Diarios de Banjul.

Capítulo I

Hace frio...es curioso porque siempre hace buen clima en Banjul, pero este año ha sido distinto, las temperaturas han descendido mucho. En casa de Siara, mi ama, se respira un ambiente fúnebre. Hace unos meses falleció su querido padre, el cual no era de mi agrado, abusaba de los esclavos aunque con Siara era totalmente diferente... la protegía como si ella fuera su pequeño tesoro. Para mí, él era la persona más fría y repugnante que pudiera existir en todo Banjul... venía a visitar a su hija cada dos días, lo recuerdo venir desde lejos con su viejo coche rojo, abría la puerta y bajaba del coche despacio, con su sombrero, erguido, no andaba ni dos pasos cuando se me quedaba mirando, con aquella mirada penetrante, podía ver reflejado el odio en sus ojos y en aquella cara arrugada y envejecida por el humo del tabaco, conseguía ponerme nerviosa e intranquila durante el tiempo que permanecía en la casa. Lo único que me gustaba de él, era que siempre conseguía sacar una sonrisa a su pequeña Siara. Para ella era el hombre más dulce y bueno que había tenido en su vida.

Tras la muerte de su padre, Siara está recibiendo visitas constantemente, conocidos, empresarios, socios y amigos de la familia... Siara, ha perdido la única razón que la hacía reír y olvidar todos los problemas que le conllevaban su trabajo como capataz de la finca.

Es tarde, Siara está cansada de tanta visita y como entre nosotras hay una estrecha relación de amistad, le he pedido con toda la confianza que durmiese tranquilamente, que yo me encargaría de dejarlo todo en orden. He limpiado el salón, he sacado la basura y me he dispuesto a ir a dormir, han pasado unas horas y yo tengo que estar despierta a las siete como todas las mañanas ya que debo de prepararle el desayuno a Siara antes de que despierte.

Tras el cansancio de anoche se me ha hecho un poco tarde y en cuanto me he despertado me he puesto el uniforme y he ido como una flecha hacia la cocina, no me ha dado tiempo a encender el fuego para calentar el café cuando de repente ha sonado varias veces el timbre. Al abrir la puerta me he encontrado a un hombre de estatura media y delgado, al principio no lo había reconocido, pero luego recordé y era él. ¡Era Samba! el amigo de Siara, del que tanto me había hablado. Tenía una noticia que comunicarle... se va durante dos años como cooperante a un país vecino, concretamente Malí. Siara se ha alegrado mucho de la noticia pero sus ojos no dicen lo mismo...desde la noticia de Samba, noto a Siara intranquila y aun más triste. Y he de reconocer que Siara está totalmente enamorada de un amor inexistente, ya que Samba parece no estar dispuesto a romper una relación de amistad por un desliz amoroso.

Día 13 de mayo.

Hoy es un día muy especial, ¡es el cumpleaños de Siara! Y me siento orgullosa porque he conseguido reunir a todos los trabajadores de la finca para la fiesta sorpresa que llevo organizando durante una semana. La verdad es que me ha costado mucho hacer que Siara no se entere de nada ya que nunca me despego de ella: ¡Que si Kenia esto! ¡Que si Kenia lo otro! Y claro, así no hay quien organice nada... menos mal que tengo a mis solecitos Leo y África que son como mis hermanitos pequeños, pero son los hijos de Hadya, otra de las esclavas. Me han ayudado en todo y lo mejor es que han disfrutado mucho, sobre todo al preparar el pastel de fresas con nata que tanto le gusta a Siara. Hemos conseguido sacarle una sonrisa, ya que hacía tiempo que no la veía tan feliz.

La mala noticia es que quizás este sea el último cumpleaños que pasemos juntas. Siara ha aprovechado que estábamos todos reunidos para comunicarnos que se va de Banjul. En ese momento ninguno nos hemos alegrado de la noticia porque creíamos que si ella se iba vendería la casa y todos nos quedaríamos sin trabajo y sin casa. No ha querido decir los motivos por los que se marcha, pero cuando nos hemos quedado a solas me ha contado todos los planes que tenía respecto a nosotros y la casa.