Fue un día especial para aquella familia, el primer día en el apartamento que se convertiría en su nuevo hogar, Saray y la pequeña Júlia. (...)
Arreglando las cosas Saray descubrió una hormiga que le pareció gigante, nunca antes había visto una de ese tamaño, curiosamente no le dio asco o repelús como le solía suceder con otros bichos, al contrario, le llamó enormemente la atención que estuviera en ese lugar donde parecía no haber ningún alimento.
Durante los días siguientes y para sorpresa de toda la familia la hormiga seguía deambulando por el apartamento, recogiendo pequeñas migas para llevarlas a su escondite. Hasta que un día a Saray se le ocurrió una idea, colocarle algún pequeño fruto en la maceta del comedor y averiguar donde tenía el nido y al fin saber si sólo había una hormiga o habian más en algún lugar.
Las semanas pasaron observando la hormiga en libertad por el apartamento, y al cabo de poco tiempo la mujer entabló una extraña amistad con la hormiga. Pero no era el caso de la pequeña de la casa, Júlia en su afán por tocar y mirar a la hormiga de más cerca, se había llevado más de un picotazo.
Con el tiempo el echo de que la hormiga amiga estuviera a la vista se volvió algo cotidiano, la hormiga era su mascota.
En uno de los muchos dias en los que Saray ponía la comida a su amiga la hormiga observó una escena desgarradora.
La pequeña Júlia fue a tocar a la hormiga la cual acostumbrada a sus malos tratos, le propinó un fuerte picotazo en el sensible dedo, y del susto está contraatacó con un manotazo, y la aplastó.
FIN