Llego corriendo a casa, sin importarle con quien chocaba, o a quien golpeaba, sólo quería huir de ahí, y no volver a encontrarse con la mirada aterrada de la persona que más quería en este mundo. Sus lágrimas resbalan con temor de sí mismo, con el temor de dañar a esa persona, que sólo había intentado amarlo y comprenderlo, pero sin embargo... no lo había logrado.
Porque Rubén era algo más, tenía un monstruo interno, uno bajo su cama, que le hacía actuar de esa manera tan... enfermiza, tan desquiciada y tan horrorosa. Si se lo proponía podía matar a cualquier ser vivo que se le cruzase en el camino, pero él se detenía por alguien... por esa persona que sólo le mostró comprensión, y había tratado de hacerle reaccionar. Había fallado, y de la forma más horrible... mostrándole a Miguel, lo que realmente es.— ¿Rubén? ¿Qué haces aquí? —ni siquiera miro a su madre cuando llego, sólo pasó de lado, subiendo a su habitación y cerrando la puerta con fuerza anormal, haciendo que sonara el fuerte golpe por todo el lugar.
Su madre espantada solo pudo pensar que el pobre chiquillo había sido atacado por el demonio interno dentro de su hijo. Sus ojos se humedecieron una vez más. Sacudió la cabeza, tratando de alejar los pensamientos más crudos y viles contra su hijo. Porque cada vez que crecía, sus "poderes" se desarrollaban junto con él, haciéndolo aún más peligroso de lo que ya era.
— ¡¿Por qué Mierda no me dejas en paz!? —Gritaba como loco en su habitación, levantando con su molestia los muebles y objetos al aire, flotando—, ¡Déjame ser feliz! ¡¡No me hagas pensar en dañar a Miguel!! ¡¡No lo hare jamás!! ¡¿Entiendes!? ¡Jamás! —los pequeños muebles de madera impactaron contra la pared, algunos rompiéndose y otros cayendo al suelo con fuerza.
No quería, su mente daba vueltas, y sus ojos soltaron lágrimas de impotencia.
—No lo voy a dañar—susurro cayendo de rodillas al suelo—, el... el sólo estaba molesto, además le hicimos daño a su madre...
-Se lo merecía... esa mujer nos miro mal Rubén, nadie nos puede rechazar, que te quede claro...
La escucho, hablando tan arrogante, tan segura de dañar a quien sea que los molestara. Pero no permitiría que lo dañara...
-No, Rubén, yo no lo voy a dañar... ambos lo haremos tarde o temprano... igual que como hicimos contra tu padre... y esa niña en tu colegio...
—No... No lo voy a hacer... ¡Nunca!
Sus ojos se cerraron, cayendo inconsciente en el suelo, dejando a su mente descansar después de todo lo ocurrido.
(...)
Su mirada estaba fija a la calle, mirando por el gran ventanal en la nevería donde supuestamente se vería con su pareja. Estaba serio, y bastante dolido por la actitud "diabólica" que había poseído a Rubén en su casa. El sólo quería regañarlo, mostrarle que estaba mal lo que había hecho, pero termino por irse corriendo de casa, con los ojos negros y con el cuerpo temblando. Froto sus ojos, tratando de alejar la imagen aterradora de su novio. Lo vio entrar, con una sudadera oscura y con la capucha cubriendo su cabello castaño. Sus miradas se encontraron, y Miguel rápidamente la bajo, temiendo encontrar la mirada oscuro de ayer.
—Hola...—murmuró tomando asiento frente al pelinegro.
—... Hola. —no sabía ni por qué había decidido mandar el mensaje, donde lo citaba a esta incómoda cita. Sólo quería verlo, saber que estaba bien—, me alegra verte.
Rubén sintió paz al escuchar el susurro de su novio, y tuvo la necesidad de besarlo, pero no pudo. No quería acercarse a él, no quería despertar al monstruo.
—Igual a mí... —no sabía que más decir, se sentía sofocado entre tanta gente y más con los largos silencios que su pareja dejaba en la conversación—. ¿Quieres un helado? —preguntó casi con la necesidad de hacerlo.
Miguel miro a la gente comiendo, y a decir verdad, su estómago se revolvió. No sabía si era por los nervios o por otra cosa, pero realmente no se le apetecía algo así. Negó, mirando nuevamente por la ventana. El castaño soltó un suspiro largo, y se dijo a si mismo que era momento de hablar...
— ¿Miguel? Ammm—no sabía cómo empezar, sólo quería decirlo y huir como anteriormente lo había hecho—, creo que es mejor que ambos nos demos un tiempo... bueno, en nuestra relación, es obvio que nos veremos en el colegio, pero bueno.... creo que me entiendes...
Respiro hondo una vez al terminar de decir aquello. Lo dijo tan apresurado que se sintió levemente mareado. Miguel lo miro con una ceja levantada, sus ojos se aguadaron pero no lloro, sólo asintió. Su corazón se rompió realmente, el mismo se había prometido ayudarle, salvarlo de eso... pero se dio cuenta de que no era sólo su chico.
—Supongo que no tengo nada más que hacer aquí—susurro pasando saliva, tratando de quitar el gran nudo en su garganta—, nos veremos en el colegio Rubén.
Y tras esas palabras, el ojinegro abandono el local, dejando al castaño con un gran dolor en el pecho. Había experimentado la ruptura, el final de una relación. Se sentía agobiado, afligido, y sobre todo, roto. Ese joven chico de cabello negro y gafas grandes hacía que su mente se reparará, que su corazón aterrado, tuviera paz, fuerza y cariño.
Ahora que no estaba su pequeño pelinegro para ayudarlo... ¿Cuál era el siguiente paso que Rubén debería dar?
Note:
Nuestro Rubén esta creciendo y con ello sus poderes que no sabrá manejar, ni controlar. es por eso que es peligroso :)
Nos vemos el próximo Domingo <3