¿Jamás has querido verte como ellos?
Su pregunta había llegado a mis oídos, mi cerebro lo había procesado, buscando una respuesta ingeniosa pero no encontró ninguna. Era verdad. Toda mi vida quise verme con ellos, tener un aire de grandeza pero siempre ser humilde, tener una mirada penetrante pero al mismo tiempo ingenua y esquiva. Hacer de mi vida una filosofía y no seguir la recta trazada por alguien más. Tener la respuesta correcta siempre, tener el corazón abierto y los ojos vendados, saber que no es necesario decir basta para terminar sino tener la capacidad de levantarse y no mirar atrás. Siempre aspire a ser eso, mas ahora mi realidad es otra, mis circunstancias son otras, mi vida está en el camino que siempre fue para el final. El camino del plan c. Puedo hacer mucho, pero lo mucho que haga siempre estará opacado por lo que no hice y quizás jamás haga. Normalmente dicen que tengo que enfrentarme a lo que pase en mi vida. Si, eventualmente los caminos convergen en uno solo haciéndolo tedioso de seguir y caminar pero siempre ahí está ese señor de varios nombres, de diferentes creencias, ese señor que los ciegos ven y los sordos oyen. Si, ustedes lo conocen.
Y así los diferentes caminos de mi cabeza, de personajes atemporales, los amores anónimos, las palabras jamás dichas, los libros leídos, las lagrimas caducadas, los soles nocturnos y la adrenalina sedentaria me dejan añorando los días en donde todo era posible. Todavía mi mente divaga en todo lo que vivió, todo con lo que fantaseó. Mi cabeza es un bowl de menudencias rancias que ya forman parte del polvo. El suelo esta frío, la lluvia ha escampado. La suave brisa comienza a invadir mi espacio. Veo fotos de lugares, personas, momentos. Tiendo a recordar lo seguido después de cada foto, las risas, las lagrimas, los abrazos. Quizás esté atrapado en mi propia cárcel, de barrotes de plastilina y paredes de papel. Ella me mira y me dice:
-Me tienes a mí. Deja esa melancolía a un lado- alcanza mi hombro.
-Si tan solo fueses mía- me puse el sombrero y tome el bastón- acompáñame, mi cordura se fue contigo, háblame de lo mismo, yo improvisare.
-¡Pero soy tuya!- mirándome sin pestañear- Siempre estaremos así yo tan atemporal y tu tan abnegado.
-Puede existir aquella posibilidad.
-Pero siempre te amaré de la manera en que lo hago.
-Yo también lo hago.
-Entonces ¿Qué nos detiene?
-La realidad.
Enmudeció. Sus ojos miraron a otro lado. Caminamos en silencio hasta que dije.
-Eres el recuerdo mas correcto que mi mente pudo construir. No alcanzo a recordar el rostro de mi madre y se me escapa el nombre de mi padre, pero tú, estás aquí sin estarlo, vives estando muerta...
-Es porque aún vivo en ti.
Seguí caminando saltandopequeños charcos de agua dentro del angosto callejón negro. Continúe mi caminoy del otro lado la luz dorada del sol iluminaba las nubes grises.