Otra vez...|Leigh|

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Otra vez. Había ocurrido otra vez.

Se había dicho a sí misma miles de veces que aquello estaba mal, pero de nuevo había caído en la tentación.

En aquellos momentos la cabeza de la albina se encontraba apoyada sobre un pecho pálido que subía y bajaba con lentitud, su mirada posada en la cara del joven de cabellos azabache que dormía plácidamente a su lado. Uno de sus brazos rodeaba a la chica, descansando la mano en su pelo. Ella podía sentir como sus dedos, aún estando dormido, jugaban vagamente con algunos mechones, lo cual hacía que le entrasen ganas de dormir; pero, aún así, no podía conciliar el sueño.

Como tantas otras noches, se volvió a preguntar: ¿Cómo habían llegado a aquella situación? Leigh era el novio de su amiga. Y no cualquier amiga, su mejor amiga. Ese pensamiento nunca salía de su cabeza, y el sentimiento de culpabilidad crecía a cada nuevo encuentro que tenía con el chico.

Pero, aún así, ella seguía viéndole. Una y otra vez. Era como un círculo vicioso... Muchas tardes, era él quien tocaba la puerta del apartamento de Alyssa; otras, era ella quien aprovechaba las ausencias del hermano menor de Leigh para visitarlo, o incluso le hacía vistas furtivas en la tienda cuando Rosalya no estaba. Pero daba igual, el resultado siempre era el mismo. Pasaban tardes enteras en los brazos del otro, buscándose como si estuviesen desesperados. Se abrazaban, se besaban, se tocaban... Era como si el roce de su piel se hubiese vuelto una obsesión para los dos.

No lo malinterpretéis, Leigh también se sentía culpable. Él quería a Rosalya, jamás deseaba hacerla daño, pero no podía evitarlo; y creedme cuando os digo que había intentado tantas veces salir de todo aquello, pero siempre volvía a caer irremediablemente. Y estaba empezando a pensar que, tal vez, nunca podría dejarla ir. Sentía como si lo hubiese hechizado o como si hubiese atado una cuerda invisible a su alrededor que lo mantenía pegado a ella.

Y aunque todas estas preocupaciones rondasen la cabeza de los dos jóvenes a diario, todo se desvanecía cuando estaban juntos. Como si nada más importase, como si solo existiesen ellos en el mundo aunque sabían perfectamente que, cuando se volviesen a separar, todos esos pensamientos que no les dejaban dormir por las noches se apoderarían de sus mentes. Y para Alyssa, aquella era una de esas noches.

Aquella tarde Leigh había ido a visitarla, y después de aquellas horas que habían pasado como cualquier otra tarde que se encontraban, él se había quedado dormido con ella en sus brazos. No es que a Alyssa le molestase, pero aquella era la primera vez que ocurría y se sentía extraña. ¿Tenía aquello algún significado? Esa pregunta era la que no la dejaba conciliar el sueño.

Sus ojos carmesí seguían posados en la cara de Leigh cuando este comenzó a despertar, haciendo que a ella le diese un vuelco el corazón y se echase levemente hacia atrás separándose del pecho de su acompañante. Los ojos grises del chico se abrían vagamente para encontrases con la cara de Alyssa, quien había cerrado sus ojos en un intentó de fingir que dormía. Se quedó mirándola durante unos segundos hasta que decidió, casi en un susurro, hablar...

-No estás realmente dormida, ¿cierto?

Alyssa soltó un suspiro de resignación y abrió los ojos con rapidez, aunque no tuviese ninguna gana de mirarle a los ojos.

-No pensé que fueses a despertarte de golpe, y no quería molestarte.-respondió ella.

-No hubiese sido una molestia. Además, es tu casa. Quien debería irse para no molestar soy yo.

La albina sintió una pequeña punzada en el pecho cuando oyó aquella frase, pero mantuvo su rostro impasible. 

-No es necesario que te vayas, puedes quedarte esta noche. Ya es muy tarde y probablemente despiertes a tu hermano si vuelves a tu casa ahora.

Él solo asintió y dirigió su mirada al techo con los ojos más abiertos que nunca, sus movimientos siendo calcados por Alyssa quien se había vuelto a juntar un poco más a Leigh. Y por unos momentos reinó el silencio: ninguno de los dos se atrevía a hablar, tenían demasiado miedo y estaban demasiado inseguros sobre lo que iban a decir. Pero no podrían quedarse callados toda la vida, los dos lo sabían.

-Tú...-hizo una pausa para tomar un poco de aire y después continuó-¿Te arrepientes de esto?

Alyssa giró su cabeza con los ojos abiertos como platos, encontrándose con los grises del otro que la miraban esperando una respuesta. Era la primera vez que aquella pregunta había salido a flote, al menos abiertamente entre los dos. Y la verdad es que, habían estado tan absortos en sentir la culpabilidad de lo que estaban haciendo que nunca se habían parado a preguntarse lo más importante: ¿Se arrepentían de todo aquello? Ninguno de los dos lo sabía, al menos hasta ahora. Alyssa se quedó unos momentos pensando antes de responder, su cara mostrando una expresión seria.

-No.

Esta vez fueron los ojos de Leigh los que se abrieron como platos. Realmente no esperaba aquella respuesta y por algún motivo se sentía ¿aliviado? Si, esa es la palabra. Se sentía aliviado de que no se arrepintiese de haber estado con él y se sentía aliviado de no ser el único. Su rostro se calmó y en sus labios apareció una leve sonrisa.

-Creo que vamos a ir al infierno...

Una risita se escapó de los labios de la albina mientras se acercaba más a él, dejando que los brazos de Leigh la rodeasen y rodeándole a él con los suyos.

-No me importa, al menos vamos a ir juntos.

Ella alzó su rostro juntando su mirada con la del chico, apartando algunos mechones color azabache que no le permitían ver sus ojos con claridad antes de que se juntasen sus labios. Aquel era un beso de tantos otros pero, por alguna razón, se sentía tan diferente; tan nuevo; tan bien. Nada importaba en aquellos momentos, solo ellos dos.

Y, por primera vez desde que todo aquello empezó, los dos pudieron dormir con tranquilidad. Porque sabían que, aunque por la mañana se sintiesen culpables, ninguno de los dos se arrepentía. Porque sabían que, a pesar de todo...

Lo volverían a hacer otra vez.







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⏰ Última actualización: May 01, 2016 ⏰

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