Cuando el día se comenzaba a convertir en noche, junto a la llegada de la luna al cielo, se acercaban unas nubes oscuras que tapaban las pocas luces y esas estrellas distribuídas por el.
Pero así como el cielo cambiaba, también lo hacía la sonrisa del muchacho que daba un paseo por una vereda transitada, esta, que estaba situada al lado de una de las avenidas más importantes de la pequeña ciudad, se comenzó a liberar de personas lentamente, que al darse cuenta de la lluvia que se aproximaba comenzaron a correr para poder apresurar su paso y así llegar rápido a su hogar.
Mientras todas estas personas iban apresurando el paso a su alrededor, el joven siguió caminando tranquilamente, incluso más lento que hasta hace unos momentos.
Con su buzo de color negro, su jean desgastado, unas zapatillas baratas, mojándose de a poco por la llovizna que él había visto pronosticada en la mañana, el joven se acerca poco a poco al puente peatonal que cubre la gran avenida en la que cruzan los autos a alta velocidad.
Notando que el piso comienza a llenarse de pequeños charcos de agua, el joven sonríe, porque una vez más, su pensamiento vuelve a comprobarse.-Si las personas siempre están compitiendo entre ellas por la razón, por ver quién llega primero, por quién obtiene más puntos, si las personas nunca están unidas, ¿en qué momento van a poder seguir progresando como una comunidad y buscarán un objetivo en común?-. Pensaba el joven que siempre estaba preocupado por su familia en casa, donde su padre no estaba presente.
Un día, el joven pensaba sobre qué hacer con su vida, preocupado por esto, salió a caminar de noche con su campera puesta; colocándose la capucha y posando en sus labios un cigarrillo. Mientras lo iba encendiendo, caminó directamente hacia una plaza iluminada, con las hojas rojizas decorando el pequeño paisaje urbano debido al hermoso otoño que hacía caer las hojas. Cuando llegó a posar el primer pie en el espacio verde, sintió la primer gota. Una gota, que seguida de muchas otras, comienzan a mojar poco a poco aquél verde césped, así como también el cemento que pavimentaba la vereda.
Mientras veía las gotas caer, empezó a correr hacía un lugar que le sirva de refugio. Se dirige rápido hacia una parada de colectivo y se sienta en el banco que da hacía la calle. Deprimido, sigue pensando qué hacer con su vida, mientras se preocupa por ese tema tan delicado para él, observa las gotas de lluvia cayendo sobre el asfalto, dentro de los charcos que se habían formado por el gran chaparrón que se había largado sin previo aviso, revela una verdad individual sobre estas gotas. Todas se unen, con el propósito de caer, de morir.
-Morir, pero juntas...- susurró el joven, que seguía contemplando con enorme satisfacción el agua caer sobre la calle. Fue una lluvia momentánea, cuando vio la oportunidad de volver a su hogar, aprovechó y corrió hacia ella. Intentó ser prudente, pero fue innecesario, porque no volvió a escucharse caer una sola gota aquella noche.
Desde ese día, cada vez que llovía, al joven se le formaba una sonrisa en su rostro, pero a la vez, sentía ganas de llorar, por la envidia que estas gotas le generaban. Mientras que en su casa no podía contar con nadie, porque su madre trabajaba todo el día, en su vida no tenía ningún amigo verdadero. Mientras carga con sus problemas sin ayuda alguna, tan solo aprovechaba para observar aquellas gotas caer unidas, preguntándose si algún día alguien caería con él hacia el vacío, con el único objetivo de no dejarlo solo.
El joven que siempre tenía el deseo de estar caminando con alguien a su lado, encontró en la lluvia un montón de amigas que al caer sobre él, se quedarían hasta evaporarse, que lo acompañarían hasta su último momento de vida. Al pensar en esto, el joven no podía hacer nada más que ponerse feliz, porque por fin había obtenido una amistad.
Su amistad con la lluvia la terminó de encontrar en la época de lluvias de su ciudad. Cuando día tras día llovía y llovía, mojando absolutamente todo el lugar. A pesar de tener que hacer actividades durante el día, el joven nunca se perdía ni una sola lluvia, intentaba lo posible para poder recibir siquiera unas cuantas gotas en su rostro.
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El Joven que quería ser LLuvia
Short StoryParado frente a aquél puente, con autos cruzando a altas velocidades debajo. A punto de cumplir su más sano sueño, convertirse en una gota más de la lluvia.