... el príncipe peleó con valentía y fiereza, derroto al dragón, salvo a la princesa, y vivieron felices para siempre...
Esta es la historia que todos conocen... pero es algo más complicado que eso... algunos dicen que la princesa en su espera por el príncipe se enamoró del dragón, otros piensan que el dragón tuvo la culpa por secuestrar a la princesa, otros más creen que la princesa, por no sentirse sola se quedó con el dragón, pensando que cuando el príncipe llegara podría irse con él y tener un final feliz... pero esta es la historia que yo conozco.
Mucho tiempo atrás, en un reino largamente olvidado una princesa vivía en el castillo de su padre. Es posible que al escuchar que era una princesa lo primero que venga a tu mente sea una niña de delicados rasgos, fina figura y sonrisa amable, probablemente con vestidos pomposos y una tiara sobre su rubio y sedoso cabello, pero nuestra princesa no era esa clase de persona. Desde su niñez y durante su juventud se le enseño y preparo para cumplir con su destino, convertirse en la reina de un país lejano, pero para ello le era necesario tener toda clase de conocimientos, desde batalla cuerpo a cuerpo como agricultura, caza y pesca, debía tener modales y saber de política, debía saber valerse por sí misma, desde cocinar hasta saber cómo construir un refugio. Pero lo más importante de todo era que siempre debía ayudar a los demás, esa era su misión principal si realmente quería ser la gobernante de aquel lugar ya que según le habían dicho los sabios y ancianos, aquel reino una vez estuvo en ruinas debido a la ambición de reyes injustos.
Debido a todo lo que le habían contado sobre los tiempos de esplendor de aquel lugar ella estaba siempre ansiosa por aprender más y daba todo de sí para estar lista. Su padre tenía muchas esperanzas en ella y sabia de su enorme potencial, pero había cosas que él no podía hacer por ella, así que le enseño todo lo que pudo antes de que llegara el momento en que debía verla partir.
Cuando el tiempo llego, la princesa salió del castillo y emprendió su viaje. Los días pasaron y se convirtieron en semanas, las semanas en meses y la trayectoria se volvió difícil, pero recordaba las palabras de su padre y no se rendía, a pesar de todas las dificultades. Pero sin darse cuenta poco a poco ella fue cambiando. Su paso por aldeas y reinos le enseño sobre la crueldad de los hombres y la oscuridad que vive en sus corazones. Escucho sobre leyendas de criaturas mágicas y místicas y las cacerías que se hacían para obtener de ellos algún poder o habilidad, y en el mejor de los casos hacerse de fama y renombre.
A la mitad de su viaje, cansada pero aun con esperanza, encontró un castillo abandonado, destrozado por el tiempo y guerras antiguas. Pensó que había encontrado un refugio temporal, que descansaría y que podría continuar su viaje... pero no esperaba encontrar a un dragón en el interior. Movida por la curiosidad se acercó a la criatura dormida y vio que estaba herida, su buen corazón le hizo acercarse más, con cautela. Sus pasos alertaron al dragón que despertó e intento alejarse. Poco a poco y con mucha paciencia la princesa procuraba acercarse al dragón, día con día un poco más, hasta que la distancia disminuyo entre ellos, y el dragón comenzó a confiar en la princesa, con lo que ella pudo curarlo y decidió quedarse con él, hasta que estuviera bien para volar de nuevo.
El dragón se había enamorado de la princesa, porque ella era un ser diferente de los demás que él había conocido, ella era buena, aun con un ser como él, a quien muchos habían despreciado, perseguido y lastimado. La princesa deseaba que el dragón volviera a tener fuerza y volara, que pudiera ver el cielo y la tierra desde un punto diferente, que pudiera tener una visión diferente de la vida y quizá aún que la acompañara en su viaje para que ninguno de los dos estuviera solo y poder crear un lugar hermosos para vivir juntos en ese nuevo reino que la esperaba. Pero el tiempo pasaba y el dragón no parecía querer volar a pesar de haber sanado sus heridas y mejorado su salud, así que se quedó a su lado. El dragón poco a poco se aferró más a la tierra y la princesa se quedaba más tiempo a su lado, al principio deseaba continuar su viaje, pero con el paso del tiempo comenzó a sentirse muy cómoda en compañía del dragón, hasta que decidió permanecer siempre a su lado, para evitar que alguien más pudiera lastimarlo.
El tiempo paso casi sin darse cuenta y ella también se aferró al castillo y al dragón, ahora la felicidad que le estaba destinada parecía lejana, algo que no podría alcanzar; parecía que su vida al lado de su amado dragón era todo cuanto había conocido. Pero este no es esa clase de cuento, por lo que un día el encanto se rompió.
Del bosque, lleno de criaturas mágicas, salieron hadas, atraídas por el fuego del dragón. Las hadas, inofensivas y hermosas sobrevolaban el enorme cuerpo del dragón y despertaron en él el deseo de volar nuevamente, por lo que desperezándose comenzó a moverse y a estirar las alas, y tras algunos intentos el dragón pudo volar...
La princesa, que estaba en el bosque buscando comida, vio embelesada la figura del dragón recortada en el cielo, y maravillada, no podía apartar la vista, sintiendo una felicidad mayor que la que había sentido en toda su vida. Día con día, lo veía volar, cada vez más lejos, con más fuerza. Estaba feliz y emocionada de que el dragón volase cada día con las hadas, pero comenzó a sentir celos, celos de las hadas que había logrado lo que ella no podía. Y temor... temor de que las hadas se llevaran lejos al dragón. Así que en su desesperación se internó en una montaña en la que tiempo atrás había escuchado se encontraba una bruja capaz de hacer cualquier deseo realidad. La hechicera le advirtió que debía continuar su viaje o de lo contrario le esperaría un destino cruel, pero la princesa le rogó que la transformara en la forma de un dragón, que encontraría la manera de cumplir con su destino y al tiempo permanecer al lado de su amado dragón. Pero la hechicera sabiendo que aun los cambios más pequeños traen las más grave consecuencias trato de convencerla advirtiéndole que no podría volver a retomar su forma original, pero la princesa que ya solo pensaba en remontar los cielos al lado del dragón, rogo e insistió hasta que la hechicera cedió y cumplió su deseo.
Al volver al castillo presento su nueva forma al dragón, pero él la miro con extrañeza, porque quien estaba frente a él no era la princesa a quien conocía, así que se fue con las hadas a quienes ahora amaba para nunca más volver.
Ahora la princesa estaba sola y su corazón estaba profundamente herido, no solo por causa del dragón sino porque sabía su destino perdido, aquel por el que había trabajado durante toda su vida. Pero tenía una salvación, ahora era fuerte, poderosa y tenía alas para dejar atrás el castillo y el pasado así que voló... pero su forma asusto a los hombres y fue atacada, herida y encadenada, atrapada en un nuevo castillo en ruinas.
Nadie recuerda cómo se extendieron leyendas de una princesa atrapada en la torre más alta de un castillo custodiado por un dragón pero muchos caballeros llegaron para pelear con el fiero dragón, en busca del gran premio y de la fama y honor que les traería tal hazaña. La princesa, ahora condenada a pelear por su vida se defendió, alejo a los más débiles y temerosos, hirió a muchos otros que al final huían de su ira, y mató a tantos otros como heridas se habían plantado en su piel con el paso de los años. Entonces, el último caballero llego a su morada, el príncipe que soñaba con rescatar a la princesa peleo con valentía y fiereza. Nuestra dragona ahora cansada de defenderse, de pelear, de estar prisionera, se rindió, abriendo los brazos para que la espada del príncipe se encontrara con su corazón, como el único alivio a todos sus años de sufrimiento...
El príncipe derrotó al dragón y para su sorpresa descubrió un castillo vacío y sin mayor recompensa que la que podía arrancar del herido cuerpo del dragón que yacía a sus pies. Tomo su piel en donde aún estaba intacta para forjarse una armadura, corto sus garras, dientes, cuernos e incluso sus alas como recompensas que podría cambiar por dinero y se fue dejando atrás solo despojos del que un día fue un poderoso ser, y corrió el rumor de que el dragón había matado a su princesa durante la batalla.
Y esta es la historia. La princesa decidió perder su destino por una felicidad que muy dentro de sí sabía que no duraría, el dragón cambio el amor que sentía por la princesa por la pequeña luz que le ofrecieron las hadas, y las leyendas forjadas por el miedo de los hombres cumplieron la profecía de la hechicera, haciendo miserable al dragón que por sí mismo se hizo prisionero. Si me preguntan por aquel reino al que la princesa debía gobernar, ya nadie recuerda el nombre pues hace demasiado tiempo se perdió por el odio que aún estaba clavado en el alma de los pocos que sobrevivían. Y ¿sobre el rey? Jamás supo el destino de su hija pero la supo perdida para siempre.
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La princesa y el dragón
Short StoryUna pequeña historia inspirada por una pequeña imagen.