Capítulo 1 -Por siempre amigas

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Desde que nací, en la vida, he salido con alguien o he tenido pareja, la única persona que se acerca a ello ha sido mi mejor amiga Amanda Trisser. Ella es una chica sensible en el amor y dura cuando debe serlo. Es hermosa y atractiva. Su cabello cobrizo, brillante y suave destaca con su piel morena, sus ojos verdes con tonos amarillos y sus labios rojizos.
En resumen, todos los chicos harían lo que fuera para pasar un solo segundo con ella.

Es con la única chica que he tenido algún tipo de relación porque ella me hace feliz y no quiero tener una mala vida ya que es corta y, más para mí ya que tengo un tumor cerebral pequeño que los enfermeros no me lo pueden quitar por que es muy pequeño y habían riesgos de que se pudiera dañar parte de mi cerebro sano, me dieron opciones para elegir y fue esto lo que dije:

-Prefiero vivir una buena y corta vida contando con aventuras, que pasarme el tiempo en una cama medicándome sabiendo que igualmente, antes o después, mi vida concluirá.

Os preguntaréis quien soy yo ¿verdad? Y si no igualmente os contaré, porque de eso trata ¿no?

Mi nombre es Sabrina, mi pelo es rubio y ondulado, soy de una altura normal, mi piel es morena, mis ojos son azul cristalino con tonos naranjas.
Soy simpática y amigable (agresiva y no amistosa, en ocasiones). Yo soy una más del montón... y además soy vergonzosa, (a un grado superior) pero cuando quiero me dejo ver. Ya entenderéis esto último.

Segundo trimestre. Finales de Invierno.

Me levanté como todas las mañanas buscando mi ropa porque todo está desordenado. Entré en mi propio baño, me di una ducha caliente y rápida, me vestí lo más rápido que pude porque siempre me retraso, me puse unos vaqueros ajustados y una camiseta ancha blanca que pone «solo dadme un beso» en letras rojas y unas vans negras. Me hice una coleta con mi revoltoso pelo y salí al salón a coger la mochila.

-¿No desayunas hija?- Me preguntó mi padrastro como todos los santos días.

-¿No ves que llega tarde? Como siempre-. Le dijo mi madre señalándome. Cogí una tostada con aceite y sal y empecé a comerla.

-Pero ha terminado antes que otras veces, tiene tiempo-. Continuó él con el periódico en mano. Mi madre se levantó yendo a la cocina, la seguí y allí me entregó un baso reciclable lleno de café con un poco de leche.

-Gracias mamá-. Le dije con la boca llena o eso intenté decir. 

Me dirigí al recibidor, allí cogí las llaves y me coloqué la mochila en la espalda despidiéndome de mis padres. Fui hacia el ascensor y apreté el botón aún con la tostada en mi boca y el café en mano.

Cuando entré, el ascensor se paró en la tercera planta, un chico de mi edad, moreno, alto, el pelo castaño con alguna mecha rubia, rapado por detrás y los lados, con unos hermosos ojos de color miel que me derretían por dentro, entró colocándose a mi lado derecho.
Que yo recuerde nunca le he visto en la finca.
Miré el reloj y vi que salí un poco más pronto de lo habitual, como dijo Francis, mi padrastro. Me coloqué en una esquina y él en la otra.
Noté que sus ojos estaban posados en mí, me giré para verlo y acerté, enseguida volví a mirar el suelo ya que me incomodó, al verle bien el rostro noté que era un chico lindo.

Cuando salimos fuimos los dos en la misma dirección.

-¿A qué instituto vas?- Me paré al instante tras esa pregunta.

-Al del centro-. Respondí con timidez y arrugando mi frente.

-Yo voy allí. ¿Tienes auto?- Negué con la cabeza como una tonta. -¿Te llevo?- Le miré con una cara dudosa. -Venga, vas a llegar tarde y nunca tienes más oportunidades como esta.

-Vale-. Él sonrió. Esperé a que saliera con el auto del garaje. Cuando ya estuvo fuera me sorprendí de lo hermoso que era.

-¿Te gusta?- Afirmé con la cabeza. Era un descapotable negro, pero no reconocí la marca, brillaba como si fuera nuevo. -¿Cómo te llamas?- Me senté en el asiento del copiloto. -Yo soy Samuel, pero me puedes llamar Sam, como mis amigos.

-Soy Sabrina-. Mi cara era de confusión. -¿Porqué nunca te he visto?- Abroché mi cinturón y rodé un poco para verle la cara.

-Porque eres muy lenta-. Se rió formando una perfecta sonrisa con los labios sellados y se giró para verme porque estábamos parados en un semáforo. -Yo te he visto varias veces paseándote por el instituto entre clases.

–¿Entonces porque me has preguntado a donde voy si ya lo sabes? – Pregunté dudosa. Lo que no entiendo es que hay gente en el instituto que cree no haberme visto en la vida y me ponen el mote de La nueva, pero está él, junto a mí, un chico que me recuerda a los "Play Boys" que cada vez que doy una vuelta por el instituto se fija en mí.

–No sé–. Levanta los hombros en respuesta. –Para entablar una conversación. ¿Entonces...?– Quiere que diga lo que iba a decir antes de que se me pasara la anterior pregunta.

-Es que soy la encargada de las tizas y de los papeles de asistencia en clase.

-Yo también-. Empieza a conducir de nuevo y mira al frente.

-Es-. Dijimos los dos al unísono. Agaché la cabeza y entrelacé mis dedos pegando las dos palmas de las manos. –Para dar una vuelta sin que nos digan algo–. Continúa él. Le doy una corta sonrisa en respuesta a que yo iba a decir lo mismo.

Entramos al parking privado solo para el instituto.

-Llegamos-. Dijo aparcando en el único lugar libre y más cerca de la salida.

-Gracias, Sam-. Sentencié nuestra conversación despidiéndome de él.  Salí del coche y me dirigí a la parte trasera del coche para coger mi mochila, la apoyé en mi espalda y me despedí de nuevo con un movimiento de mano. Me senté en las escaleras de la puerta de entrada para esperar a Amanda.

...

Íbamos en dirección a la cafetería para almorzar mi amiga y yo riendo por tonterías.

-Ha sido extraño-. Dijo Amanda de repente. Yo alcé una ceja preguntado el qué. -Que llegaras antes que yo, o que mucha gente. Dime, ¿quien te ha traído? ¿Tu madre? - Negué con la cabeza y sonreí. -¿Tu padre?- Volví a negar. -¿Alguien?- Arrugué mi frente extrañada. -¿Quien?- Mi sonrisa volvió haciendo que parase en medio del pasillo. -Yaa... Loo... Sé-. Se paró delante de mí para esperar mi respuesta. -Pero dime igual.

-Sam-. Se puso pensativa. -Su coche es el descapotable negro-. Le miré de una manera en la que supo inmediatamente que era lo que pensaba. Puso sus ojos en blanco.

-Creo que es el capitán de rugby del instituto, muchas chicas están por él. Luego te enseño quien es, haber si es el mismo-. Quedaban dos pasillos para bajar las escaleras al primer piso. -¿Quien se fijaría en ti?- Le miré seria. -Vale, mala pregunta. Mira, yo soy la subcapitana del equipo de animadoras-. Olvidé comentaros eso. Ella articulaba con las manos mientras hablaba. -Los chicos babean al verme y a mí no me gustan esos tipos de chicos. Tengo una idea, cuando veamos algún chico o lleguemos a la cafetería nos cogemos de las manos y nos hacemos pasar por lesbianas, así los chicos se fijarán en ti.

Mi amiga es un poco rara, le gustan los retos, por eso solo va a por los chicos que no están interesados en ella.

-Estás como una cabra, amiga-. Le separé de mí. Mi mirada se quedó en ella al igual que la suya en mí, entonces empezamos a reír, no me abría extrañado que nuestras risas llegaran a la otra parte de la ciudad.

-Lo sé. Solo quería saber que cara pones–. Ella mantenía su mano apretando su estómago porque le dolía de la risa. –Y...– Tocó con su dedo índice mi nariz, entonces la arrugué. –ya la he visto–.

Ella me hace la vida más fácil y divertida, es como una hermana para mí, cada paso que da ya tiene significado en mi vida, cada palabra que dice me revuelve la vida, y por eso la quiero, la quiero como es.
No la cambiaría por nada del mundo y menos aún porque cuando se enteró de mi problema no cambió, lo afrontó y se quedó a mi lado, porque ya lo veis, aquí está.

Pero hay una cosa que tengo que decir, no soy nueva en este instituto, pero es que mi problema es que me aferro a las personas que conozco y no me suelto. Por eso hay gente que ni siquiera sabía que existía porque no tenía la intención de saber quien es.

No Entiendo De Besos #1 (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora