Lección 8

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Hi everybody! Ya llegué para divertirlas un poco con las desgracias que viven el trío de idiotas. ¿Y por qué no? Un poco de Kamaho celoso y posesivo para todas. Bueno, desde ya anuncio que este mini fic está próximo a terminarse. Tal vez le queden dos o tres capítulos más.

Los roces del pasado continúan siendo los conflictos del presente

—¿Ya podrían dejar de verse tan patéticos? Su actitud comienza a ser insoportable hasta el punto de querer mandarlos al infierno —decía Tsukuyo tras el largo silencio que se creó desde que regresaron a casa y encontró a ese grupo de hombres sentados alrededor de una fogata, luciendo como los últimos sobrevivientes de un holocausto zombi.

—Hasta les trajimos algo para que cenen. —De la mano de Nana pendía una bolsa plástica con la comida de esos tres idiotas.

—Si continúan así se la daremos a Masamune. —Kagura no tenía tanta paciencia como para aguardar a que respondieran; vilmente ya le había dado todo lo que compraron a ese perro gigantesco—. ¿Quién ha sido un buen muchacho? ¿Quién se encargó de cuidar de la casa mientras no estábamos? ¿Quién es la cosita más adorable que hay en el universo? —Nada como la encantadora escena de una pelirroja acariciando a una bestia interestelar capaz de cargarse a una ciudad entera.

—¿Qué es lo que apesta tan mal? —Respingaba Kyōhei con la nariz tapada. El resto había hecho lo mismo.

—Son ellos tres —respondía Shinya—. Seguramente porque fueron orinados y no pudieron quitarse la pestilencia de encima.

—¿Han escuchado lo mismo que yo? Suena como a voces lejanas, familiares... Eso es imposible, ¿no? Después de todo fuimos abandonados hace tanto tiempo atrás que de seguro ya estamos oyendo cosas que no —mascullaba Gintoki sin verlas, con su mirada de pescado muerto colocada en el fuego abrazador.

—¡¿Por qué demonios no se dignan a mirarnos?! Está claro que estamos detrás de ustedes y fingen demencia. —La kunoichi poco le importaba clavar una y otra vez sus armas sobre la espalda de su idiota esposo.

—Ya han transcurrido cuarenta días y cuarenta noches desde la última vez que vimos otro ser humano. Es imposible que ahora estemos escuchando voces, Gin-san —expresaba Shinpachi con la mirada pérdida, como si su cabeza estuviera en otro lado.

—Solamente nos fuimos por un par de horas. ¿Qué clase de noción del tiempo poseen? ¿Tanto les afectó ser orinados por un perro? ¿Acaso sus amiguitos se hicieron tan pequeños que solamente con lupa los pueden encontrar? —decía Nana para todos en general.

—¿No creen que deberíamos abandonar el refugio y buscar más vida? Seguramente no hayamos sido los únicos supervivientes. Posiblemente encontremos a más gente que se piensa que es la única sobre la faz de la Tierra... Necesito usar los nuevos nudos que he aprendido o me volveré loco.

—¿Por qué no te amarras a ti mismo y te azotas tan duro como para que dejes de estar parloteando? ¿Por qué no sodomizas a esos dos que tienes a tu lado? ¿Por qué no simplemente mueren y desaparecen? —parlaba Kagura para ese despreciable policía.

—¿Qué fue lo que sucedió aquí? La casa está completamente destruida y por alguna razón esos tres lucen como si hubieran sido abusados. —La voz de Oshin atrapó la atención de todos.

Ya estaban de vuelta y eso podría significar ciertos problemas.

—¡¿Por qué finges como si no pudieras deducir qué fue lo que pasó aquí cuando estás viendo a tu «pequeña mascota» como si te sintieras orgullosa de ella?! ¡¿Es que te haces la loca para no indemnizarnos?! ¡¿Es que no eres una dueña responsable?¡ ¡¿Y por qué demonios demoraron tanto?! ¡¿Es que fueron demasiados rounds?! ¡¿Es que acaso el haber estado tanto tiempo lejos de casa le abrió otra clase de apetito a tu hombre?! —La lengua suelta de Sakata tuvo como castigo el volver a ser enterrado en el suelo; algunas personas simplemente no entendían.

~Shiny Days~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora