El Último Beso

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La Legión de Reconocimiento había ido a otra Expedición fuera de las murallas, el Sargento Rivaille tenía que quedarse, no podía usar el Equipo de Maniobras Tridimensionales a causa de su fractura en el tobillo, por lo cual, por órdenes del Comandante Irwin, tuvo que quedarse en el Cuartel. Se sentía algo preocupado porque Eren si iba a ir, y él no iba a estar para protegerlo, el muchacho actúa muy de acuerdo a sus emociones y la mayoría de las veces toma decisiones demasiado precipitadas.

- Sargento, sólo serán unos días.... -El castaño estaba sentado en una silla en el despacho del azabache, mientras éste trabajaba sin parar. Sentía como si lo estuvieran culpando de algo malo, puesto que estaba firme con sus puños sobre sus rodillas.- ...No tiene de qué preocuparse... Estoy seguro de que me tendrán bien vigilado, el Comandante estará al pendiente de mí, y no es una Expedición de tan alto riesgo...

-Tch. Aún así. Si no estoy yo no puedo estar completamente confiado. -Espetó sin desviar la mirada de aquellos papeles.

- Ya le dije que no tiene que preocuparse.

"Es tan terco...''

-Miró el suelo pensando aquello al ver que el mayor no le prestaba mucha atención, arqueó la espalda juntando sus codos en sus rodillas mientras jugaba un poco con sus manos.

- Eren. -El pelinegro le miró de reojo, se giró para verlo mejor, encarándole esa típica mirada de molestia única del Sargento.- No puedes decir que no me preocupe por ti. Tsk.

El castaño se sonrojó ligeramente al escuchar aquello, levantó la mirada para ver aquellos orbes grisáceos, que lo miraban fijamente.

- ..... ¿Qué dice...? Yo... no soy la gran cosa.... -Se puso algo nervioso, a lo cual desvió la mirada un poco, parecía que aquellos ojos grises podían ver hasta el fondo de su alma, sintiéndose aún más incómodo.-

El azabache se molestó ligeramente ante tal reacción de su castaño. ¿Qué no era la gran cosa? Ese muchacho en verdad, parecía que no estaba seguro de que el Sargento estaba realmente loco por él, o al menos, pretendía que no lo estaba. Se levantó del asiento y se dirigió al del castaño, poniéndose en cuclillas para estar a la altura del menor, lo tomó de la parte de atrás de la cabeza girándola hacia él para que mirara sus ojos de nuevo. Aquellos ojos llenos de inocencia le encantaban, notó el sonrojo del menor para completar aquel rostro avergonzado de su Eren, notándolo más tierno de lo normal.

-Para mí lo eres. -Encaró en seco. Sin dejar de ver aquellos ojos dorados se acercó hasta tocar sus labios, suavemente, sintiendo como el otro lo correspondía, cerró sus ojos a la par, el castaño lo imitó, dejándose llevar por su querido sargento.

Sus corazones latían con fuerza, mientras disfrutaban ese beso mutuo. Sólo rozando sus labios, con delicadeza y amor. Al sentir que el mayor se separaba, las mejillas del menor se tornaban de un color carmín más fuerte.

- N-No diga cosas tan vergonzosas Heichou.... -Bajó la mirada estando aún sonrojado, sintiendo la mirada pesada del azabache, lo hacía sentirse algo incómodo, aún después de saber que era tan importante para él.

- Hnn? Yo no creo que sean vergonzosas. -Lo siguió mirando mientras bajaba su mano a los hombros del chico.- Sólo te pido que no mueras. -Para el azabache, el perder a SU Eren, era como perder su misma vida, ya no tendría sentido el estar vivo, si no es para el menor. Su mundo se vendría abajo, no podría cargar con tanta tristeza como lo ha hecho casi toda su vida. Simplemente el perder al amor de su vida hacía que el mayor ya no quisiera vivir más.

- He...ichou... no necesita decirme eso... sé muy bien que tengo que sobrevivir... Sé que soy muy importante para la humanidad...y... para usted.... -Desvió un poco la mirada un tanto avergonzado mientras el azabache lo seguía tomando de la cabeza.- No tiene por qué desconfiar tanto de mí... lo mismo me dice mi hermana Mikasa....

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