Capítulo 10

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-¡¿Qué has dicho!? -Espeté incrédulo por lo que escuchaba mientras tomaba a Hae por los hombros y lo sacudía. El chico me miró mientras bajaba del escritorio y luego miró al hombre que encabezaba al grupo de matones que ahora ocupaban la entrada.
-Que...Él... él es... mi padre.- DongHae estaba asustado y su repentino tartamudeo era prueba de ello. Él me había dicho que lo odiaba, más no que le temía de esa forma en la que ahora se mostraba.
-Hijo.- Seo Joon habló con un tono despectivo hacia DongHae y este se estremeció en consecuencia. Me giré para ver de nuevo al tipo merecedor de todo mi odio sin poder creer aun lo que pasaba. ¿Seo Joon era el padre de DogHae?
Todo parecía una maldita broma.
-Toma al chico.- Seo Joon giró el rostro en dirección a Baek que se mantenía unos cuantos pasos por detrás. El aludido sonrió acariciándose la calva mientras se lamía los labios y daba un paso hacia adelante.
Me tensé ante su cercanía pensando que no dejaría que se llevara a Hae sin antes darle guerra.
-Ni se te ocurra acercarte.-Ladré viendo a Baek dando un paso más cerca. Las manos de DongHae me tomaron por los hombros como reteniéndome de lanzarme y sus uñas se clavaron en mi piel, dejándome saber que estaba asustado.
Baek se detuvo. Sonrió burlonamente y levantó una mano sobre su hombro llamando así a sus matones que comenzaron a moverse.
–Bien, yo no me acercaré pero ellos sí.- Y comenzó a reír como el desquiciado maniático que era.
Lo que pasó después fue tan rápido que no lo vi venir.
Los golpes comenzaron a lloverme por todas partes; traté de esquivarlos pero aquello no era suficiente, pues ellos seguían siendo más. Las cosas se salieron de control y en un instante, mientras trataba de defenderme, Hae fue separado de mí. De reojo logré ver que él también se defendía, pero ellos eran más y en cuestión de segundos terminaron sometiéndonos, dejándome a mí en el suelo y a él bien sujeto entre dos hombres en un rincón. ¿Cómo era que nadie escuchaba el alboroto que había ahí dentro?, pensé, dándome cuenta de que el escándalo que habíamos causado había sido lo suficientemente ruidoso como para que los otros oficiales se acercaran a averiguar.
-¡Suéltame, hijo de put*!- Escuché que DongHae gritaba. Risas, muchas risas de burla y muchos golpes para mí que comenzaron a llover de todos lados. Entre aquella violencia, escuché a Baek ordenar - ¡Llévatelo!- y luego los pasos de varios cuerpos pesados moviéndose por la sala complementaron el concierto que nuestra lucha ofrecía. Hae gritaba y se removía mientras su voz se iba alejando cada vez más. Me removí tratando de defenderme y librarme del agarre con el que me sometían, pero no era lo suficientemente fuerte como para lidiar contra la fuerza de mis captores.
Grité frustrado.
¡Se suponía que tenía que proteger a DongHae! Y jodidamente no lo estaba logrando por más que quisiera, y el mero hecho de saberlo me molestaba, frustraba y enfurecía demasiado.
Volví a gritar.
Nuevas fuerzas -provenientes de mi súbita furia, colmaron mi cuerpo y me encontré luchando en contra de los que me retenían; parecía que mi creciente ira estaba sirviendo porque logré apartar y golpear a mis oponentes, incluso hasta los que se habían mantenido aparte y ahora se acercaban para golpearme. No obstante, mi racha de buena suerte fue poca cuando fui impedido a seguir defendiéndome a causa de un dolor repentino que acaeció desde atrás, cuando alguien me dio un fuerte golpe por la espalda muy cerca de la cabeza que provocó que mi visión se esfumara hasta que todo se hizo negro.
Luego sólo hubo silencio.
Después de lo que pareció mucho tiempo, abrí los ojos para darme cuenta de me encontraba solo, tumbado justo en medio de la oficina. Tras unas cuantas inspiraciones profundas, traté de levantarme pero mi cabeza protestó a causa del dolor y decidí que estar tumbado estaría bien por un par de minutos más.
–mie**a...- Gemí mientras las vértebras de mi columna crujían cuando me giré de costado y llevé una mano hasta la parte trasera de la cabeza para palparme. Una ráfaga de dolor se extendió desde la nuca hacia arriba y luego de regreso hasta el resto de mi cuerpo a causa de mi ruda autoexploración; siseé y maldije un poco más cuando hice también un recuento de daños en mi rostro, que por supuesto no había salido bien parado y se había llevado la peor parte de la pelea. Una de mis mejillas palpitaba y pude sentir como se hinchaba a medida que la tocaba; lo mismo pasaba con mi ojo derecho que comenzaba a cerrarse por lo hinchado que ya estaba.
Había recibido una buena golpiza, pero hacía falta mucho para que me rindiera y los dejara salirse con la suya.
El teléfono comenzó a sonar.
Maldije por lo bajo. Quien llamaba, había escogido un MUY mal momento para hacerlo. Mientras trataba de recuperarme, el timbre dejó de sonar, pero no pasó mucho para que volviera a hacerlo.
Apretando la mandíbula, me levanté y con esfuerzo me moví hasta llegar al escritorio, donde descolgué el auricular del ruidoso aparato agresivamente.
-¿Hyuk Jae?- Escuché la sorprendida voz de Dae Ho.
-No. El hada de los dientes. ¿Quién diantres más?- Ladré. –Dae Ho exhaló ruidosamente al otro lado.
-Santo cielo, hombre, ¿Dónde mie**a te has metido? He estado vuelto loco tratando...
-Deja el drama que ya tengo suficiente.-Exclamé. Cada palabra que salía de mi boca era una punzada que de dolor que iba directa a mi ojo lastimado.- Necesito que muevas tu culo lo más rápido posible y vengas... estoy hasta el cuello...
-No puedo.-Hizo silencio, como dramatizando aún más el momento.-Los reclusos han tomado la penitenciaría. Hay un caos total afuera; ninguno de los oficiales contesta y corre el rumor de que fueron todos encerrados en una de las alas. ¿Cómo lograste escapar?
-No sé de qué estás hablando.-Interrumpí. Dae Ho exhaló nuevamente y casi pude imaginarle peinándose el negro y lustroso cabello con los dedos, un gesto de nerviosismo e impotencia que compartía con Dak Ho.
-Hay un motín, Hyuk Jae. Como te dije, ningún guardia responde en su área de trabajo; creí que tú también estabas entre los que habían sido encerrados. Los reclusos están vueltos locos; no sabemos que es lo que piden o quieren. Ni siquiera sabemos cómo empezó todo el revuelo...
-Pues eso ahora es lo de menos. Hay un problema mucho peor.- Corté. -Seo Joon está aquí y es el padre de DongHae.- Dae Ho maldijo de lo más bonito. –Se lo ha llevado junto con Baek y sus hombres. A mí me han golpeado.
Otro conjunto de maldiciones.
-Dime que tienes un arma contigo.- Dijo después de su pequeña muestra del buen uso del idioma.
-No, pero sé dónde puedo conseguir una.- Dije convencido, porque seguramente encontraría un arma en cualquier lugar de la penitenciaría.
-Bien. Haz lo que tengas que hacer para prepararte; en una hora te encontraré.

Entre Rejas [EunHae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora