Introducción

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Todavía pienso en ello, fue algo que cambió mi vida

Fue un proceso muy largo y muy triste. Pensar que cada día que pasa ves menos, es horrible, pero te vas acostumbrado.

Todo comenzó esa noche. La habíamos pasado genial, nos divertimos mucho. Mis amigos y yo fuimos al cine a ver una película, creo que era una comedia. Cenamos en uno de esos restaurantes de comida rápida. Eran las 9 y ya debíamos volver a nuestras casas. Nuestros padres estaban trabajando, así que decidimos tomar el bus. En la parada estuvimos como media hora esperando, hasta que finalmente el bus llegó. Subimos, hicimos 10 paradas más. Subió mucha gente que también volvía a sus casas. Luego pasó algo qué me dejó shockeado. Una de las personas que subía, vestía igual que yo, tenía la misma mochila y el mismo color de ojos. Preferí ignorarlo, pero sentía que me observaba. Durante todo el viaje estuve cabizbajo y pensando quién era, pero no quería mirarlo. Llegamos a la parada de nuestra ciudad y bajamos. Nos saludamos y cada uno fue a su casa.

A mitad de camino decidí darme vuelta, últimamente ha habido varios robos. Me quedé helado, él estaba ahí. Atiné a correr, faltaban unas calles para mi casa. Corrí, corrí, corrí y solo restaban metros. Tomé un descanso, y al levantar la vista lo vi caminando hacia mí. En un movimiento fugaz, me quité la mochila y comencé a buscar las llaves de mi casa; no las encontraba por ningún lado. Debía actuar rápido, tenía que ir a un lugar seguro. Cruzé la calle para llegar a lo de mi abuela que vivía a unas cuadras.

No me lo esperaba, no lo imaginé ni se me pasó por la cabeza. Un auto venía a gran velocidad, logró frenar un poco, pero fue inevitable.

Pasó un mes y logré despertar del coma, pero tuve graves secuelas. Los médicos me dijeron que el accidente me produjo una fractura de cráneo y una contusión cerebral. Parecía muy malo, pero con el tiempo sanaría. Eso no era todo, lo peor todavía no me lo habían dicho. Una semana después me enteré. Mi madre y mi padre entraron llorando a la habitación. Me preocupé, me estresé y a pesar de eso esperé a ver que pasaría. El doctor entró también con cara de "hicimos todo lo posible". Me dijo:

- Chico, esto va a ser difícil, pero prométeme que lo vas a entender -

- Ya pasó lo peor -

- Bueno - Suspiró - Con el accidente, perdiste el 30% de la visión, aunque no te des cuenta -

- No es tan malo -

- El problema es que vas a perder todo lo que te queda de vista en los próximos 6 meses, te quedarás ciego -

Fue devastador, ya no me importaba el tiempo que llevaría recuperarme físicamente, sino cómo podría soportarlo emocionalmente, y aprovechar lo que me quedaba de ver del mundo.

Y así fue, me quedé ciego, con tan sólo 17 años. Debía aprender a leer y escribir en Braille, debía familiarizarme con todos los lugares cotidianos que ya no podía ver. Me adapté. Crecí, me mudé solo a la gran ciudad, empecé a trabajar con mi papá en el negocio de neumáticos; era bueno con el tacto. Aunque no lo crean, mi mejor amiga se transformó en mi novia, y me ayuda todo el tiempo. A pesar del gran problema que tuve, progresé de maravilla.

Hasta el día del accidente, pero un año después. Fue muy extraño lo que sucedió. Ese día decidí quedarme en casa, no salir. Evité recordar los momentos de desesperación y dolor. Me acosté en mi cama, escuché música para relajarme y me dormí. De un momento a otro, empecé a soñar; rara vez lo hacía.

En el sueño estaba en la parada del bus que había tomado para volver a mi casa ese día. Sentí un calor en ese momento. Miré para todos lados, no había nadie. A lo lejos, se veía una farola que iluminaba una parte de la acera. De repente apareció alguien, y a medida que iba caminando se prendían las demás farolas. Era él. No corrí, me quedé sentado esperándolo. Se acercó, se sentó a mi lado, me miró fijamente. Era como un reflejo de mí. Él estaba alegre, feliz, y de pronto comenzó a hablar.

- Sé que tienes miedo - me dijo. No se escuchaba ni un ruido, era un silencio total.

- Sé que tienes preguntas, sé que todo esto es muy extraño, sé por lo que pasaste y lo lamento mucho; pero tengo que felicitarte por el esfuerzo que hiciste-

Asentí con la cabeza, y suspiré.

- Pero tienes que entender algo, yo no te haré daño. Aunque no lo creas, soy tú. Mira, te lo explicaré fácil. En la vida hay dos tipos de "mundos"; el mundo real y el paralelo. El real es donde vives tú y donde pasan todas las cosas, el paralelo es donde están las almas de las personas del mundo real y donde se controla al mundo real; y ahí estoy yo - me explicó.

Luego hubo otro silencio, no podía entenderlo.

- ¿Sabes? Gracias a ti, salvaste vidas -

No sabía que decir, me agarraron escalofríos, una sensación de rareza.

- Có, có, cómo que salvé vidas... -

- Si, así como lo escuchas. ¿Te acuerdas de aquella lluvia de verano de hace dos años? Bueno, había hecho un gran pozo frente a tu casa, y tu padre regañaba para guardar el coche en el garage, ¿recuerdas? -

Volví a asentir con la cabeza.

- Esos chicos que estaban en el vehículo iban muy rápido y no se dieron cuenta de lo que podía pasar; pudieron haber seguido, esquivar el pozo bruscamente y dar vueltas de campana; todos morirían. Lo vi en mi mundo; y como todo pasa antes en el mundo paralelo, pude detenerlo -

- Pero, ¿qué hiciste? -

- Me fui a tu mundo, y comencé a perseguirte. Corriste, te abrí la mochila en el camino, se te cayeron las llaves, cruzaste la calle y pasó lo que pasó. Pero de verdad, lo lamento, prefería que quedes ciego a que mueran los chicos -

Hubo otro silencio. No me pude contener, y empecé a llorar. Era una situación muy complicada, estaba enojado de que me haya dejado ciego, y a la vez feliz de haber salvado vidas.

- Bueno, debo irme. Cuídate -

- ¿Te veré de vuelta? -

- Quizás -

Se alejó por la acera donde vino, las luces se apagaban a medida que avanzaba. Se paró en la última farola, y me saludó, sonriendo.

- ¡Gracias! - alcanzé a gritarle antes de que la última luz se apagara.

Luego desperté, y me preguntaba qué había pasado. ¿Realmente era mi otro yo? ¿O era sólo un sueño?

De repente, oigo pasos en la habitación.

- De nada - dice alguien. Sabía que era él.

Todavía pienso en ello, fue algo que cambió mi vida.


Fin, o no ...

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⏰ Última actualización: Aug 05, 2016 ⏰

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