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Local de comida. Colonia Colindante a la Zona Céntrica de la Ciudad. 5-Nov.

Son las 16:20 p.m. cuando Antonio apenas almuerza, tiene vendado el hombro izquierdo pero el uniforme lo oculta. En la clínica a la que acudió, un conocido suyo le recetó medicamentos fuertes para el dolor; nunca asiste con el doctor de la Estación Policiaca. Antonio dijo sentirse mejor y regresó al trabajo; Agustín no le creyó y trató de convencerlo en quedarse a descansar, pero no logró convencerlo.

El lugar está dentro de la zona que patrullan, sólo vienen un día a la semana, nunca es el mismo para que algún maleante no se aprenda su rutina; nunca platican cuando comen. Antonio ve a Gus muy pensativo por lo ocurrido hace un par de horas. El delincuente que se suicidó era la clave para conectar a sus compañeros corruptos con el crimen organizado, pero ahora todo está en pausa; después de que ellos dieron su declaración, el sub comandante dijo que se encargaría de lo demás.

Antonio ya está satisfecho y retira el plato, mientras espera al joven se concentra en la nota informativa que aparece en la pantalla. La noticia habla sobre la legalización de sustancias prohibidas allá en CDMX, esto arrastra una polémica desde hace meses. Se menciona que los legisladores tras varios días de reuniones, aprobaron la ley que permite el uso de ciertas drogas en centros establecidos de la capital del país; provocando que grupos de personas se manifestaran. La pantalla muestra a un grupo de policías vigilando el edificio donde se llevó a cabo tal resolución.

Algunas personas a su alrededor dejan sus asuntos para comentar lo que acaban de oír, la mayoría está en contra de la ley, el lugar se llena de murmullos. La mesera aprovecha para recoger algunos platos vacios y ofrecer cigarros. Por su parte, Antonio piensa que deben abrirse ante esa posibilidad, buscar nuevas rutas de solución cuando las aplicadas no son eficientes, pero con una ley mediocre no será suficiente para entrar de lleno a esos terrenos. ‹‹La droga es negocio pa mucha gente: polis, soldados, políticos, casi todo el mundo está metido, entons no le conviene a nadie este asuntito. Mientras esté penalizada, la guerra está perdida. Las juertes deben estar controladas, las 'ligeras' vigiladas como el chupe. ›› Piensa Antonio, pero no le gusta hablar mucho del tema y menos frente a Gus, porque siempre terminan con ideas encontradas, y no tienen ganas de discutir.

La radio de la patrulla, que está pocos metros del local, los llama de un momento a otro. Antonio que está familiarizado por muchos años con el sonido del transmisor, se levanta de la silla de plástico y se dirige a la unidad, siente las miradas de los clientes al pasar entre ellos, otros incluso dejan de hablar; la reputación de los uniformados en estos tiempos ha caído muy bajo. Abre la puerta de la patrulla, toma el radio y responde, mientras espera a que contesten echa un vistazo a su alrededor; la voz de una mujer da el reporte de robo a un local en el mercado más cercano. Antonio confirma y cuelga, después silba con un tono particular a su compañero para marcharse de inmediato.

Agustín toma el vaso y bebe toda el agua que puede, saca dinero del bolsillo del pantalón y se levanta a pagar. Una de las chicas que atiende, al momento que escuchó silbar al policía, ya sabía de qué se trataba. Deja sus labores y entrega el cambio a Gus, también le regala la especialidad de la casa: dos buñuelos de horóscopo que ella misma hace. El joven se despide, ella le sonríe.

Gus camina entre las mesas, se siente observado pero lo deja de lado al abrir uno de esos buñuelos a las que es adicto; mientras desdobla el papel termina de comer las boronas. Es un mensaje inusual, es grande a comparación de los que ha leído antes, está formado por tres líneas escritas a mano:

                       Hay personas que despiertan, con la intención de cambiar su vida.

                       Hay personas que despiertan, con la intención de cambiar la vida.

                       Hay personas que despiertan... y saben que alguien arruinó su vida.

Agustín se detiene en seco y se gira para ver a la chica, ella sólo le dice adiós con una mano.


PsicotinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora