Capítulo 4

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El siguiente funeral fue el de Lisa. A decir verdad no me caía muy bien mas apenas la conocía. No me alegré por su muerte pero tampoco me inundó la tristeza.

A Lisa la conocimos gracias a Clarice, que era su amiga de la infancia. Desde mi punto de vista era una persona despreciable y engreída que miraba a todo el mundo por encima del hombro, aunque debía de ser el único que tenía esa opinión: todo el mundo le reía las gracias que, por cierto, carecían de ella, y la seguían a donde quiera que quisiese ir. Todos eran como sus súbditos, excepto Clarice, que sabía frenarla y, evidentemente, yo. No tuvimos mucha ni buena relación.

Desde el momento en que la conocí percibí algo en ella que no me gustaba. Había conocido a muchas personas como ella durante mi vida y como ya estaba cansado de darles una oportunidad y me fallaran decidí mantener las distancias con ella.

Murió a causa de una paliza por parte de un grupo de jóvenes.

Como era propensa a ordenar y manipular a todo el mundo y no todo el mundo se dejaba, tendía a odiar a esos rebeldes. Inventaba toda clase de mierda para hundir a esas personas que no querían lamer su suculento culo. Un día, un grupo de muchachas que ya estaban hartas de sus mentiras la pillaron por banda y la metieron tal paliza que murió. Lisa no sabía defenderse, pues era muy agresiva verbalmente pero no sabía ni pegar un puñetazo.

En su funeral todos habían preparado unas palabras para mostrar su afecto hacia ella: que si era buena, sincera, humilde... En fin. Qué confundidos estaban. Por mi parte no hubo ninguna palabra ya que siempre he considerado que si no hay nada bueno que decir es mejor no decir nada.

Éramos jóvenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora