Tráiler ~
Prendió la consola, pasando los controles a su amigo Guillermo, que había venido a jugar un rato a su hogar. Obviamente la señora Rogel lo recibió con gozo a la casa, pues le alegraba que Miguel tuviera más amigos cada vez, apartándose del castaño. Eso era muy bueno, y se sentía feliz por su hijo. Ambos comenzaron a jugar, presionando los botones de color para que el jugador hiciera movimientos. Ahora Miguel se sentía más a gusto junto a Guillermo, que alegre reía a su lado.
— ¡Chaval! Me has vuelto a ganar—decía aventando el control a la cama. Miguel sonrió dejando el control de lado.
—Para que veas que soy genial en estos juegos—y para que mentir, era cierto. Guille río golpeando suavemente el hombro del ojinegro.
Recordó el momento en el que enseñó a Rubén usar el control, pues era peor que un manco, presionando rápidamente el botón con la "A" pintada de color verde. Recordó cómo pasó sus brazos su cintura delgada y le enseñó cómo usar los botones para disparar y atacar con el cuchillo. Era gracioso cuando mataba a alguien, se emocionaba y no dejaba de gritarle lo que había hecho. Eso era un juego inocente, pero ahora temía el volverlo realidad.
— ¡Tío despabila! —Agitó su mano frente el rostro serio de Miguel—, ¿En qué piensas?
No estaba del todo seguro, así que prefirió cambiar el tema, mintiendo sobre qué era un trabajo del colegio que no le dejaba tranquilo. Guillermo inocentemente le creyó, y ambos volvieron a retomar el juego en la gran televisión.
...
-El pensó en ti. Vaya... parece que aún lo tienes enganchado.
Recostado en el pasto verde de su patio, miro el cielo azul mientras escuchaba a la voz decirle lo que hace unos segundos había hecho Miguel. Sonrió mirando las nubes corridas a causa del viento fresco de invierno. Como pueden sacarse esos recuerdos de sus mentes, aunque fue poco tiempo, ellos sentían que había pasado años... tantos recuerdos hechos en tan sólo unos meses. Demasiado para olvidar tan fácilmente.
-Sigues dándole vueltas al mismo tema... porque no sales y consigues otra... u otro...
—Sólo tengo quince años, no exageres—rio suavemente sin apartar la vista del cielo azul—, Me alegra el saber que aún piensa en mí.
-Sólo han pasado cuatro días, no exageres.
Dijo en burla, tratando de imitar la voz ronca de Rubén. Miguel no tuvo el coraje de intentar arreglar sus problemas, pues aunque lo quisiera con toda su alma, no podía arriesgar a su familia. Porque aunque no se notará, Rubén se estaba acabando por dentro, no podía sólo negar y decir que todo estaba bien, él era el peligro andante.
—Hijo—escucho la voz quebrada de su madre detrás de él. Levanto el rostro y fijo su mirada penetrante en su madre, esta siseo entre dientes—, no-no crees que es hora de buscar ayuda.
Rubén alzo una ceja sorprendido, su madre mantenía su vista baja, oculta de los orbes verdes de su hijo, no quería que reaccionara mal, mucho menos que se sintiera ofendido por su decisión. Evitaría cualquier comportamiento negativo de Rubén y para eso, necesitaba ser fuerte, mantenerse firme, no debía demostrar enojo y mucho menos, miedo.
— ¿Qué? —Cuestionó incrédulo—, te refieres a... ¿ayuda... psicológica? —si bien, las palabras salían con mucha ironía de parte de la boca de Rubén, su madre (por primera vez) levanto la vista, observando la confusión en los ojos verdes, levemente rojizos de su hijo.
—No me hagas repetirlo una segunda vez, sé que me entiendes muy bien—dura, sin miedo, camino hasta quedar frente a Rubén –quién se había levantado al escuchar las severas palabras de su madre –para encararle.
El castaño se sorprendió por la valentía de su madre, solo una persona se atrevió a encararlo así, y esa persona lo había dejado, o más bien, el mismo Rubén lo había dejado.
-¿Cómo dejas que te hable así?
No escucho, ni tampoco actuó. La voz se disperso de su cabeza. Bajo la cabeza y asintió muy lentamente, entrando nuevamente a la casa, siendo seguido por una valiente y agradecida madre.
[...]
Miro por la ventana, con unas fuertes ganas de ir a verle, de abrazarlo y prometerle que lo ayudaría. Sabía bien que algo agobiaba la mente de su ex novio, no podía ser sólo él y sus reacciones, sentía que a Rubén le rodeaba algo más. No podía explicar el porqué su espejo se rompió de esa manera, tampoco pudo explicar a su madre lo que había pasado. Sentía que alguien lo observaba, también sentía que alguien estaba a un lado de Rubén, no lo podía ver, sólo sentir. Estaba aterrado por pensar esas cosas, pero lamentablemente sentía la fuerte necesidad de ver si estaba bien. Tenía que saber qué era eso que atormentaba a Rubén.
Nota:
Gracias por todo el apoyo<33 Un abrazo.