La Niebla Negra se movía por el bosque, veloz y misteriosa como siempre, pero esta vez había algo distinto.
Tres jinetes de negra armadura corrian con la niebla, intrepidos y escurridizos, se ocultaban en su oscuridad para evitar a quienes eran sus persecutores. Una multitud de hombres y mujeres a caballo y a pie, corriendo detras de los jinetes con blancas y pulcras armaduras, mientras que otros menos ocupaban armaduras negras parecidas a las de los tres jinetes en fuga. Algunos se atrevian a cruzar la niebla, otros se mantenian a un lado de las luces que la disipaban, pero otros se quedaban cerca de la presencia de tres imponentes dragones, uno mas grande que los otros, con lomos cubiertos de un cabello lozano y terso, blanco y resplandeciente, semejante al sol. Sus escamas eran doradas, sus ojos azul cielo y sus garras turquesa al igual que las mebranas de sus alas, el llamado "Tesoro del cielo y la tierra", el inmaculado dragon dorado. Quienes le acompañaban eran dos dragones negros como la noche, pero de menor tamaño y majestuosidad, sin melena ni alas, jóvenes a diferencia del dragon dorado, quien ya tenia mas experiencia y años de vida sobre si.
El destino de los jinetes era desconocido para todos, pero el Tesoro tenia una idea de sus intenciones,y se aprovecharia de eso.
Mientras, los tres compañeros de armadura negra se daban vueltas sin sentido, desaparecian por un lado y aperecian por otro. Habian estado huyendo por horas y sus caballos no se cansaban de correr. Pronto, los que se adentraban a la niebla enloquecian y parecia imposible lograr atrapar a los jinetes. Y la verdad era que la Niebla, mentirosa como siempre, engañaba a quienes entraban y a quienes la miraban. Ella estaba llena de ilusiones y espejismos, de monstruos inexistentes y peligros que nunca fueron. Ni si quiera el Dragon Dorado podia discernir bien los engaños de la verdad, a pesar de mirar todo desde arriba, la niebla era impenetrable para sus ojos.
Los tres jinetes, en realidad, habian llegado hace tiempo a su destino, y entre las montañas que rodeaban, interrumpian o eran parte del bosque, existia un sistema de cavernas que habian estado ocupando para ocultarse de sus perseguidores. Cada montaña estaba unida por este sistema, y si no lo conocias bien, te perdias en el. Ciertos puntos de las cuevas tenian baldosas y adoquines. En su tiempo estos eran lugares muy concurridos, pero en el momento que los jinetes pasaron solo fueron un recordatorio de la desolacion que habian vivido recientemente.
Sus pasos resonaban con eco en las baldosas, mientras pasaban por las casas y edificios hechos en la misma piedra de la montaña, pulida y labrada, eran obras de arte, una arquitectura unica. Pero estaban todas vacias, abandonadas, eran recordatorios de un pasado fructifero, dignos de la meloncolia de quienes ahora mismo pasaban a su lado.
El eco llego a los oidos de dos guerreros que esperaban intranquilos a los jinetes, y apenas escucharon los pasos acercarse por las cavernas se pusieron en guardia. De la cueva salieron al exterior los tres compañeros al encuentro de los dos guerreros, quienes bajaron sus armas y dieron suspiros de alivio al ver la llegada de sus amigos.
Ambos se acercaron a su encuentro y, cubiertos por la niebla, se abrazaron bajo los arboles nevados, haciendo sonar sus armaduras con los gestos de afecto que hacian chocar las piezas de metal.
-¿Creyeron que no lo lograriamos?- pregunto la jinete lider, dirigiendose al imponente caballero negro que habia estado esperando en la intemperie junto a su compañero de armas.
-Jamas dudamos de ustedes.- mintio el caballero. Su nombre era Todesritter, el temido coloso de la muerte, quien se imponia sobre todos sin excepcion con su desmesurado tamaño.
Desde atras, el versatil y mortifero guerrero, de nombre Pesménos, dejaba de tensar su arco al ver que eran sus amigos los que habian arribado. Pronto se unio a los brazos y se apresuro a besar a la Jinete, la cual gustosa devolvio el beso, pero lo corto rapidamente y se dirigio a sus compañeros.
Los otros dos jinetes, Rosa Nera, el maestro de la guadañas, y Omnimancer, el mago universal, se acercaron tambien, agitados por la intensidad de la persecucion.
Rosa Nera se acerco mas a la jinete y le dio una mirada llena de cariño y compasion antes de colocarse la capucha de sus atuendos escondidos bajo su armadura. Pesménos se coloco al lado de su compañero encapuchado, asintio con la cabeza a la jinete esperando ordenes junto a los demas y escucho atentamente a lo que la lider del grupo tuviera que decir. Apartandose de los demas, Hydra Venganza les hablo:
-Creo que todos tenemos claro que viene ahora no?-
-Claro como el agua, jefa.- respondio Todesritter hablando por el grupo.
-Entonces saben como esto termina...-Todos asintieron de manera funesta ante la declaracion de la lider. Todos bajaron un poco la cabeza, incluyendo a Hydra.
-Sigamos, pues, con lo que el destino nos tiene preparado.- Hydra alzo desde su espalda a las cadenas serradas de su armadura unida simbioticamente a si cuerpo. Las cadenas se alzaban sobre su cabeza como serpientes esperando a morder a quien su dueña les ordenase. -Escuchemos las ultimas palabras del maestro antes de terminar nuestras historias.-
Asi Hydra, Rosa Nera, Pesménos, Todesritter y omnimancer, los ultimos 5 miembros leales de la orden de las armaduras negras, se adentraron una ultima vez a las cavernas de las montañas, a la guarida del mas anciano Dragon Oscuro, el unico que aun juraba lealtad a la causa de la orden que su misma raza habia creado y luego dado la espalda.
Los cinco miembros entraron a la camara subterranea del dragon, donde este esperaba a sus seguidores, erguido con orgullo al reflexionar mientras miraba la muralla. El rechinar del porton abriendose y la luz que se colaba por la misma entrada hicieron al dragon voltear y salir de sus pensamientos. Se dio media vuelta y observo a sus cinco seguidores arrodillarse y jurar lealtad a la causa de la orden, con humildad, altruismo y disposicion a hacer todo lo necesario.
-Levantense Armaduras Negras, ya no son necesarias las formalidades.- mientras los cinco se levantaban atentos a las palabras de su maestro, este continuo sus palabras. -Saben que lo que la causa requiere hoy va mas alla de nuestra capacidad, nuestra orden ya ha desaparecido con excepcion de nosotros.
"Los seguidores de El Tesoro han minado la lealtad de aquellos quienes se decian Armaduras Negras. Hemos sufrido tracion tras traicion, pérdida tras pérdida. Mas, la causa no ha cambiado. Nuestro juramento sigue intacto, y nuestras lealtades estan con el bien comun.
Le somos fieles al equilibrio y la igualdad.
Prometimos preservar el orden. Nos encargamos de proteger al debil.
Pero jamas dijimos como lo hariamos...Equilibramos forzando la balanza.
Traemos orden mediante el caos.
Protegemos a los demas eliminando a quienes les hacen daño.No somos heroes... somo hacemos el trabajo...
Se que ya saben esto... pero aun no estoy seguro si merecemos esto o no...
Sea cual sea la respuesta, hemos hecho muchas cosas como para morir hoy. Seremos inmortales. Nuestra vida se quedara en el corazon de las generaciones venideras y en nuestras leyendas que seran oidas por millones.
Si no es asi... me encargare de que vivan de cualquier otra manera...
...
Solo hare el trabajo..."
El dragon, al terminar sus palabras, inclino su cabeza en forma de reverencia a sus seguidores, un gracias silencioso por el servicio que prestaron a la orden en sus mejores dias.
Los cinco Armaduras devolvieron la reverencia de manera solemne y la niebla inundo la camara del dragon, junto a un espiritu de gratitud y realizacion. No estaban arrepentidos de nada, al contrario, estaban orgullosos de quienes eran y de lo qur habian hecho por el bien mayor.
-Viviremos por siempre, en nuestras alma, en los corazones o en las leyendas. Nos da igual.-
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El Clan de Las Armaduras Negras
Short StoryEn tiempos remotos, hubo un clan que se dedico a mantener el equilibrio por la fuerza. Su presencia era imponente, tenebrosa y funesta. Un aura negra siempre acompañaba su andar, y algunos dicen que incluso una neblina negra presagiaba su llegada. L...