Capítulo 22: Verdadera identidad

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La conmoción por aquel ajetreo había sido bastante grande. Ris no podía parar de llorar y temblar a causa de la tensión que estaba sufriendo. Dert se mantenía a su lado con entereza, intentando ser su fortaleza. Trent miraba atónito los ojos azules de ambos mientras los demás alquimistas cuchicheaban entre ellos. Los únicos que no parecían haberse inmutado al conocer aquello eran Artrio y el maestre alquimista, quienes se habían puesto a conversar en voz baja el uno con el otro. Y Artrio se acercó a mí para pedirme algo:

-Ris parece haber cogido algo de confianza en ti. Sácala del poblado, a ver si estando lejos de tantas miradas se tranquiliza un poco. El maestre y yo necesitamos hablar con Dert a solas.

-Sabes que esto es por tu culpa, Artrio-le respondí enfadado-. ¿Qué pensáis hacerle a Dert?

-Solo queremos hablar con él para que nos aclare lo de su ojo azul, nada más. Ahora vete con Ris, por favor-dijo sin darme opción a responderle mientras, junto al maestre, se acercaba a Dert.

Pude ver cómo hablaban con él, aparentemente calmados. Cuando soltó la mano de su hermana me acerqué a ella para hacer lo que Artrio me pidió. Le sugerí que fuésemos a un sitio más apartado y no dudó ni un segundo en abandonar la aldea conmigo, dejando la venda, que antes tapaba su ojo, tirada en el suelo donde cayó. Seguimos la corriente del río, alejándonos de las cabañas hasta que nos encontramos a solas a una distancia considerable del poblado. Ris se sentó en la orilla del río metiendo sus pies descalzos en el agua que fluía, sin importarle mojar el borde del camisón.

-¿Por qué ha hecho eso?-preguntó tras todo el camino en silencio, tratando de contener sus lágrimas y tranquilizarse.

-No lo sé-respondí sincero, secando las pocas lágrimas que se atrevían a caer por sus sonrojadas mejillas a causa del llanto-. Él nunca había sido así. ¿Qué pasó en la cabaña? Tu hermano y él parecían haberse pegado-me atreví a preguntar, recordando que ambos tenían marcas de golpes en sus rostros.

-Dert y Artrio discutieron y empezaron a gritarse. Artrio le insistía una y otra vez en que dijera quiénes éramos, hasta que se pegaron. Yo intenté separarlos, pero me llevé un golpe-dijo desabrochándose un poco el camisón para dejar ver un moratón sobre su pecho-. Dert, al verlo, se enfadó más y se abalanzó contra tu amigo. Tuvieron que entrar varias personas para poner fin a la disputa-concluyó abrochándose el camisón de nuevo.

-¿Tú te encuentras bien?-pregunté preocupado al ver que recibió un golpe, apartándole el pelo de la cara para ver si tenía alguna marca más.

-No te preocupes, estoy bien-respondió sonriendo, recostándose sobre mí. Me sorprendí al sentirlo pero dejé que se apoyase en mí, pasando un brazo por detrás de sus hombros para abrazarla-. Dime, Celadias... ¿Tienes miedo de mí?

Aquella pregunta me dejó impactado, y, sin entender por qué la hizo, le respondí:

-Claro que no tengo miedo. ¿Por qué debería tenerlo? Eres una chica bastante dulce y simpática. Que tengas un ojo de cada color no va a cambiar nada.

-Las personas, cuando lo descubren, sienten miedo. Creen que algo malo les va a pasar por estar cerca de nosotros-admitió la joven, con la voz algo temblorosa-. Nosotros no somos malas personas...

-Tranquila, no vamos a haceros nada, ¿vale?-dije intentando calmarla-. Somos amigos, ¿verdad?

La chica asintió con la cabeza. Parecía estar más animada y tranquila después de aquella pequeña charla. Quise preguntarle acerca de por qué tenía aquel ojo azul tan claro cuando Trent llegó corriendo.

-Artrio quiere veros en la cabaña-dijo jadeando, intentando recuperar el aliento.

-¿Ha pasado algo malo?-pregunté, soltando a Ris, quien se puso en pie.

El precio de la libertad: Sueños de grandezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora