6. ¡Sorpresa, sorpresa! | Mes 5

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El sol se filtraba tímido entre las hojas de los árboles que rodeaban su hogar, los rayos de luz rebotaban en la nieve aquí y allá hasta dar en sus ojos, haciéndole despertar.

Primero enfocó mi vista con algo de esfuerzo por el sueño que amenazaba llevárselo a su reino y cuando fue consciente de donde se encontraba giro lentamente, deleitándose con el perfil de su pelinegro. Su memoria se llenó de recuerdos de los anteriores días... lo mucho que habían disfrutado
- Vamos cielo - movió ligeramente el cuerpo de su pareja, obteniendo un quejido como respuesta - Ya es hora
- Déjame descansar - su pelinegro se removió hasta quedar parcialmente boca-abajo - Estoy agotado - sonrió para sí porque era cierto, él también estaba cansado.

Si Brian les había dado la semana de descanso era precisamente para eso: descansar. Pero con un Gerard muy animado con aquellas orejas de gatito que le daban un toque inocente y seductor era difícil resistirse, más aun tomando en cuenta que no sabía hasta cuándo tendría que esperar para poder disfrutar de otra semana llena de amor. La perspectiva se veía muy lejana cuando sus ojos avellanas se enfocaban en la barriguita que parecía haber duplicado su tamaño en sólo una semana.
- Ven - se levantó, halándolo del brazo - Te daré un baño y luego nos vamos
- ¡Fraank! - su pelinegro se quejó pero no opuso resistencia - ¡Quiero dormir!
- Lo harás en la ducha amor

Primero fue a llenar la enorme bañera con agua tibia y un montón de burbujas, como a su esposo le gustaba, para luego regresar y, haciendo acopio de todas sus fuerzas, llevó al pelinegro hasta la bañera donde le acomodó bajo el agua haciendo un espacio para él.

Una vez dentro dejó que Gerard se quedará dormido sobre su pecho mientras él lavaba cada centímetro de la piel amada
- Hueles a duraznos - susurró Gerard desde su pecho. Ya estaba despierto y con un gran sonrojo en sus mejillas
- Eso es porque no nos hemos despegado en toda la semana - sonrió - Abre un poco las piernas - su ojiverde obedeció completamente rojo, gimiendo quedo en cuanto pasó su mano por su trasero
- Duele - dijo con una mueca de incomodidad. Frank al notarla, movió su mano libre hacía la tierna barriguita para relajarlo, siempre funcionaba.
- Creo que fui muy brusco - dijo con algo de culpa. Gerard negó lentamente
- Nada de eso, eres el mejor - besó su mentón y luego volvió a quedarse dormido mientras las manos tatuadas se movían sobre su cuerpo sin dejar ningún centímetro sin ser lavado.

Frank sonreía enormemente al tener a su pelinegro así, atrapado en sus brazos, respirando suavemente y confiando tanto en él que le dejaba hacerle lo que sea. "Extrañaré esto cuando volvamos"

~

- ¿No ha llamado Frank? Ya es tarde - habló Mikey lo más quedo posible. Miles dormía su siesta así que no quería despertarlo y tener a un pequeño ogro intentando matarlos
- No, intenté comunicarme pero trae el maldito teléfono apagado - Brian parecía desesperado
- ¿Y Gerard? - Ray salió de la cocina con una bolsita de hielos en mano para aventársela al rubio, quien se lamentaba desde el sofá individual de la sala - ¿Cómo sigue tu cabeza? - se dejó caer en el suelo, Mikey ocupaba el sofá de dos plazas junto con Brian y el de tres era ocupado por un pequeño pelinegro. Ni loco se atrevería a mover un poco al enano
- Creo que mejor - el rubio colocó la bolsita de hielos sobre su frente donde minutos antes, Miles le había aventado su carrito de bomberos entre un montón de balbuceos porque lo había despertado - Pero aún me duele la espalda
- Gerard tampoco contesta - dijo Brian resignado
- Por favor, ¡vengan pronto! - suplicó el rubio a todos los dioses cuando sus ojos se pasearon por el desastre que era la sala.

~

- ¿Cómo crees que esté Miles? ¿Crees que me haya extrañado? - Gerard se movía inquieto en el auto, su enorme chamarra y su barriguita apretada en la prenda lo hacían lucir adorable a sus ojos
- ¡Claro que te extraña! Pero deberías estar más preocupado por los muchachos, ¿Crees que hayan podido con Miles?
- Lo dices como si nuestro hijo fuera un demonio - hizo un puchero, provocándole una enorme sonrisa. "¿Y no lo es?" le pregunto con la mirada, provocando que Gerard frunciera el ceño y se sentara sin prestarle demasiada atención - Tal vez sea travieso, pero mi bebé es un angelito, ¡seguro no les dio problemas!

¡Oops! I Did It AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora