Memorias Oscuras

33 1 0
                                    

Caso Ángelus:

Se encontraba atada a su cama, pero… ¿Qué significaba estar atada? Ella no lo sabía, pero sabía que estaba acostumbrada a eso. También estaba acostumbrada al dolor a pesar de no tener en claro que significaba la palabra dolor, pero sabía que desde que tenía memoria su vida estaba plagada de dolor.

     Los hombres y mujeres con sus impecables batas blancas siempre experimentaban con ella siendo totalmente ajenos al dolor que sentía. La sumergían en el agua fría, le sacaban grandes cantidades de sangre, le cortaban las plumas y sacaban dolorosamente una energía que venía de su interior, la cuál ella casi desconocía. Esa era su vida y estaba consiente de ello, aunque ella no sabía que significaba la palabra vida.

    Tampoco sabía que significaba ser un vegetal, pero ella sabía que eso era, al final estaba consiente de que era una criatura a la que pocas veces se le permitía caminar o hacer cualquier cosa, no lo hacía a tanto tiempo que ni se recordaba cómo hacerlo. Tenía miedo hasta a hablar por las amenazas que recibía, por lo que resultaba casi muda y su único placer en la existencia que llevaba era soñar con aquella voz angelical de una mujer de bellos cabellos negros, grandes ojos negros y piel blanca como la nieve.

  Y un hombre de cabellos castaños y ojos celestinos como el cielo en primavera, ellos vivían en una hermosa pradera cerca de un rio de aguas cristalinas. Ella quería alcanzarlos, pero ellos estaban tan lejos que resultaba imposible.

«—Hija, ven con nosotros, ven con mamá y papá, mi bebita— Le llamaba la hermosa mujer de ojos negros.»

«—Ma...ma...Pa...Pa...— No sabía que significaba la palabra madre, no sabía que significaba la palabra padre, pero deseaba saberlo.»

   Al sentir el dolor de un golpe abandonó sus  sueños, volviendo a la terrible realidad. Cuando la sangre empezó a escurrir sobre su ojo izquierdo, su sangre, se asustó bastante...

—¡Sois un monstruo estúpido! ¡Nadie te necesita! ¡Sabes que te mataremos, angelito! ¡Ya no te necesitamos!— Vociferaba Corrine con rabia y odio, mirándola divertida, seguramente disfrutando de su debilidad y de la fuerza que tenia sobre ella.

     Después de todo aquella chica era una niña muda, huérfana, indefensa, débil, ignorante, vegetativa y que no podía siquiera defenderse, sólo podía sufrir sin saber siquiera que significaba la palabra sufrir.

   La pequeña se encogió en un canto dando un aspecto muy vulnerable que solo hizo que Corrine se le aproximara y le susurrara al oído.

—No nos importa si tienes piernas para caminar, ojos para ver, lengua para hablar o si un día podrás tener hijos o no más bien lo último deseamos evitar a toda costa, monstruo… ¡Tu cualidad de vida nos vale una mierda y lo sabes! ¡Pronto ni siquiera necesitaremos que vivas!— Al oír eso a pesar de no entender conceptualmente de que hablaba, lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas.

    ¿Que era llorar? Ella no lo sabía, pero siempre estaba llorando, cómo desearía estar en aquella pradera con aquellas personas que le extendían los brazos, en eso sintió una patada en el estómago. Otra vez dolor, eso era la vida, dolor y desesperanza, aunque ella no supiera siquiera pronunciar esas palabras sabía que esa era la vida, su vida

—¡Sois una aberración!— Le grito Corrine, arrancándole una pluma a la chica para botarla al piso, haciendo una mueca de asco.

  La pequeña apoyó su cabeza como pudo en la fría y blanca pared. Blanco, como odiaba y amaba ese color, quería que todo fuera blanco, no el blanco tétrico y grisáceo del laboratorio en que la criaron, no ese blanco la mareaba… Quería que todo fuera blanco cómo la clara luz de fondo que iluminaba sus sueños.

    Cerró los ojos, podía sentir el olor hojas de menta, podía sentir el viento ondulando sus negros cabellos, podía sentir la libertad. ¿Qué es libertad? Seguro algo mejor que lo que vivía...

—Ma...ma...Pa...pa...— Se dijo a si misma sin siquiera saber que decía, quería ser libre. No sabía que había fuera de su habitación, pero quería conocerlo.

   Cualquier cosa era mejor que aquello, en eso una lágrima furtiva salió de su ojo derecho...

   Y antes de que Corrine le diera otro golpe, está salió volando por la ventana. Aquella chiquilla sin nombre estaba a punto de morir y Ángelus estaba a punto de nascer...

-*-*-*-*-*-*

     No sabía cómo había terminado huyendo por el bosque, mientras oía los ladridos de los perros entrenados por los Vigilantes persiguiéndola y a las voces de los Vigilantes que la perseguían, lágrimas salian de sus ojos y aun así no pensó ni por un instante en dejar de correr.

      ¿Qué era el temor? No lo sabía, pero lo sentía en ese mismo momento, mismo así sabía que no podía detenerse o la atraparían y sabia que si la atrapaban moriría, por alguna razón no quería morir, no sabía que significaba la muerte, pero no quería morir. Llegó a un risco y pronto se vio rodeada por muchos Vigilantes.

—¡Ya entrégate! ¡Es inútil!— Ordenó un hombre, mientras disparaba cerca de los pies de la chica.

   La chica miró atrás y abajo había un rio, miró entonces hacía los Vigilantes…

    De todas formas iba a morir, no quería morir, pero ella misma sabía cuál era la solución...

   Y saltó…

Alchemist: Angel #CarrotAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora