Un extraño

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"Un suspiro. Un débil vaho que exhalaron de sus labios, desvaneciéndose con sutileza entre las finas corrientes de viento que mecen los hilos negros de su soledad volviendo a la noche demasiado densa para conmover el pesar. Y entre sábanas se acurruca el alma de la solitaria mujer que lloraba sin cesar en la fría habitación matrimonial.

Resultaba sublime como el calor corporal se perdía de sus labios sonrosados sin poder evitarlo, dejando a la brisa fresca golpearlos con peligroso filo; resecos fue la sensación que tuvo al probarlos, amargo el sabor acumulado.

Temblando ligeramente trató de mantenerlos en unión, presionados con firmeza para impedir la revelación de los pequeños sollozos que le acompañaban a cada paso. Deseaba con desespero que la voz de su alma se quedara acallada, al menos por esa noche. El palpitar de su corazón resonó con violenta fiereza, golpeteando contra su piel aparentando romperla, la mano derecha, blanca cuál fino marfil y acentuada por la descendiente temperatura se posó sobre su pecho para tranquilizarlo.

Regresó a sostener esas hermosas flores que ahora dormían plácidamente, el castaño de sus ojos brilló con especial ensoñación al saber cuán magnificas se revelarían bajo la luz nocturna. Las estrujó contra su cuerpo, tratando de encontrar aquél calor anhelado que tanto extrañaba. El que añoraba. El que necesitaba.

Lo amaba. Amaba a esa persona como había amado a ninguna y el exceso de su sentimiento destruía lentamente la posibilidad de abnegarlo en un rincón de su ser para otorgarle calma, simplemente se negaba a dejarlo ir..."

Cerré el libro. No lo soportaba más.

Viviendo exactamente en la misma situación, esa era mi vida desde que empezó a cambiar mi marido. InuYasha Taishou. Desde el instante en que me casé jamás esperé nada similar, aquella persona que consideraba la representación del amor eterno marchándose cada noche dejándome sola y abandonada, a cambio de amigos y fiestas en la madrugada.

En la ciudad las luces se han apagado y todo se encuentra en calma, la gente es feliz en su cama, menos yo... Yo que te espero pacientemente en la ventana con la ilusión vana de verte llegar por esa puerta y decirme que sigo siendo el amor de tu vida, que al verte entrarás con un enorme ramo de rosas y una invitación a cenar para festejar nuestro primer aniversario. El mismo al que estás faltando.

Pero ya no debo seguirme mintiendo más. Ya te has cansado de mí y de nuestro hogar. Justificas tus ausencias con excusas tan baratas diciendo estar cansado de la rutina, que necesitas divertirte, que yo cada vez me vuelvo más obsesiva contigo y que limito tu libertad.

Esta es una noche más de esas. Siento mis ojos arder de nuevo, he llorado tanto que ya ni siquiera tengo lágrimas para desgastar en ti... ¿De qué sirve ya? Si me ves llorar y voltearás fastidiado a preguntarme por obligación si te puedes retirar para dejarme a solas, ya ni siquiera te preocupas por mí. —Te odio...—Exclamé. —Desearía...

¿Desearía que? Si con solo querer nada podrá solucionarse. Es tan lastimero el sentimiento de saber que solo fui un juguete para ti y que jamás me has amado como yo a ti.

A veces te recuerdo, sonriéndome con amabilidad y la tristeza se escurre en mi rostro, las heridas parecen no cicatrizar.

Me pregunto si alguna vez piensas en ello. Cuando solíamos gritar todas nuestras tristezas al viento, dejándolas marchar en corrientes de cristal. Y la agonía parecía ser tan sólo un juego de niños que terminaba al instante en que nuestros labios se encontraban.

En realidad, no entiendo porque me siento tan mal en este momento. Quizás es mi propia vida, las decisiones que tomé o aquellas cosas que jamás podrán modificarse... Que abrir los ojos por la mañana signifique despertar a la cruda realidad, sin escape, el mismo mundo en el que ya no me quieres más. Con las lágrimas empañando mi rostro, imposibles de detener.

Pensé que era amor [SesshoKagome] [InuYasha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora