Capítulo 8

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En parte tengo miedo de compartir el coche con Jack. Sobre todo si es él quien conduce. Ahora mismo parece tan inestable que temo que mi sola presencia le haga perder los pocos estribos que le quedan.

- Me tienes miedo, ¿verdad?- dijo, y tras una pausa- estas temblando, y no creo que sea de frío desde luego.

- No tengo miedo... en realidad, aprecio lo que hiciste, solo que no deberías haberle pegado, con haberle gritado un poco ya se hubiera acojonado, casi lo matas...- dije tapándome la cara con las manos.

- Ese gilipollas no se merecía ni una sola mirada tuya- se detuvo- ¿por qué coño bailaste con él? Enserio, se le veía a kilómetros que solo quería un puto polvo, y desde luego no le importaba con quien.- dijo echándome una mirada rápida.

- No sé, Jess me los presentó y el me pidió un baile, así que pensé que por qué no, al fin y al cabo el chico no era feo.

Vi como se le endureció el gesto. Pude apreciar como su mandíbula se tensó y sus nudillos se ponian blancos mientras agarraba el volante con fuerza.

- Es decir, ¿ese gilipollas casi te viola y tu ahora dices que te gustaba? ¿No querías que interviniera?

- No joder Jack, lo he dicho por decir, y tan solo he dicho que no era feo, no que quisiera acostarme con él.

El asintió y siguió conduciendo como un loco. Intenté aguantarme y no decirle nada porque la más mínima gilipollez lo haría estallar. Pero tras diez minutos aguantando el vómito le digo:

- ¿Podrias ir un poquito más despacio?

Él me dedicó una sonrisa torcida y me miró divertido.

- Claro que sí, gatita.- dijo mientras pisaba el acelerador.

- Dios, eres de lo que no hay, por lo menos llegaremos antes a casa y no tendré que compartir espacio contigo- dije resoplando.

En ese momento frenó el coche en seco. Las ruedas derraparon en el asfalto y mi cuerpo se incorporó hacia adelante inconscientemente.

- ¿¡Qué haces!? ¿¡Estás loco!?- le chillé histérica.

- Para nada gatita, tan solo he pensado mejor lo de ir despacio- dijo sonriendo el muy capullo.

- Eres de lo que no hay- digo moviendo la cabeza con resignación.

- Lo sé. La gente suele decirme que soy maravilloso, increíble, asombroso...

- ¿Y nadie te dice que eres un poco engreído?- le suelto riéndome.

- Lo compenso con otras cosas- dice guiñándome un ojo provocando que me ponga roja.

- ¿Siempre te sonrojas con tanta facilidad o es por que soy especial?- dice el muy engreído.

- Me sonrojo cuando me dicen cosas que me incomodan o abruman.

- Yo soy de los que abruman, ¿verdad gatita?

- No pienso responder a eso, campeón.- dije y él se rió.

- Lo que tu digas gatita, pero ambos sabemos que tengo razón.

Y así, a una velocidad que hasta los caracoles nos adelantaban llegamos a casa. No me había percatado hasta ahora pero ya lo considero mi casa.

Nada más llegar fui en dirección a mi habitación me despedí de Jack con un murmullo. Estaba agotada, solo quería dormir. Y entonces me di cuenta de que aún no había llamado a mi madre. Joder, me largo al otro lado del océano y tan solo le mando un mensaje y le digo que he llegado bien.

Vaya buena hija estoy hecha.

A oscuras extiendo mi mano y palpo todo a mi alrededor en busca del puñetero teléfono. En cuanto lo prendo busco el contacto de mi madre y justo cuando le voy a dar a llamar la puerta de mi habitación se abre lentamente...

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Un poco más corto que los demás pero igual de intenso ¿no? Espero que os haya gustado ♡

Amo odiarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora