13. Extra 1: Inesperado

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- ¡He dicho que no! ¡MILES! - gritó a todo pulmón, corriendo tras el pequeño pelinegro que intentaba levantarse con ayuda de la maseta - ¡Bob! ¡Haz algo útil!- gritó ofuscado, intentando calmar los pataleos de su querido sobrino
- ¡Estoy tratando! - dijo al tiempo que intentaba llegar a Mikey desde el otro lado del pasillo.

En conclusión, todo la casa estaba patas arriba y cada uno maldecía en su mente el momento en que aceptó la petición del enano para que éste pudiera irse a divertir de lo lindo.

"Esta la pagaras muy caro" repetía el rubio a manera de consuelo, imaginando un futuro donde podría patear el trasero de Iero, si es que el enanito no los mataba antes.
- ¡BOB! - gritó Mikey cuando, de tanto removerse, Miles escapó de sus brazos
- ¡No dejes que se valla! - gritó por su parte, apresurando su paso entre el montón de juguetes, tierra.

El pequeño pelinegro huyo lo más rápido que sus piernas y manitas le permitían. Mikey intentó alcanzarlo, puesto que la cocina no estaba en mejores condiciones y no quería que su sobrino se lastimara, mientras Bob, bueno, él simplemente tenía muy mala suerte.

Ninguno de los dos alcanzó a ver el carrito favorito del pequeño en medio del camino del Way menor hasta que ambos yacían en el suelo. El más delgado sobre el rubio.
- Ese enano es un peligro... - se quejó por lo bajo por sus adoloridas costillas y cabeza. Sus manos cerrándose en torno a la cintura ajena por puro reflejo - ¿Estás bien Mikes?
- Duele... - susurró levantándose lentamente. Su nariz quedando pegada a la del rubio - L-lo siento - dijo completamente rojo al notar la posición en la que habían caído
- N-no importa - dijo rojo como un tomate, soltando la cintura ajena para que ambos se pusieran de pie - ¿Te encuentras bien? - preguntó preocupado. Mikey evitaba su mirada
- ¿Y Miles? - entonces ambos permitieron centrar su atención en algo que no fuera la extraña sensación de calidez, el temblor en las manos y piernas o la extraña sensación en sus estómagos por la cercanía del otro.

¿Dónde estaba el pequeño demonio?




~*~




- Creo que se metió en el ducto de ventilación... de nuevo - decía el rubio intentando entrar por el reducido espacio.
- Déjame, yo lo busco - hizo a un lado al rubio, ignorando un segundo el estremecimiento que recorrió su cuerpo al tocar la suave piel de la mano del ojiazul.

¿Desde cuándo se sentía así? Intentaba encontrar el momento exacto, aquel instante en que las estupideces de Bryan dejaron de parecerle estupideces, aquel momento en que provocar a Iero dejó de parecerle divertido cuando Bob mostraba interés por su hermano. El momento en que aquellos ojos azules comenzaron a estar presentes en su mente, día y noche; en cada concierto, en cada entrevista no podía evitar el querer estar cerca de él. "¡¿Qué diablos te está pasando Michael!?" le gritaba aquella vocecita sensata en su cabeza.

No podía comenzar a sentir nada por el rubio, eran amigos desde siempre, compartiendo cervezas, vivencias... ¡no podía!
- Olvida la calefacción Mikey, ¡Se metió al cuarto de lavado! - la voz del rubio lo hizo despertar de su letargo. Incluso se había olvidado de buscar a Miles.

Una vez de pie corrió detrás de Bob para atrapar al enanito. Sus ojos viajando a la parte baja de la fuerte espalda de Bryan por inercia. "Mierda Mikey, ¡Deja de verle el trasero!"
- ¡Te ten... oh!
- ¡Miles! - la puerta se cerró intempestivamente, dejándolos encerrados en el pequeño cuarto lleno con ropa sucia de Iero y aquel peculiar aroma a jabón.
- Mierda... ¡Miles, abre la puerta! - una pequeña risita fue la única respuesta recibida
- ¡Es un bebé! ¡¿Cómo pudo encerrarnos?!
- Pues lo hizo, a estas alturas no debería sorprenderte - Mikey fue hasta la puerta para intentar abrir. El rubio tenía razón
- ¿Ahora qué hacemos? Podría lastimarse - soltó con preocupación
- ¿Traes tu teléfono? Podríamos llamar a Brian y Ray para que regresen de inmediato - dijo el rubio con renovada esperanza
- Lo dejé en la sala... - dijo mordiéndose los labios, gesto que no pasó desapercibido para Bob
- Pues ya está, estamos encerrados - se dejó caer junto a la secadora, invitando después al castaño a acompañarlo.

¡Oops! I Did It AgainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora