Anata.

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Como si el demonio que había guardado en su ser por todos esos años de odio, se hubiera liberado

-Te estuve esperando. Todo este tiempo, creo que eso es lo que quiero decir. -finalmente soltó.

La noche se asomaba cuando acabábamos de pasar ese pequeño tramo del cuartel al parque donde solíamos encontrarnos de "casualidad". Ninguno de los dos se atrevía atrevía decir algo, ese día habían pasado demasiadas cosas y no sabía como enfrentarlas...

¿Qué es lo que sigue? Ahora ¿nosotros que somos? Eran algunas de las preguntas que pasaban por mi cabeza. ¿Qué debería hacer para alcanzarlo?

Nos sentamos donde acostumbrábamos no se muy bien con que objetivo, pero de pronto todo tuvo sentido. Estábamos ahí para nosotros. Maldecí al sádico que me había enamorado y al lugar en el que estábamos, no podía controlar como latía mi corazón.

- Ese tipo fue el que asesinó a mi hermana, yo... Sabes no soy el tipo que crees con el que es divertido pelear y discutir como un par de niños... Yo soy un asesino, la sangre que corre por mis manos es infinita, he matado tantas personas que incluso no las puedo contar en mis sueños.
Aunque te dije todo eso... No quiero que te involucres.

...

No quiero que te vayas tú también.

-Sadist, yo no puedo irme porque yo prometí proteger a quienes quiero, al tonto de mi papá y mi hermano, al inútil de Shinpachi y al idiota de Gin-chan.

Yo puedo protegerte incluso a ti... -Dije finalmente con dificultad mientras evitaba mirarlo a los ojos- . Es decir puedo proteger a un diabólico y debilucho como tú. -fingi una risa por lo bajo, sentí su mirada sobre mi.

-China tú. Tú realmente estás enamorada de mi. -mencionó con un tono totalmente serio mientras yo enrojecía a más no poder- Asi que todo este tiempo te gustaba tanto. Lo sabía. No podias resistirte. -su tono serio cambió por una expresión sádica y riéndose.

-¡Bastardo! -lo tomé de la pierna y lo lancé lejos. Un rastro de polvo quedó como rastro. Yo le dije algo tan vergonzoso y difícil y él actúa como un idiota. ¿Por qué me sorprendo? ¡Si estoy rodeada de idiotas!

- Kagura.

Escuché de pronto su voz de nuevo llamándome.

-Voltea.

Al momento de hacerlo detuvo mi intento de golpearlo y me rodeó con sus manos inmediatamente me besó.

-Sé mia. Tres veces al día serán las veces que puedas comer conmigo y tres veces serán las veces que te haga mia al día. Sólo...

Sólo hay una condición: Desde ahora sólo puedes mirarme a mi...

¿Entiendes? -vi su rostro enrojecido y cuando se dió cuenta me abrazo evitando que siga mirándolo.

-No mires. -soltó de pronto.

Una gota de lluvia me cayó en el rostro. Y luego otra, parece que el invierno comenzaba con esto. Este ritual de dos seres extraños y toscos tratando de amar, de dos seres egoístas y torpes cuando se trata de sentimientos inventando un espacio para que viva ese amor en este universo.

-Si voy a ver esa cara tonta todo el tiempo, quiero empezar desde ahora -sentencié mientras forcejeaba con él.

De tanto forcejear, perdimos el equilibrio y caímos al suelo juntos, unos centímetros me separaban de su rostro, él sobre mi era una de las tantas escenas que imaginaba desde que descubrí mi amor por él. Y ahora que sucedía, lo único que podía hacer era mirarlo a los ojos.

Un par de lágrimas cayeron en mi rostro, esta vez ya no eran gotas de lluvia, esta vez eran gotas saladas cayendo de sus ojos. La fuerza con la que se sostenía para no caer encima mío comenzaba a disminuir y su expresión cambiaba.

-Odio que alguien me vea llorar, pero de alguna manera tú siempre te las arreglas para hacerme vulnerable. Si mi hermana viviera hubiera estado muy feliz de verme con una chica...

-¡Ella está aquí! ¡Lo sé! -interrumpi- Debe estar mirándonos y sonriendo. Por favor dame tu bendición -grité imaginando a que lado podría estar.

-Kagura...

Lo abracé con todas mis fuerzas, sentí como me mojaba el cuello con ellas y lo acerqué más mientras acariciaba su cabello castaño. Así parecía un niño pequeño pero no me importaba mientras yo podría ser la que lo cuidara. Mientras yo fuera la única que podría ver sus lágrimas.

-¿Puedes fingir que esto nunca pasó?

-Esto lo grabare en mi memoria y cada vez que quieras hacer lo mismo, estaré ahí para chantajearte con esto sadist. -dije en broma.

-Eres demasiado lindo cuando te pones así -se me escaparon esas palabras mientras lo miraba directo a los ojos cuando se había levantado un poco- . Demonios-dije sonrojada.

-Tengo a la novia más tierna del mundo -dijo él- Sería una lástima que también sea la más tosca, torpe y que no parezca una chica -rió.

-Debiste querer mucho a tu hermana. Imagino que ella ha sido la persona más bonita y buena del mundo. ¿No es así?

-Me hubiera gustado que la conozcas. Vamos levantate, hoy no te dejaré dormir -dijo cambiando su expresión a una sádica.

-Idiota, me voy a dormir, estoy muy cansada, además no creo que puedas hacer algo luego de desmayarte más temprano.

-¿Es un reto? -dijo interesado.

-Es la verdad. -al decir eso me cargó apoyandome contra el árbol de al lado, y me besó tan apasionadamente que sentí como mi cuerpo vibraba entre sus brazos, mis piernas comenzaron a temblar mientras alcanzaba a llenar mi cuello besándolo.

-Entonces ya gané el reto.- dijo mirandome con la respiración entrecortada.

-No es justo...

-Nada es justo en esta vida china... -y acabando de decir esto, volvió a sujetarme con fuerza, presionó su cuerpo contra el mío exactamente esa parte más sensible y placentera. Y mientras a mi se me escapaban los gemidos y aprisionaba su cuello marcándolo como mío, él no dejaba de llevarlo repetidas veces contra mi.

Hasta que en un momento los dos acabamos extasiados de placer sin ni siquiera desnudarnos, era increíble la manera en la que nos compenetrabamos.

Más tarde ese mismo día, él me acompañó hasta la Yorozuya; tuve cuidado de no hacer ningún ruido pero al momento de cerrar la puerta, escuché a alguien gritando afuera:

-China te acuerdas esa vez en el barco, lo que dije... es cierto.

¡Te tomaré como esposa!

Luego de eso hubo un silencio absoluto, sólo se escuchó el sonido de la puerta al deslizarse y un ¡SI MÁS TE VALE QUE LO HAGAS! de parte mía.

Todo se selló en ese instante, nuestras miradas se cruzaron una vez más y una sonrisa se asomó en nuestros rostros, el suyo brillaba con destellos azules reflejados de la luna y yo agradecía ese momento en el que todo era tan perfecto.

"Mi corazón brillará algún día,
cuando estés conmigo.
No importará aún si mis lágrimas se secan,
cuando estés aquí.
Aunque me espere una noche tormentosa y aún con el sol reventando, estaré bien".
Anata- L Arc en Ciel

ENAMORADA DE UN DEMONIO (okikagu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora