le móvil, varias chicas que van camino a la playa pasan y se le quedan mirando, no me extraña. Yo sigo así, parada mirándole el culo con los ojos abiertos como platos y notando como me sube la temperatura cada segundo.
Se gira y me ve, va con unas gafas de sol tipo aviador que le quedan muy bien, pero me sabe mal, tenía ganas de verle los ojos, aunque le pasará como a mí, cuando tienes los ojos claros te molesta mucho el sol. Nada más verme me sonríe, dice una frase y cuelga, es igual de guapo que le recordaba, pensé que al ser de día se rompería el encanto, pero no.
_ Buenos días preciosa, ¿preparada?
Vamos a desayunar a una cafetería preciosa, con aire marítimo, mesas y sillas blancas, paredes azules y todo lleno de estanterías con libros. De mitad pared para abajo hay listones de madera blanca desgastados, en la de la barra hay colgado un antiguo timón de barco. Me fijo en las mesas, hechas con listones de maderas pintadas con blanco decapado, encima de cada una hay pequeños jarroncitos con unas flores naturales y al lado velas con conchas y caracolas pequeñas. Nada más entrar saluda a las chicas del local, se ve que le conocen.
_ Este sitio te va a encantar, Martha es la mejor repostera de toda Inglaterra.
Tras pedir nos sirven los platos y yo me quedo mirándole con los ojos como platos. Va a desayunar la misma cantidad de comida que como yo en todo un día, huevos con longanizas, tostadas, alubias, bacon, champiñones...
_ ¿Solo vas a desayunar eso?
Me río y asiento, para mí es un buen desayuno, un par de muffins ingleses con mantequilla y mermelada, zumo y un té. Me hace gracia su cara de incredulidad, levanta mucho una ceja pero a la vez curva hacia abajo la otra, me resulta curiosa.
ESTÁS LEYENDO
El viaje de toda mi vida -COMPLETADA -
RomansaEmma está de viaje, cansada de estar lamentándose por lo triste que es ahora su vida, acaba de perder el trabajo y hace escasos meses lo dejó con su novio. Inesperadamente conoce a Matt, un guapísimo joven que sin siquiera saber cómo cambia por comp...