Capítulo treinta y siete.

548 37 0
                                    

Cameron me rodea con el brazo mientras vamos en el auto junto a mi padre. Clavo mi mirada en el exterior y, a pesar de que mi corazón se acelera por el tacto del moreno, mi mente está en la última noticia que he recibido.

Hace solo unas horas, todo estaba bien y tranquilo. Pero todo ha cambiado drásticamente.


- ¿Estás bien? - me pregunta Cameron al oído.

- Sólo estoy pensando. - le respondo mientras dejo que mi cabeza haga todo el camino hasta su pecho.

- Todo saldrá bien. - me asegura luego de darme un beso en la cabeza.

- Es aquí. - anuncia papá cuando el auto se detiene. - Vayamos a la recepción para preguntar por él.

- Bien. - decimos Cameron y yo al mismo tiempo.


Caminar por los pasillos de este lugar me dan escalofríos. El solo hecho de que este sea un hospital me hace temblar.

Cameron, al sentir mi cuepro estremecerse, me extiende la chaqueta que trajimos. De hecho, es su chaqueta.

Es la chaqueta que me prestó en Los Angeles y que nunca le regresé.


- No queremos que contraigas un resfriado.

- No soy yo de quien hay que preocuparse, Cam. - le recuerdo cabizbaja cuando nos detenemos frente a la recepción.

- Está en sala de operaciones. - logro escuchar que la enfermera le dice a mi padre y mi corazón se detiene por un segundo. - Espere en la sala contigua.


Las horas se vuelven eternas, pero cuando finalmente sale un doctor a hablar con nosotros, siento que todo sucede demasiado rápido.


- Salió bien de la operación. - esas palabras hacen que un gran peso se me quite de encima. - Pero necesita quedarse en observación para confirmar que está estable.

- ¿Podemos entrar a verlo? - pregunto y el doctor niega.

- Cuando lo llevemos a una habitación, entonces dejaremos que pasen. - explica en un tono netural que me parece frío y luego se va.


Nos quedamos dos horas en la sala de espera con los nervios al máximo, pero cuando pasa la tercera hora, Cameron sugiere ir a descansar. Me niego a ir a casa, pero acepto ir a dormir unas horas al auto.

Mi padre, sorprendentemente, pide que Cameron me acompañe.


- ¿Cómo te sientes? - pregunta el moreno mientras acomodo mi cabeza en su hombro.

- Extraña. - admito, levantando la mirada para verlo a los ojos.

- No es tu culpa. - se apresura a decirme, seguramente recordando cuando Jessica tuvo el accidente.

- Lo sé. - murmuro. - Pero no puedo evitar sentir esta presión en el pecho de solo pensar en lo que pudo haber pasado.

- No pasó. - dice Cameron y siento su mano rozar mi mejilla. - Keith está vivo. Podrás volver a verlo en unas horas más.

- Sí, supongo que eso vuelve un poco mejor las cosas. - dejo que mis parpados se cierren lentamente y Cameron me aprieta contra su cuerpo.


Hit me with your best shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora