El sol que entra por la ventana me golpea directamente en el rostro. Me despierto incómoda por la posición en la que me había quedado dormida. Miro hacia la ventana y puedo ver parte del paisaje que se va dibujando. Mi reloj marca las 5:30 am, es demasiado temprano para estar despierta, pero es difícil volver a dormir debido al constante movimiento del bus. Abro la pequeña cortina, el sol ahora me da de lleno en el rostro e intento cubrir mis ojos con la mano, pero no ayuda en nada, es imposible.
Los pequeños campos que acompañan la carretera son el único paisaje por admirar, pero no están del todo mal. Su simplicidad me ayuda a no pensar, a dejar correr mis pensamientos sin un rumbo definido y, por un segundo, vuelvo a saborear la libertad, aunque sea por un breve momento. Puede que lo que este dejando atrás no valga tanto como lo que estoy esperando encontrar al final del camino, pero es un riesgo que me gustaría tomar. Probablemente es lo más atrevido que he hecho en toda mi vida....El roce de unos brazos a mi alrededor rompe con el hilo de mis pensamientos y me doy cuenta del joven que viaja a mi lado. Él me regala una sonrisa resplandeciente y me pregunta algo sobre si dormí bien, atino a mover la cabeza en señal de afirmación. Había olvidado que él se encontraba ahí, a mi lado, después de todo el tiempo que paso y todos los momentos que pusieron a prueba lo que nos unía. Me envuelve en sus brazos y me recuesto en sus hombros. Me siento tranquila a su lado, con el increíble sentimiento de que todo saldrá bien.
Me giro un poco para poder verlo mejor y me pierdo en esos ojos color miel, aún somnolientos, pero llenos de paz; sus labios curveados, que siempre sonríen al verme, incluso cuando está molesto conmigo, están entreabiertos. Los dos días de viaje no le han dejado dedicarse tanto como él quisiera a la barba que enmarca su rostro. Sus pequeños rulos lucen desordenados y despeinados, lo que le da una apariencia juguetona. Con su imagen grabada en mi memoria, cierro los ojos y me dejo vencer por el cansancio. Siento como toma mi mano y la lleva hasta su pecho, donde puedo sentir sus latidos. Guiada por ese pequeño vals me quedo dormida profundamente.
A lo lejos puedo escuchar mi nombre, como si en un susurro el viento me llamara. Alguien me mueve suavemente y al despertar me doy cuenta que ya no estoy el bus, mi habitación es la señal de que todo había sido un sueño, un viejo recuerdo.
La realidad me abruma. Estoy confundida, creí...creí que todo era verdad, que en realidad sí estaba en aquel bus viajando con él a mi lado. No logro comprender. No quiero esto. No deseo nada de lo que me rodea. Solo quiero volver a él, tenerlo a mi lado, sentir sus brazos protegiéndome. Él. ¿Dónde está? Dormir. Sí. Eso lo traerá de vuelta. Volver a ese sueño, a ese bus con destino a la nada. Por más que lo intente no logro volver a dormir. Solo me queda el nudo en el pecho. La frustración y la desesperación por no poder hacer algo hacen que las lágrimas comiencen a caer por mi rostro y sin darme cuenta estoy gritando su nombre como si hubiera perdido la razón. Y después de todo, ¿Para qué la necesito?
Alguien entra en la habitación, me abraza e intenta protegerme de mí misma, pero nada lo hará. Soy mi propia destrucción en estos momentos y nada me hará anhelar pertenecer aquí, lejos de él. De qué me servirá volver a sonreír si no podré ver su sonrisa de vuelta, de qué valdrá el intento de buscar aquellos ojos color miel si no serán los de él. Esta verdad, esta realidad es gris sin su presencia, su recuerdo no me basta para seguir existiendo en estos momentos, lo necesito aquí, ahora.
Siento un leve pinchazo en el brazo, mi corazón late un poco más lento, mi cuerpo se adormece y mis parpados pesan como si estuvieran hechos de plomo. La oscuridad me invade y no puedo resistirme a ella, tal vez me lleve a un mundo donde pueda verlo otra vez...
