Capitulo 16

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    Intenté llegar hacia él lo mas rápido que pude, ¡Dios! Pobre, no debí dejarlo solo ni un momento.
Me partía el corazón verlo allí, retorciéndose en el esfuerzo de soltar aquellas duras cadenas, a falta de oxigeno y desesperado. Cuando al fin llegué, me vio con sus ojitos llenos de alegría y cariño tan lindos que lo caracterizan. Algo intentó decir, pero solo salieron burbujas de su boca, desperdiciando el aire que aún le quedaba, el poco aire.
En unos momentos estarás bien, cariño – Pensé mirando a Alec, y por un momento algo en mi sintió que él me había escuchado.
De pronto algo me sucedió, estaba perdiendo fuerzas, y mis movimientos eran torpes, ¡Me estaba quedando sin oxigeno! Nadé lo más rápido que pude a la superficie y tomé una bocanada de aire, me propuse a volver abajo lo más rápido posible, si yo aguantaba tan poco, no me imaginaba él...
Pero hubo algo importante que me distrajo.
- ¡Ya te dije que no! – a que no adivinan de quien provenían los gritos, así es, ella de nuevo.
- Pero ya terminamos con todo esto de los asesinatos ¿Por qué no...?
- Esto aún no ha terminado – interrumpió ella furiosa a su asistente, quien casualmente era quien portaba la reluciente llave de las cadenas de mi Alec – No descansaré hasta cumplir mi prometido. Y si uno de mis asistentes no quiere contribuir, mejor que deje de serlo – Estaba cada ves mas enfadada.
- ¿Y eso que significa? – preguntó él, a mi parecer, una pregunta obvia.
- ¡Que estás despedido! – gritó ella furiosa, apoyando ambas manos en el pecho de su ex-trabajador a tal fuerza que logró empujarlo por el mismo sitio en que cayó Alec.
Por supuesto, no desaproveché la oportunidad, y nadé rápido hacía él, se notaba sorprendido de verme.
- ¿Me recuerdas? – dije justo en el momento en que le propinaba una feroz patada en un lugar que de seguro le dolería mucho.
- ¿No eres tan valiente ahora? – Dije sujetando las llaves que acababa de quitarle del bolsillo – Con permiso, necesito esto. – Dije un tanto sonriente, y me apresuré a bajar, donde estaba él esperándome.
Al llegar a él algo me hizo pensar que era algo tarde, tenía sus ojitos cerrados, y unas últimas burbujas, un tanto atrasadas en comparación a las demás, se deslizaron de entre sus labios, que adquirieron un leve tono azulado.
No perdí más tiempo, y quité aquellas torpes cadenas de mi camino, lo que me permitió tomar a Alec y llevarlo hacia la superficie. Ahí, en una pequeña playa de arena blanca, intenté que recobrara el aire de todos los medios posibles, hasta que logré que botara un poco de agua de mar, tosiendo en abundancia.
- ¡Alec! – Grité - ¡Estas vivo!
- Yo... rayos... - Me miró - ¿Quién eres tu? – preguntó confundido.
- Alec, soy Jace, tu novio ¿Qué no me recuerdas?
- ¿Jace? Vaya, te ves diferente. – Y debía estarlo, el agua salada debió haber corrido parte del maquillaje que me había puesto en la mañana, dejando al descubierto a Magnus Bane.
- Si, pero no pienses en eso ahora ¿si, amor? Estás bien, y es lo que importa, no se como aguantaste tanto ahí abajo. – dije todo muy rápido, a causa de los nervios.
- Soy cantante, ¿lo olvidas? Puedo... mantener la respiración
Yo no dije nada, solo lo miré, notando como mis ojos se llenaban de lágrimas, y lo abracé con ternura. A lo que Alec respondido enseguida, pero luego de unos segundos, se separó bruscamente de mí, con un gesto de dolor.
- ¿Qué te sucede? – pregunté asustado, y al ver un profundo corte en su brazo derecho, aún sangrando, me di cuenta de que mi abrazo había tocado la herida. - ¡Vaya Alec lo siento! – exclamé.
- No te preocupes, no es nada – dijo sonriendo – pero parece que no soy el único herido del día – dijo señalando mi pie.
- Ya fui al médico por eso, pero ahora tu necesitas unos puntos – dije – Vamos pediré un taxi – dije extendiendo la mano en la calle al acercarse un auto amarillo y negro con varios nombres de calles y cosas por el estilo – Vamos, Alec, sube.
- De acuerdo – se rindió.
Al igual que la llegada, nos tomó veinte minutos en llegar a un Hospital cerca de nuestra casa, nos atendieron de inmediato, dadas las graves circunstancias. A Alec le cosieron cuatro puntos, y a mi solo me cambiaron el vendaje, ya que en la agencia habían hecho casi todo el trabajo.
Cuando llegamos a casa, todos nos recibieron con una enorme bienvenida, excepto James, que no estaba en casa, y creo que no volvería hasta el día siguiente.
Pero si nos recibieron el señor y la señora Lightwood, estaban muy preocupados, ¿Y que padres no estarían preocupados si su hijo y su novio desaparecieran en la mañana y volvieran pasada la medianoche? Además del enorme agujero que había en la pared. Estaban enfadados, pero al vernos eso cambio mayormente por algo de preocupación, y alivio, porque su hijo –y su novio- estuvieran vivos y casi del todo sanos.
- ¡Dios mío! – Exclamó la señora Lightwood al ver las vendas de Alec en el brazo - ¿Qué te ha sucedido?
- Mamá – intentó explicar – No es nada, solo me caí de la bicicleta, pero Jace me acompañó al hospital a hacerme un par de puntos, eso es todo.
- Pero hijo, me tenías muy preocupada, desapareces todo el día y sin avisar.
- Señora Lightwood – ahora me tocaba a mí explicar esto – Lo que pasa es que Alec y yo... - Alec me interrumpió.
- Salimos a pasear en bicicleta, y olvidamos llevar el celular, además ya sabes, cuando estás con una persona especial el tiempo pasa volando – sonrió viéndome a los ojos, pero noté en ellos cierto engaño y recelo.
. Mira, no quiero castigarte Alec, pero no me dejas opción – dijo su madre ya no tan enfadada, pero no muy convencida – Están ambos sin salir, por dos semanas.
- De acuerdo – dijimos al unísono
- Ahora vamos a dormir – dije yo – Ha sido un largo día.
- Buenas Noches – dijeron los padres de mi novio, a lo que respondimos con una sonrisa y subimos las escaleras.
- ¡Mañana me explican por que hay un gran hueco en su pared! – gritó la señora Lightwood, casi podría jurar que nos había dejado tiempo para pensar en una excusa, pero lo que me llamaba la atención es por que Alec mintió acerca de lo que pasó hoy, él no tenía nada que ocultar.
A medianoche mi estómago hizo notar la falta de alimento, no había comido en todo el día. Baje en puntitas a la cocina para no hacer ruido, y me sobresalté al ver a Alec sentado en la mesa, comiendo un pedazo de tarta.
- Pensamos lo mismo – sonrió – Ven, siéntate conmigo – Un escalofrío recorrió mi espalda, pero de todos modos, obedecí. El buscó en el cajón de la cocina otro cubierto y me lo entregó para que lo acompañara en su merienda.
- Jace, necesitamos hablar. – dijo cambiando su expresión a una seria y algo fría. – Jace - susurró con sarcasmo - ¿Hace cuanto que me haces esto?
- ¿Hacer que? – pregunté inocente.
- Tú no eres mi novio. Dime que sucedió con Jace Herondale    

Mi Trabajo Es Ser Tu Novio (Adaptada) MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora