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                Hoy es noche de fiesta. Chile le ganó a España y estamos en octavos de final, suficiente motivo para celebrar. Con las chiquillas nos arreglamos para la noche o bueno ellas me arreglaron a mí, me maquillaron y me hicieron ponerme un vestido y unos tacos de perra. No me sentía cómoda con ese vestido, pero no podía discutir, mis amigas no me iban a dejar sacármelo.

Cuando llegamos a la disco estaba llena de gente, en algún momento perdí a mis amigas, por lo comencé a caminar por la pista de baile en busca del Charles hasta que finalmente lo encontré sentado junto al Queno y el Edu mientras tomaban no sé qué.

—¡Miren quién llegó aquí! La pendeja del Charles— dijo el Edu, mi cara de nada estaba de espaldas por lo que se tuvo que girar para poder verme, sus ojos recorrieron lentamente mi cuerpo, provocándome un escalofrío. Su mirada quemaba—Tú no deberías estar aquí, este lugar es para personas legales— me sacó la lengua, se ganó un paipe de parte del Queno. Aunque en verdad tenía razón yo no tenía los dieciocho, pero mis amigas sedujeron a los guardias y nos dejaron entrar. No sé cómo lo hacen, si yo viniera sola nunca podría entrar.

Culiao pesao...— dijo el Queno— oye Charles hueón ¿Qué te pasa? — el Charles estaba como hipnotizado, no me quitaba los ojos de encima.

—Ya lo perdimos— dijo el Edu— tenemos dos opciones o que se ponga todo hueón enamorado cursi o que se lo lleven preso por caliente—El Charles reaccionó y le pegó con fuerza en la cabeza al Edu— ¡Auch! Culiao violento.

—Eso es para que dejís de hablar hueás...—se paró de su asiento y se puso frente a mí— te ves hermosa pendeja— me sonrió, yo le devolví la sonrisa.

—Gracias, tú te ves muy guapo también— y era verdad, siempre andaba con sus buzos de la selección, y ahora andaba vestido con ropa normal, se veía muy bien así. El Edu resopló ante mi comentario.

—Cursis...— dijo. El Charles lo fulminó con la mirada.

—¿Vamos a bailar pendeja? — me preguntó mi carita de nada. Asentí. Así que tomé su mano y nos dirigimos a la pista de baile. Estaba lleno de gente, pero eso no importaba, lo único que me importaba era que estaba ahí junto a Charles, cuando estaba con él los demás desaparecían es como si nadie más existiera que nosotros dos. El Charles me tenía sujeta de la cintura mientras bailaba. Yo casi no bailaba porque estaba muerta de la risa de su cara de nada, es que era impresionante ni para "perrear" cambiaba su expresión — pendeja deja de reírte de mí, me rompes el corazón.

—Es que me das risa... Eres tan cara de nada— él me miró serio, por unos segundos y luego explotó en risas conmigo.

Pendeja te quiero tanto— enterró sus manos entre mis cabellos, de esta manera me acercó a su rostro y juntó nuestros labios. Se sentía tan maravilloso, hace tan solo unos días cuando yo no tenía experiencia en nada de esto, se sentía tan extraño besar sus labios, pero ahora se sentía todo lo contrario, era como si lo necesitara para vivir, como que cuando lo beso me siento como en casa... no lo sé... Cada vez que lo hace mi corazón y mi respiración se aceleran y los escalofríos me recorren el cuerpo. Seguimos en la pista entre besos y baile. Me sentía muy acalorada y cansada por lo que decidimos parar un poco con el baile. Además me sentía toda traspirada, diuug. Había demasiada gente en la pista lo que hacía que la temperatura subiera, además la cercanía del Charles hacía que la temperatura de mi cuerpo subiera unos cuantos grados más...—Iré a buscarte algo para tomar— me dijo él.

—Bueno, pero no me traigas algo tan fuerte por favor, o sino moriré.

—No te preocupes traeré algo perfecto para ti pendeja— me guiñó el ojo y luego se dirigió hacia el bar en busca de algo para beber, para saciar la sed. Yo me quedé ahí parada como estúpida esperándolo.

I'm not the only one || Charles Aránguiz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora