Capítulo 9

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Tras una noche de pasión y lujuria con Erik, mantuvimos una conversación y decidimos varias cosas:
1- No tendríamos una relación amorosa sino encuentros esporádicos.
2- Resolveríamos el enigma. Al menos mi enigma, puesto que él ya sabía qué fue aquello que enterramos. Decidimos que al día siguiente lo desenterraríamos, incumpliendo así la promesa, de todas formas solo quedábamos nosotros vivos.

Amaneció un nuevo día y pusimos en marcha el plan de traicionar la promesa que hicimos con nuestros amigos hacía ya tanto tiempo para saciar mi curiosidad.

El tesoro estaba enterrado en un lugar del bosque que solíamos frecuentar cuando éramos jóvenes. Recordábamos el lugar. Llegamos. Cogimos nuestras palas y nos pusimos a cavar. Había una caja. La abrimos.

No os podéis imaginar lo que había dentro.

¡No podía ser!
¡No!

¡Tomos de To-Love Ru!

¡Dios mío! ¡Dios mío, no! ¡Éramos otakus!

En ese instante lo recordé todo: aquel día de verano robamos varios tomos de To-Love Ru de una tienda de cómics porque decíamos que era una obra maestra e hicimos esa cápsula del tiempo para que cuando fuésemos viejos disfrutáramos de tal majestuosidad.

Dios mío, qué vergüenza.

Éramos jóvenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora