16: Último día de vacaciones

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Hoy es domingo.

Se casa Peringo.

Shhh. Francesca, es mi momento.

Como decía, hoy es domingo, el último del mes y de las vacaciones. Mañana volvemos a Hogwarts. Tendremos que salir temprano, a pesar de que estamos en Londres, porque iremos en coche y hay muchísimo tránsito en la ciudad por las mañanas, está lleno de muggles vestidos de forma aburrida y con mala cara. Tras mil y un recordatorios de la señora Weasley, todos armamos nuestros baúles antes de la cena. El Caldero Chorreante está repleto, y durante la comida apenas sí puedo oír lo que dicen los que están sentados al lado. Además, nunca faltan Francesca y sus interrupciones para dificultar todo. Es demasiado difícil seguir dos soliloquios a la vez.

—Percy, me parece que deberías guardar tu placa y no tenerla todo el día en la mano —le aconsejo—. Nadie quiere que se vuelva a perder.

Percy pone cara seria. Es decir, más seria de lo normal. Y comienza a pulir su placa.

—Haz lo que quieras —le digo—, pero no desarmaré mi baúl para buscarla.

Hermione está ansiosa por comenzar las clases y nos cuenta sobre sus nuevas materias. Ron, que está un tanto ofendido con ella porque compró al gato que odia a Scabbers, no puede aguantar hacer la pregunta inevitable que casi todos le hicimos ya.

—Por supuesto que podré con las clases —contesta ella, casi ofendida—, no seas tonto.

—¿Pero hay alguna materia que en la que no te hayas anotado?

—Claro que sí —chilla ella, pero ninguno le cree. Ni siquiera pedimos que mencione una para no ponerla en evidencia.

Fred y George llegan riendo a carcajadas y se dejan caer en las sillas cercanas.

—Acabamos de contarle un chiste buenísimo a papá —dice Fred—. ¿Quieren oírlo?

—No —dice Ron—. No estoy de humor.

—¿Vas a empezar Hogwarts con mala cara? —pregunta Fred.

—No te preocupes, Ronnie —dice George—, antes de irte a dormir habrás reído.

Ron los mira con desconfianza y vuelve a su plato de comida. Scabbers está en el bolsillo de su camisa y sigue inquieto, pero ya no se sale de él. Ginny tiene a Crookshanks en su regazo y lo acaricia con ternura, lo que empeora el humor de Ron.

—Papá dijo que viajaremos en coches del Ministerio —dice George.

—Qué loco —digo—. Leyla viajando en un auto de gente importante. Creo que deberé acostumbrarme para cuando sea famosa como Harry y deban llevarme con gran seguridad.

—Creo que necesitas coches de seguridad aunque no seas famosa. Con extintores de fuego —dice George, y lo pateo suavemente bajo la mesa.

—Obviamente van a anotarse para Quidditch, ¿o no? —digo para cambiar de tema.

—¿Qué piensas tú, George? ¿Vale la pena seguir jugando?

—No lo sé, Fred... Yo ya estoy viejo —dice con la mano en las lumbares.

Ambos se miran y se ríen. Era demasiado obvia mi pregunta.

—Diablos —digo—, creo que olvidé mi escoba en lo de mis tíos.

—Había olvidado que estabas en lo de Draco Malfoy —dice Fred—. ¿Por qué te torturas así?

—Es mucho mejor que estar en mi casa. El año pasado incluso pude practicar un poco de Quidditch allí. Pero este verano me llevé la escoba y no volvió.

Leyla y el prisionero de Azkaban | (LEH #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora