Capitulo 1:La historia Comienza

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Los ronquidos eran terribles.

No debían dejar dormir a ningún vecino.

Eran ronquidos largos, irregulares, en cierta manera parecidos al rugir de una motosierra, o alguna otra máquina similar, como por ejemplo un motor fuera de borda, algo devastador e increíblemente molesto.

Miró, en la oscuridad, los números rojos del reloj digital: las tres y media de la madrugada.

“Mierda”, pensó el hombre, removiéndose intranquilo en la cama. Los ronquidos de su mujer aumentaban en volumen e intensidad por cada desesperante minuto que pasaba. Y él debía levantarse a las seis, para ir al trabajo. “Mañana será terrible”, pensó. Y para colmo tocaba una auditoría. Su jefe andaría rondándole durante toda la mañana, como una mosca carroñera.

Incapaz ya de contenerse, dio un codazo bastante violento a su mujer.

Liana primero tosió en la oscuridad, y luego quedó en silencio.

En dichoso silencio.

El hombre, llamado Dan, aguardó unos segundos en la oscuridad, a la espera de que los ronquidos se reanudaran. Pero los segundos pasaban, y seguía sin escucharse nada. ¿Tan fácil había resultado?

Parecía que sí, que así de fácil había resultado. Pensó que, de haberlo sabido, hubiese encajado el codazo mucho antes, cuando su mujer había comenzado a roncar, aproximadamente a las once de la noche, o -lo que parecía lo mismo-, un millón de años atrás.

Todavía aguardó unos minutos más, desconfiado de su súbita buena suerte, antes de relajarse y darse vuelta en la cama con suma lentitud, dispuesto a dormir de una buena vez.

El sueño llegó muy rápido. En menos de quince segundos, sintió que comenzaba a adentrarse en ese curioso mundo paralelo al que los especialistas, por algún motivo, se empeñan en llamar “actividad onírica”. Sin embargo, sentía que todavía había algo pendiente, algo que había pasado por alto y que no lo dejaba descansar en forma definitiva.

Molesto, con los ojos irrigados en sangre, se preguntó qué diablos sería. ¿La auditoría de mañana? ¿Aquel llamado del banco, que le advertía sobre un préstamo impago? ¿Qué?

Meditó sobre el asunto durante unos segundos, casi adormilado, hasta que, de súbito, se dio cuenta de la situación.

Su mujer, luego de aquel codazo, no sólo había dejado de roncar, sino también, aparentemente, de respirar.

Se incorporó en la cama, conteniendo él también la respiración, para escuchar cualquier ruidito, cualquier soplido que le indicara que Liana seguía respirando. No oyó nada. Apoyó su mano sobre el pecho de ella: tampoco parecía moverse. La sacudió levemente.

-¿Liana?- susurró.

No hubo respuesta.

La sacudió con mayor violencia.

-¿Liana? ¿Mi amor?

Nada.

Buscó a tientas el interruptor de la mesita de luz.

La lámpara no se encendió.

Recordó entonces que estaba quemada. Liana le había advertido la tarde anterior, pero él se había olvidado de reponerla.

-¡Liana!- gritó él, dándose vuelta desesperado..., y justo en ese momento, para su total desconcierto, los ronquidos volvieron a reanudarse.

Él quedó inmóvil, escuchando estupefacto. “No puedo creerlo”, pensó. Tenía ganas de sacudir a su mujer y gritarle en la oreja, cantarle una canción, bailar sobre la cama, cualquier cosa con tal de que despertara y dejara de roncar de una vez. Pero un pensamiento lo detuvo: “hasta hace unos segundos atrás, pensé que Liana estaba muerta”.

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⏰ Última actualización: Apr 28, 2016 ⏰

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