Capítulo 3 -Lo que no se siente

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NARRA SAMUEL

Me levanté un cuarto de hora antes para poder despertar a Sabrina.
Fui al baño para ducharme y luego vestirme en veinte minutos. Salté al balcón de mi vecina y la encontré durmiendo, le acaricié la mejilla al mismo tiempo que apartaba un mechón de pelo de su cara.

-Sab, despierta-. Cómo no se despertaba le quité el almohadón e hizo efecto. -Dormilona.

-Idiota-. Dijo enfadada.

-Venga vístese y desayuna, mientras me voy a mi cuarto, te espero en...- Miré mi reloj. -...Media hora-. Me fui corriendo para que se diera más prisa.

Desayuné y cuando pasó el tiempo entré en la habitación de Sabrina, viendo su cicatrizada herida de la espalda siendo tapada por un vestido blanco con flores de variados tipos de color rojo. Segundos después toqué la puerta del balcón para que supiera que ya estaba ahí.

-Lenta hasta para vestirse-. Le envié una sonrisa, pero ella se veía furiosa.

-¿Cuánto llevas aquí?- Colocó su mano izquierda en mi hombro derecho apoyándose en mí para ponerse los zapatos.

-Acabo de llegar. ¿Cuándo te pones vestido? Te queda perfecto-. Le miré de arriba abajo, seguramente pensaría que soy un pervertido o algo por el estilo.

-Solo en el comienzo de cada estación. Primavera, vestido con flores. Verano, vestido de un color específico, amarillo, rojo, azul, colores del verano. Otoño, marrones, azul marino, gris, negro, el arco iris en ocasiones. Y en invierno blanco o rojo.

-Impresionante. La primera chica que conozco que hace eso-. Me senté en su cama mientras se hacía un moño.

-Soy rara-. Dijo con una pinza negra en su boca.

-No, eres especial y me encanta-. Cogió la pinza y la colocó en su moño para sujetarlo. Me levanté y di unos pasos hacia el balcón. Me paré y me giré para verle a la cara, ella se quedó parada en los pies de la cama. -Baja a desayunar y abrirme la puerta-. Pasé a mi casa, salí de ella por la puerta después de coger mi bolsa de tela negra con los libros dentro y llamé a la puerta de mi vecina. La madre de Sabrina, la sña.Sweth me dio la bienvenida dándome paso a su casa. -Buenos días, ¿cómo está usted?

-Bien, gracias por prestarse a llevar a mi hija. ¿Cómo estás tú?

-Igual. ¿Su hija ya está lista?- Ella se giró en dirección a su cocina y luego volvió a mirarme. Afirmó con la cabeza y me sonrió. -Sabrina vamos, que llegaremos tarde-. Le advertí gritando un poco para que me escuchara.
En cuestión de segundos ella apareció con unas galletas en la mano y otra más en su boca. Cogió su mochila, se despidió de su madre y se marchó al ascensor. Me despedí y la seguí.

Apretó el botón que tiene una B y el ascensor se cerró. Me coloqué al lado izquierdo de ella, en la pared que hace frente a con la puerta, en el que hay un espejo y apoyé mi brazo derecho poniendo en dirección a ella, para verle mejor.

-Lo siento-. Estaba serio mientras que ella me miraba sonriente y confundida.

-¿Por qué?- Agachó las cejas, juntándolas un poco y levantó un segundo sus hombros.

-Por sacar el tema de ayer.

-No pasa nada-. Sus labios dibujaron una linea recta y sus ojos transmitían pena. -Tengo que superarlo.

Las puertas del ascensor se abrieron para darnos paso a la recepción. Saludamos al conserje y nos subimos a mi auto, que esta vez no era un descapotable, no, era una moto Yamaha, de color verde y negra.

Le di un casco verde y se lo coloqué en la cabeza, luego me puse el mío que hacía juego con mi auto. Me subí seguido de Sab, cogí sus manos haciendo que rodeara mi cuerpo con sus brazos. Se estremeció.

No Entiendo De Besos #1 (Sin Editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora