Cadáver Exquisito

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¡Mirá papá!-Dijo el chiquillo señalando con su dedo índice hacia la televisión.-Mirá, mirá, mirá, mirá, mirá…-

¡Está bien!-Respondió su padre, intentando no perder la paciencia, desde el baño. Hizo su aparición en el living de su casa, el cual estaba bastante desordenado, por cierto. Ropa para planchar aquí y allá, juguetes de su hijo más pequeño regados por el suelo y una alfombra de comida para gatos que su primogénito acababa de tirar en su excitación. Suspiró.- ¿Qué pasa, Santi?

-Se quemó, se quemó,  ¡SE QUEMÓ!-gritaba exaltado el niño, al tiempo que brincaba en el sillón. El hombre, con la camisa a medio abrochar, cogió el control remoto para subir el volumen a la caja boba, aunque el cartel rojo con enormes letras blancas gritaba la noticia.

- Reiteramos, esta noche han ardido cuatro hectáreas de la Reserva Ecológica de Buenos Aires. –Comenzó a decir la reportera, una chica joven de cabello castaño oscuro. Hablaba con rapidez y sin sentimientos en las palabras, como todo reportero. Detrás de ella se reproducía un video en el cual sólo podían verse las siluetas de los árboles recortadas contra las llamas.-El incidente comenzó en el sector norte, kilómetro cuatro. Dos dotaciones de bomberos se presentaron en el lugar para hacer frente al fuego antes de que se extendiese aún más. El gobierno de la ciudad aún no ha emitido ningún tipo de anuncio, pero el Teniente Gutiérrez nos ha hecho llegar su opinión a través de nuestro corresponsal de Medio Ambiente, quien se apersonó en el lugar.-Automáticamente una pequeña ventana rectangular apareció en la pantalla, ocupada por un hombre de tez tostada, ojos cansados, vestido con un uniforme amarillo y rojo.-Bueno, no descartamos que el incendio haya sido provocado por el calor. La oleada de los últimos días pudo haber iniciado el fuego. Sin embargo, siendo el cuarto incendio en quince días, todo apunta a que fue un incendio intencionado. Anoche…-Apagó la televisión. Sabía que aquello era intencional, estaba seguro. ¿Cuántas veces habían querido quemar su lugar de trabajo? Y todo para poder edificar. O al menos eso pensaba él, lo cual no era descabellado teniendo en cuenta que un par de departamentos en aquella zona valían un dineral.

Terminó de cerrarse su camisa tipo leñadora, se colocó su chaqueta de jean, ajustó sus borceguíes y apuró al pequeño para que se preparase. Luego de los berrinches de su hijo, logró convencerlo luego de prometer que irían a comer durante la noche a un restaurante de comidas rápidas. Con una sonrisa en la cara, el niño subió al asiento trasero del automóvil y ajustó su cinturón. Su padre cerró la puerta y encendió el estéreo. –Knock knock knocking on heaven’s door! Knock knock knocking on heaven’s door!- Pablo amaba ese tema, especialmente la versión de los Guns & Roses

Frenó el automóvil a una cuadra de su casa, frente al jardín de niños. Su hijo entró de la mano de su maestra sin rechistar, saludándolo con la manita que tenía libre. Su padre sonrió. La familia era quien lo hacía feliz estos últimos días repletos de preocupaciones.- …That cold black cloud is coming down.-Realmente sus días se veían negros, pensó él, al tiempo que entraba en la avenida costanera, paralela a la reserva.

Como esto siguiese así, no tendría que cuidar más que cenizas, y a su edad difícilmente podría ser contratado en una empresa. Todas buscaban jóvenes a quienes exprimir, no hombres que rozaban los cincuenta y dos años, con el pelo lleno de canas.

Apartó todos estos pensamientos y estacionó en el parque asignado para los vehículos del personal. Pisó el seco suelo, cubierto de hierba color miel, para luego dirigirse en dirección a la casa del cuerpo de guardaparques, al cual pertenecía. Se imaginó que lo estaban esperando. A él y a todos los hombres que cuidaban el parque. Abrió la puerta de madera y pisó el suelo del mismo material. Dentro ocho hombres hablaban entre ellos, apoyados contra las paredes, sentados en sillas o mesas. El lugar era pequeño, un par de personas más y sentiría lo mismo que sentían las sardinas. En cuando cruzó el marco de la puerta, sus compañeros de trabajo lo saludaron calurosamente.

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