IX. Padres

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BunnyBurrows, granja de los Hopps. Sábado, 9 de octubre, 13:02 h.

Judy se quedó petrificada en el lugar. Si sus padres o Nick habrían dicho algo más no lo habría escuchado, en su mente solo se repetía una frase en un intento de asimilarla, nuestra hija, nuestra hija, nuestra hija...

¿Hija?, fue lo primero que pensó. ¿Tendría una nueva hermana? Su madre no le había dicho que tendrían una nueva camada; no, ella no fue. ¿Nick? ¿Nick es padre? Él no tiene hijos, ellos están juntos, sabría muy bien si Nick tuviera un hijo. ¿Sera esa zorrita que tiene cargada? Acaso él...

Le había tomado tiempo volver en sí y cuando lo hizo... pobre de ese zorro.

—¡NICHOLAS PIBERIUS WILDE! —gritó, tomándolo de la corbata.

La sonrisa burlona que tenía Nick se perdió más rápido que la luz, abriendo los ojos con sorpresivo terror al mismo tiempo que una sombra, tal vez la de él previendo si futura muerte, bailaba en sus ojos. Sus padres voltearon como las presas que eran, ante el ruido de un depredador, observando sorprendidos a su hija, y luego Bonnie observo conmiserada a Nick. Roja y enojada, Judy caviló que enojarse frente a la pequeña no era lo más indicado; se calmó por fuera y esbozó una sonrisa; una que dejó a Nick muy cerca de ser la copia viviente de El grito.

Pelusita —dijo, con la voz tan temblorosa que apenas se entendió—, ¿me das cinco segundos de ventaja? —Sonrió nervioso.

—¿Te parece si hablamos a solas? —le preguntó, pero más que pregunta era una orden directa.

Sabiéndose su suerte, Nick lanzó una mirada suplicante a Bonnie y Stu, a la cual ellos se desligaron del asunto desviando la mirada y observando el horizonte o las cosechas de zanahorias al fondo. Judy sonrió, al menos sus padres sabían en qué momento no inmiscuirse. Un brillo astuto pasó por los ojos de Nick.

—Mi Zanahorita, tengo a Meloney en brazos —sonrió, creyendo que se libraría de una posible paliza.

Sin embargo, eso no le impidió planear la forma en cómo vengarse; lo jaló de la corbata y lo llevó a un árbol alejado de sus padres. Aunque no la podrían oír, si la verían. Al llegar a uno cerca del cobertizo a unos diez metros de Bonnie y Stu, Nick estaba más asustado que cuando chocaron la patrulla. Le esbozó una sonrisa a la coneja, no obstante, ella estaba con la sangre burbujeando de molestia, sólo se oía el incesante golpeteo de su pie contra la tierra.

—Si tuviera una guitarra tendría una canción con ese ritmo, Zanahorias.

Judy dio una mirada fulminante a Nick.

—Está bien, mala broma. —Bajó las orejas.

—¿Mala broma? —espetó ella—. Yo creía que tendrías más seriedad en estos asuntos, Nick. Mi familia es algo..., tradicional con este asunto —argumentó con gestos y señales hacia sus padres—. Sí; tienen negocios con otro zorro, pero no creo que estuvieran preparados para esa noticia así tan ¡bum! —dijo haciendo con sus patas una pantomima de una explosión.

—¿Pero acaso es mentira? —inquirió, con un tono más bajo de lo normal—. Yo no quiero que ella termine en un hogar sustituto y mucho menos un orfanato. Sabes tan bien como yo que es más probable que me den un tiro a que la terminen adoptando; a los zorros muy pocos nos quieren. Tus padres son un claro ejemplo, ¿o me equivoco? Pero no podemos dejar a Meloney en algún otro lado, sí o sí vivirá con nosotros. Y yo no fui quien lo aceptó, sino tú, ¿recuerdas?

Judy su ruborizó al entender el trasfondo de aquello.

—Sí, pero...

—Pero nada, Judy —cortó Nick—. No quiero que ella termine viviendo lo que yo viví. —Esa oración no le pasó desapercibida a la coneja, aumentando la curiosidad por saber de su pasado—. Tenemos que cuidarla, y no puedo hacerlo solo. Te necesito.

Siempre estaré para ti (SEPT 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora