Capítulo 12

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 No nos levantamos hasta que el hambre puede con nosotros. Miro el móvil de camino a la cocina y me encuentro varios mensajes de May. No había pensado en que se preocuparía al no vernos en toda la mañana. Decido responder antes de que piense que nos ha pasado algo. "Lo siento. Tenía que haberte avisado de que nos hemos tomado el día libre".

La respuesta es inmediata. "¡Ya os vale! Casi me da algo". Después incluye un montón de símbolos para enfatizar su cabreo.

Veo a Neo buscar en la nevera y me deprimo solo de pensar en comer ensalada.

—Oye, ¿por qué no vamos a comer una hamburguesa? —aventuro—. Estoy cansada de comer tan sano.

No tengo ni que insistir.

—Vale. Una hamburguesa estará bien.

Me doy una ducha rápida y me pongo vaqueros y camiseta. Espero tranquilamente a que él termine de arreglarse y diez minutos después vamos camino del local de comida rápida. Cuando llegamos, Neo mira extrañado el letrero.

—Que raro. No me había fijado nunca.

Le doy un codazo en las costillas.

—Eso es porque no echas de menos tanto como yo el comer una buena hamburguesa.

Se ríe y nos sentamos, a petición mía en una mesa de la terraza.

—Ya sé que hace frío, pero prefiero estar al aire libre.

—Voy a pedir. ¿Un menú completo?

—Extra grande —sentencio.

Le observo mientras pide en el mostrador y espera la comida. Hasta ahora no he tenido tiempo de pensar en lo que hablamos ayer, ni esta mañana. Me ruborizo sólo de pensar en sus besos y lo que noto en el estómago va más allá de un puñado de mariposas revoloteando. Pienso en la atracción que siente por mí y comienzan a sudarme las manos. Nunca le he preguntado hasta dónde ha llegado con la Ari de aquí aunque es de suponer que si llevan tanto tiempo juntos... De pronto vuelvo a sentir celos al pensar que se habrá acostado con ella vete a saber cuántas veces desde que llegó a esta realidad.

Neo llega con la bandeja y me saca de mi ensimismamiento.

—¿Qué te pasa? De pronto estás seria.

Sacudo la cabeza.

—No es nada. Tonterías mías —respondo mientras cojo una patata—. ¡Qué hambre!

No parece muy convencido con mi respuesta pero no insiste. Se sienta a mi lado y me alegro de tenerle tan cerca. Comemos entre risas y me sorprende que de repente todo parezca tan fácil. Es como si toda la desconfianza que había hubiera desaparecido de golpe.

Decido pedir unos cafés para entrar en calor y al salir es Neo el que me mira pensativo al igual que yo hacía antes con él.

—Ahora eres tú el que le das vueltas a algo —afirmo.

Me siento y le paso un café. Me mira a los ojos, tranquilo.

—Es sólo que me cuesta creer esto.

—¿Qué estemos tomando un café? —pregunto.

—No, esto. —Se acerca más a mí y me besa. Un minuto, dos, tres... no sé.

Se separa un poco y me observa, parece que quiere leer algo en mis ojos aunque no sé el qué.

—Por la noche me desperté y estabas dormida a mi lado con tu brazo sobre mi pecho —Baja la mirada como si le avergonzara su pequeña confesión— y lo único que podía pensar era "Por favor, que mañana siga todo igual. Que no se arrepienta de esto".

Árboles de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora